Sue y yo estábamos sentados en el balcón de su casa, observando las luces de la ciudad a lo lejos. La cena había sido perfecta, pero ambos sabíamos que necesitábamos un momento a solas, lejos de las miradas de nuestros padres y de las emociones intensas que flotaban en el aire. El aire fresco de la noche nos envolvía, y ella se apoyó suavemente en mi hombro, como si todo estuviera en su lugar.
—"¿Qué piensas?" —le pregunté, rompiendo el silencio.
Ella sonrió, sin levantar la cabeza.
—"Que no me imaginaba que esto pasaría tan rápido," —dijo en voz baja—. "Anoche me acosté sin saber qué vendría después, y ahora... bueno, todo parece tan diferente."
—"Diferente en el buen sentido, ¿no?" —bromeé, acariciando su cabello.
—"Definitivamente en el buen sentido," —respondió, levantando la mirada para encontrar la mía—. "Estoy feliz, Valerio. Contigo, todo parece tener más sentido."
Sonreí, pero había algo que me inquietaba, algo que no podía apartar de mi mente. Tal vez era la intensidad de todo lo que había ocurrido en tan poco tiempo, o la sensación de que, por alguna razón, este momento no iba a durar para siempre.
—"Sue," —dije, el tono de mi voz más serio—, "¿qué pasaría si las cosas cambian? Si, por alguna razón, no soy el mismo mañana que hoy..."
Ella me miró con curiosidad.
—"Valerio, siempre habrá cambios. Nada es completamente estático. Pero confío en nosotros, en lo que somos juntos."
Asentí, aunque una pequeña parte de mí seguía preocupada. Nos quedamos en silencio por un momento más, hasta que decidí que era hora de irme a casa.
—"Voy a irme a dormir a mi casa hoy," —dije, levantándome del sillón con un estiramiento. "Mañana va a ser un gran día, y quiero estar listo para lo que venga."
Ella sonrió y se acercó para darme un beso suave en los labios.
—"Te veo mañana entonces. Duerme bien."
Aunque confieso, que quería seguir besando sus labios.
Me fui de su casa con una extraña sensación en el pecho, algo que no podía definir del todo. Llegué a casa, saludé a mis padres y a mi hermano antes de irme a la cama, intentando sacarme esos pensamientos extraños de la cabeza. Me quedé dormido casi de inmediato.
A la mañana siguiente, desperté sintiendo algo raro. Una especie de tirón en el estómago, una incomodidad. Me incorporé lentamente, y al bajar la mirada, lo noté de inmediato: mi cuerpo había cambiado.
De un salto, me acerqué al espejo del baño, y ahí estaba: Valeria.
—"No puede ser..." —susurré, mirando mi reflejo como si fuera un sueño extraño del que no pudiera despertar—. "¡Soy Valeria otra vez!"
Justo en ese momento, la puerta de mi habitación se abrió de golpe, y mis padres y mi hermano entraron apresurados.
—"¿Qué ha pasado?" —preguntó mi madre, con los ojos muy abiertos—. "¡Eres tú otra vez!"
Mi padre, a su lado, no podía disimular su sorpresa.
—"Esto es... inesperado," —dijo con una mezcla de confusión y alivio—. "¿Volviste a ser... tú?"
Mi hermano, por su parte, no sabía si reír o preocuparse.
—"Bueno," —dijo con una sonrisa nerviosa—, "¡supongo que fue divertido mientras duró! Pero... ¿y ahora qué harás?"
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Cambio de Suerte -COMPLETADA- GL
HumorUna diseñadora gráfica de 22 años, vive con sus padres en un departamento en la ciudad. Su hermano mayor, Carlos, de 25 años, parece tenerlo todo: buenos trabajos, libertad para salir a cualquier hora, y la posibilidad de traer a sus novias a casa...