¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Jorge había pasado una semana difícil, trabajando en su carrera y tratando de aceptar la decisión de Claudio de poner en pausa su relación. Sus pensamientos eran un torbellino de emociones, y el descanso se le había vuelto extrañamente incómodo.
Cuando se acostaba en su cama, el silencio nocturno se volvía cada vez más insoportable. En un acto de desesperación, llamó a Claudio, al ver que no contestaba solo dejó un mensaje de voz, esperando que lo escuche.
"Aunque se supone que ya no hay nada, aún te extraño, pero sé por qué lo hiciste, sabía que nada volvería a ser igual que antes. Fuiste la persona con la que más conecte."
Envió el mensaje sin pensar en las consecuencias.
Claudio estaba tumbado en su cama, tratando de encontrar una solución al enigma que era su relación con Jorge. Cuando oyó el sonido de su celular, abrió los ojos y miró el mensaje.
"Aunque se supone que ya no hay nada, aún te extraño, pero sé por qué lo hiciste, sabía que nada volvería a ser igual que antes. Fuiste la persona con la que más conecte."
Claudio sintió un calambre en su estómago. ¿Qué estaba pasando?
Durante unos segundos, Claudio sintió que su corazón golpeaba como si estuviera a punto de salirse de su pecho. ¿Debería ir a ver a Jorge? ¿Era eso lo que él quería? La preocupación se apoderó de su cuerpo.
Claudio se levantó y se puso un suéter. El frío de la noche le recordó que se estaba arriesgando a salir a esa hora.
Mientras caminaba por el sendero hacia la casa de Jorge, el crujido de las hojas secas bajo sus pies parecía un grito que gritaba su confusión. Cuando llegó a la puerta de la casa de Jorge, clavó los ojos en el tragaluz. La luz estaba apagada. Tal vez él estaba dormido.
Claudio llamó. No hubo respuesta. Llamó de nuevo.
La oscuridad de la noche se intensificó a medida que Claudio se agazapaba en la puerta. No podía dejar de pensar en Jorge, y en cómo parecía haberse hundido en un mar de melancolía.
── Claudio. ── Una voz ronca y grave rompió el silencio de la noche. ── ¿Qué... Qué haces aquí?
Claudio se sobresaltó y se dio vuelta.
Jorge estaba allí, apoyado contra el marco de la pared, su rostro iluminado por la luz del celular. Parecía cansado y preocupado, pero también algo reconfortante.
── ¿Te molesta si entro? ── dijo Claudio en voz baja.
── No. Por favor. ── Respondió Jorge. Su mano se movió hacia atrás para indicar la puerta abierta.
Claudio caminó hacia adentro, sintiendo la tensión y la confusión desapareciendo mientras se acercaba a la persona a la que amaba. Aunque sus palabras seguían trabándose en su garganta, su presencia hablaba más fuerte.