punizione

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Tras regresar de la misión en las favelas, la elite se reunió en la mansión para discutir los resultados de la operación y hacer una evaluación

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Tras regresar de la misión en las favelas, la elite se reunió en la mansión para discutir los resultados de la operación y hacer una evaluación. Mientras los miembros del equipo se acomodaban en la sala de conferencias, el ambiente era relajado, pero una sombra de expectación flotaba en el aire. Samantha, con su habitual actitud desafiante, había decidido que era momento de hacer pagar a Alexander por sus constantes comentarios sarcásticos durante la misión.

El equipo estaba reunido alrededor de la mesa, y Samantha se dirigió a Alexander, que estaba de pie con una expresión algo nerviosa.

—Alexander —comenzó Samantha con una sonrisa que no presagiaba nada bueno—, parece que tus comentarios durante la misión no fueron tan apreciados por el equipo. Así que hemos decidido que mereces un castigo por tu actitud.

Alexander, arqueando una ceja y con una sonrisa forzada, replicó. —Oh, ¿en serio? ¿Qué planeas hacer, Samantha? ¿Tirarme al suelo y hacerme comer tierra?

Samantha, con una mirada fulminante, le respondió. —No exactamente. Pero eso no significa que tu castigo no sea merecido. —Luego, haciendo un gesto hacia el centro de la sala, se dirigió a un par de miembros de la elite que estaban preparando una silla en el centro del espacio.

—¿Qué están haciendo? —preguntó Alexander, frunciendo el ceño mientras se acercaba a la silla.

—Verás —dijo Samantha con una sonrisa amplia—. Vamos a ver cuánto tardas en liberarte de esta situación. Si puedes hacerlo, tal vez reconsideraremos tus comentarios futuros. Si no, bueno, la piscina de la mansión estará feliz de recibirte.

Los miembros de la elite, que estaban observando con evidente diversión, comenzaron a reír y a hacer comentarios mientras Samantha se acercaba a Alexander con un par de esposas.

—Esto no es justo, Samantha. ¡Estás exagerando! —protestó Alexander, aunque su tono estaba lleno de una mezcla de desafío y diversión.

—Oh, claro —respondió Samantha con sarcasmo—. Como si tus comentarios sarcásticos fueran siempre justos. Ahora siéntate y deja de quejarte.

Samantha empujó a Alexander hacia la silla y lo obligó a sentarse mientras dos de los miembros de la elite lo esposaban y lo ataban con correas firmes a la silla. La risa y los murmullos crecían en la sala.

—Vamos, Samantha —dijo Luca, tratando de contener la risa—. ¿Qué más tienes preparado para nuestro querido Cole?

Samantha, con una expresión traviesa, se acercó a Alexander. —Solo un pequeño recordatorio de que tus comentarios no pasan desapercibidos. Veamos cuánto tiempo necesitas para liberarte de estas esposas.

Alexander, con una mirada desafiante, intentó moverse y sacudirse para deshacerse de las ataduras, pero pronto se dio cuenta de que estaba firmemente asegurado. Los miembros de la elite comenzaron a reírse a carcajadas mientras él luchaba por liberarse.

—¡Vamos, Alexander! —exclamó Enzo con una risa contenida—. No es tan difícil, ¿verdad?

—Claro, en tus sueños —respondió Alexander con un tono mordaz—. ¿Cuánto tiempo crees que necesitaré antes de que te arrepientas de esta broma?

Samantha, observando el espectáculo con una sonrisa satisfecha, se dirigió hacia la piscina cercana. —Vamos a ver cuánto tiempo tardan en liberar a nuestro amigo aquí. Si no lo hacen en un tiempo razonable, entonces...

Sin previo aviso, Samantha se volvió hacia Alexander y le dio una patada juguetona en el costado, haciéndolo tambalear. La patada no fue fuerte, pero suficiente para desestabilizarlo y provocó que la silla se inclinara, haciendo que Alexander cayera en la piscina con un gran splash.

La sala estalló en carcajadas mientras Alexander, empapado y maldiciendo bajo su respiración, emergía de la piscina con una expresión de sorpresa y enojo.

—¡Esto es ridículo! —gritó Alexander, sacudiéndose el agua mientras intentaba salir de la piscina.

—¡Te lo advertí! —exclamó Samantha, riendo junto con el resto del equipo. —Ahora, ¿cuánto tiempo crees que te llevará salir de ahí?

Las risas continuaron mientras Alexander, finalmente logrando liberarse de las ataduras de la silla, salía de la piscina empapado y furioso. La escena se convirtió en un momento de camaradería y diversión que aliviaba la tensión acumulada durante la misión.

—Bueno, parece que la piscina no fue tan mala para ti después de todo —comentó Samantha, con una sonrisa—. Pero la próxima vez, tal vez pienses dos veces antes de hacer comentarios sarcásticos.

Alexander, con una sonrisa a regañadientes, asintió. —Lo tendré en cuenta. Solo asegúrate de que no termine en la piscina cada vez que haga un comentario.

La elite continuó riendo y bromeando mientras la situación se calmaba, y Alexander, a pesar de su apariencia empapada y desaliñada, se unió a las risas con una mezcla de frustración y resignación. La dinámica entre Samantha y Alexander seguía siendo una mezcla de desafío y respeto mutuo, y aunque el castigo había sido una broma, había fortalecido aún más la relación entre ellos.

La Ghiandaia Imitatrice.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora