donna della notte

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Los meses pasaron como un susurro constante en la vida de Samantha, quien había comenzado a recuperar fragmentos de normalidad

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Los meses pasaron como un susurro constante en la vida de Samantha, quien había comenzado a recuperar fragmentos de normalidad. Aunque las heridas físicas habían sanado, las cicatrices internas aún permanecían, recordatorios persistentes de los días que pasó bajo el control de Dimitri. Sin embargo, lejos de ser debilitantes, esos recuerdos se habían convertido en el fuego que impulsaba cada uno de sus movimientos.

Desde su penthouse, Samantha había tejido cuidadosamente una red de contactos y alianzas, preparándose para un enfrentamiento final con Dimitri. Pero por ahora, había algo más urgente: la subasta de beneficencia organizada por la élite de la ciudad. Su mejor amiga, Valentina, no le había dado tregua con la insistencia de que debía asistir, argumentando que era el evento perfecto para mostrar que Samantha James no solo había sobrevivido, sino que ahora era más fuerte que nunca.

—Vamos, Sam, será divertido. Y además, sabes que necesito tu apoyo con la subasta —Valentina la había arrastrado a su apartamento días antes, con una energía arrolladora—. Además, el espectáculo de cierre va a ser impresionante. ¡Y tú serás la estrella!

Samantha había intentado resistirse al principio, pero Valentina conocía bien cómo persuadirla, y finalmente, Samantha accedió con una sonrisa resignada. Quizás necesitaba esa distracción más de lo que estaba dispuesta a admitir.

La noche de la subasta llegó y Samantha se preparó con meticulosidad. Su vestuario consistía en un traje de danza árabe hecho a medida, decorado con pedrería y telas translúcidas que dejaban al descubierto su figura esbelta de manera elegante. Se miró en el espejo y se permitió una sonrisa confiada. Cada detalle de su apariencia había sido calculado para impactar, para mostrar que no era una víctima sino una fuerza a tener en cuenta.

Cuando llegó al evento, todas las miradas se volvieron hacia ella. Los comentarios sobre su belleza y presencia comenzaron de inmediato, como un zumbido constante en el ambiente. Samantha saludó con una elegancia calculada, consciente de que cada paso, cada mirada, formaba parte de una coreografía más grande. Ella no estaba allí solo para participar; estaba allí para dominar la escena.

Valentina la recibió con un abrazo y una sonrisa llena de orgullo.

—Te ves increíble, Sam. Sabía que no me decepcionarías.

Samantha asintió, su mirada recorriendo el salón decorado con lujos extravagantes. En el centro, una gran tarima se alzaba, esperando a ser el escenario de su actuación. Pero antes de eso, la subasta debía concluir, y Samantha usó el tiempo para observar y analizar a la multitud.

Reconoció a varios rostros familiares: empresarios, políticos y otras figuras de poder, todos congregados bajo un mismo techo. Entre ellos, sintió una presencia familiar, una sombra que no había previsto. Dimitri.

Lo vio en el borde de la sala, charlando con un grupo de hombres trajeados, su presencia imponente y su porte seguro. Su mirada vagó por el salón hasta encontrarla a ella, y por un breve momento, el tiempo pareció detenerse. Dimitri sonrió de una manera que era tanto un desafío como una invitación, un recordatorio de que sus caminos estaban destinados a cruzarse una y otra vez.

Samantha no permitió que su expresión cambiara. Levantó la barbilla con altivez, devolviéndole la mirada con una frialdad glacial antes de girar y continuar conversando con Valentina y otros invitados. No le daría el placer de verla afectada, no cuando estaba a punto de hacer su gran entrada.

Finalmente, las luces se atenuaron y la subasta llegó a su fin. Valentina subió al escenario para dar el discurso de cierre, anunciando que la última parte del evento sería un espectáculo especial, una actuación de baile árabe interpretada por ninguna otra que su querida amiga, Samantha James.

La música comenzó a sonar, una melodía hipnótica que llenó el salón con un ritmo lento y seductor. Samantha subió al escenario, cada paso calculado y lleno de gracia. La luz la envolvía, haciéndola brillar como una diosa en medio de mortales. Los murmullos de admiración se extendieron rápidamente mientras ella comenzaba a moverse, cada gesto diseñado para capturar y retener la atención de todos los presentes.

Sus caderas se balanceaban con una sensualidad natural, sus brazos moviéndose con fluidez mientras giraba y ondulaba al ritmo de la música. La audiencia estaba hechizada, atrapada por la precisión y belleza de sus movimientos. Samantha era la encarnación de la elegancia y la seducción, y todos en la sala sentían la atracción magnética de su presencia.

Los movimientos se hicieron más intensos, cada uno más calculado y lleno de energía, como una danza de desafío. Los ojos de Dimitri no la dejaron ni un segundo, y Samantha lo sabía. Podía sentir su mirada clavada en ella, y lejos de sentirse intimidada, usó ese conocimiento para alimentar su actuación. Cada giro y cada pausa eran una declaración: no solo había sobrevivido, sino que ahora estaba más allá de su alcance.

La música llegó a un crescendo y Samantha culminó su actuación con un giro final, su cabello volando en el aire mientras su cuerpo se detenía en una pose perfecta. El salón estalló en aplausos, la ovación resonando mientras ella se inclinaba con una sonrisa enigmática en sus labios. Había ganado la noche, y lo sabía.

Cuando bajó del escenario, fue recibida por Valentina y otros conocidos, todos llenándola de elogios. Pero en medio del tumulto, su mirada se encontró con la de Dimitri una vez más. Él la observaba desde lejos, su expresión inescrutable, pero sus ojos eran como brasas, ardiendo con una intensidad que no podía ocultar.

Samantha sostuvo la mirada un momento antes de girar con desdén, su sonrisa ahora más pronunciada. La batalla entre ellos estaba lejos de terminar, pero en esa noche, en ese momento, la victoria era suya. Dimitri había querido quebrarla, pero ella había vuelto más fuerte, más imponente, y su actuación no había sido solo un baile, sino un mensaje claro: Samantha James no sería derrotada.

Mientras las luces del evento volvían a encenderse y los invitados se dispersaban, Samantha sabía que su camino con Dimitri aún tenía más capítulos por escribir. Pero por ahora, se permitiría disfrutar su triunfo. La noche era suya, y la ciudad, con todas sus sombras y promesas, estaba a sus pies.

La Ghiandaia Imitatrice.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora