Nella tempesta, la resistenza...

15 1 0
                                    

Con el paso de los días, la situación en la mansión no mostraba signos de mejorar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Con el paso de los días, la situación en la mansión no mostraba signos de mejorar. La intensidad de los entrenamientos y el humor cambiante de Samantha estaban llevando a la élite al límite de su resistencia. Los momentos de calma eran escasos, y cualquier intento de relajación se convertía en un campo de pruebas más para Samantha.

Un día, mientras la élite estaba en medio de una sesión de entrenamiento en el gimnasio, Samantha, que había estado en un estado especialmente irritable, decidió imponer un nuevo desafío.

—Hoy, vamos a jugar un pequeño juego —anunció Samantha con una sonrisa que no prometía nada bueno—. Cada uno de ustedes tendrá que completar una serie de obstáculos en un tiempo específico. Pero aquí está el truco: si uno de ustedes falla, todos deberán repetir el circuito. Y no lo olviden, la paciencia de hoy está en sus manos.

Luca, sudoroso y cansado, miró a los demás con una expresión de resignación. —Perfecto, como si no estuviéramos ya al borde de un colapso mental.

Enzo, tratando de aligerar el ambiente, comentó en tono sarcástico: —Quizás podríamos organizar una competencia de “quién se queja más rápido”.

Franco, que estaba en medio de realizar un salto complicado, respondió sin mirar: —Si ganamos eso, definitivamente obtendremos un premio en efectivo. O al menos un comentario menos despiadado de la jefa.

El circuito era arduo y exigente, con obstáculos que iban desde paredes de escalada hasta trampas de agua fría. Cada fallo se convirtió en una oportunidad para Samantha de demostrar su falta de piedad. Cuando Enzo tropezó en uno de los obstáculos, todos se dieron cuenta de que se avecinaba una nueva ronda de pruebas.

—Enzo, ¿no te has dado cuenta de que el tiempo es esencial aquí? —preguntó Samantha, su tono cortante—. ¿O es que simplemente te has olvidado de que el tiempo que pierdes lo están pagando todos?

Enzo, jadeando y visiblemente frustrado, intentó responder: —No es fácil mantener el ritmo cuando tienes que luchar contra todo esto.

Samantha no tuvo piedad. —Entonces, parece que no solo tienes problemas con el tiempo, sino con tu resistencia. ¡Vamos, todos al inicio!

A medida que la élite repetía el circuito una y otra vez, las bromas y los chistes comenzaron a desvanecerse, reemplazados por gritos y murmullos de agotamiento. El grupo estaba al borde de su capacidad física y mental, y las tensiones aumentaban a medida que la jornada avanzaba.

Esa noche, en la cocina de la mansión, la situación llegó a un punto crítico. Samantha, que había decidido preparar la cena personalmente para “aliviar” su estrés, se puso un delantal y recogió su cabello en un moño. La visión de Samantha en la cocina no solo capturó la atención de la élite, sino que también desató una serie de comentarios y bromas.

—¿Qué tal, Samantha? —preguntó Franco, intentando ser bromista—. ¿Vas a preparar algo especial o simplemente estás haciendo esto para torturarnos más?

Samantha, con una mirada fulminante, respondió mientras picaba ingredientes con una precisión meticulosa: —Estoy cocinando, no para su entretenimiento, sino porque incluso el caos necesita un toque de orden. Y si alguno de ustedes no se comporta, se convertirá en mi plato principal.

Luca, tratando de suavizar el ambiente, comentó: —No te preocupes, jefa. Si tienes alguna receta secreta, la mantendremos en secreto. A menos que quieras compartirla con el resto de la élite.

El grupo rió nerviosamente, pero el alivio momentáneo fue interrumpido por un incidente en la cocina. Uno de los nuevos miembros, tratando de ayudar, accidentalmente derramó un líquido caliente sobre el suelo. Samantha, al escuchar el estruendo, se volvió rápidamente, sus ojos centelleando con una mezcla de furia y humor.

—¿Quién ha derramado eso? —preguntó Samantha, con una voz que podría cortar vidrio—. ¿Acaso el simple acto de servir una cena se ha convertido en una competencia de desastres?

El miembro, temblando, intentó disculparse: —Lo siento, jefa. Fue un accidente.

Samantha frunció el ceño. —Un accidente, dices. Bueno, si sigues causando accidentes, tal vez el siguiente será en el campo de entrenamiento. Y créeme, eso no será un accidente.

El miembro se apresuró a limpiar el desorden mientras la élite observaba, entre risas nerviosas y murmullos de desaprobación. Samantha, al ver la reacción del grupo, levantó una ceja y dijo: —Recuerden, chicos, en mi mundo, los errores no tienen segundas oportunidades. Si cometéis un error, pagáis el precio.

Durante la cena, el ambiente estaba tenso. Samantha, a pesar de su humor áspero, se mostró sorprendentemente generosa en su cocina. Los comentarios sobre su habilidad para preparar comida se mezclaron con las bromas sobre su carácter impredecible.

—¿Sabes qué? —dijo Enzo, mientras tomaba un bocado—. Al menos sabemos que si alguna vez nos quedamos sin comida, podemos contar contigo para alimentar a toda una legión.

Franco asintió, medio en broma, medio en serio: —Sí, y también sabemos que si queremos mantenernos vivos, necesitamos mantenernos en la línea. Si no, terminaremos siendo el plato principal.

A medida que la noche avanzaba y la tensión se aliviaba un poco, Samantha observaba a su élite con una mezcla de satisfacción y desdén. Sabía que, a pesar de su actitud implacable, el grupo estaba aprendiendo a adaptarse a sus caprichos y desafíos. El humor y la camaradería volvían lentamente a la mansión, pero siempre bajo el estricto control de su nueva líder.

Mientras Samantha se retiraba a su oficina, su mente ya estaba en marcha, pensando en los próximos desafíos y en cómo seguir fortaleciendo a su élite. Sabía que la verdadera prueba no era solo sobre el entrenamiento físico, sino sobre la capacidad de su equipo para sobrevivir y adaptarse a las constantes tormentas que ella traía consigo.

Pero también sabía que, a pesar de los desafíos y la tensión, su élite estaba comenzando a comprender la complejidad de su liderazgo. Y mientras la tormenta continuara, ella estaría lista para enfrentarse a lo que viniera, con una élite más fuerte y más leal a su lado.

La Ghiandaia Imitatrice.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora