Capítulo 9: Raices y Sombras.

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Los días pasaban lentamente en la casa de Seungmin. Mientras el grupo se adaptaba a la nueva rutina, el proyecto de la huerta comenzó a cobrar forma. Yeosang, con la ayuda de Felix y Jisung, había encontrado algunas cajas de madera viejas, restos de tierra fértil y una pequeña cantidad de semillas que el grupo había reunido de diferentes expediciones. Cada día, dedicaban horas a sembrar, regar y cuidar las pequeñas plantas que comenzaban a brotar.

A medida que trabajaban juntos, los lazos entre ellos se hacían más fuertes. Felix, con su carácter brillante y risueño, llenaba el aire con conversaciones animadas sobre todo tipo de temas, desde los viejos tiempos antes del caos, hasta qué nombres serían perfectos para el bebé de Yeosang. Jisung, siempre dispuesto a ayudar, había asumido el papel de cuidador del grupo, asegurándose de que todos tuvieran lo que necesitaban para seguir adelante.

Minho observaba a Jisung con detenimiento. Aunque siempre había sido reservado, no podía evitar notar cómo el más joven se mantenía optimista, a pesar de todo lo que habían vivido. Un día, mientras organizaban la casa juntos, Minho decidió abrirse un poco más.

—Es extraño, ¿verdad? —dijo Jisung, mientras doblaba algunas mantas—. Hace un tiempo, pensaba que jamás podría sobrevivir en un lugar así. Y ahora, aquí estamos, plantando nuestra propia comida.

Minho sonrió levemente, sacudiendo la cabeza.

—Tienes una forma de ver el lado positivo, incluso en medio de todo esto.

Jisung se detuvo un momento, mirándolo de reojo.

—¿Tú no? Creo que necesitamos esperanza, aunque sea un poco. Si no, ¿qué nos queda?

Minho suspiró, apoyándose contra la pared mientras lo miraba.

—Supongo que tienes razón. Es solo que… a veces es difícil. Siempre he sido más realista que optimista.

Jisung dejó las mantas a un lado y, con una sonrisa suave, se acercó a Minho.

—Bueno, está bien. Puedes ser el realista, y yo seré el que te recuerde que, aunque las cosas sean difíciles, aún hay cosas buenas. Como esta casa, la huerta, y... nosotros.

Minho lo miró sorprendido, y una leve sonrisa apareció en su rostro.

—Supongo que eres bueno en eso, ¿eh?

—Es un trabajo duro, pero alguien tiene que hacerlo —respondió Jisung con una risa ligera. Luego, sin previo aviso, le lanzó una almohada a Minho, desatando una breve pelea que rompió la tensión y les permitió, por un momento, olvidar todo lo malo.

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Mientras tanto, Hongjoong y Seonghwa se encontraban en una expedición, alejándose más de lo habitual en busca de suministros. Las calles estaban desoladas, los edificios medio derrumbados y cubiertos de plantas trepadoras. Caminaban en silencio, sus pasos resonando en la quietud de la ciudad abandonada.

—¿Te has preguntado alguna vez cómo habría sido si todo esto no hubiera pasado? —preguntó Seonghwa de repente, rompiendo el silencio.

Hongjoong lo miró de reojo.

—A veces. Estaba en mi último año de enfermería cuando todo colapsó. Iba a trabajar en un hospital grande… siempre quise ayudar a las personas.

—¿Enfermería, eh? —Seonghwa sonrió ligeramente—. Yo estaba en mi segundo año de arquitectura. Me encantaba la idea de diseñar cosas, construir algo duradero. Supongo que irónicamente, ahora todo lo que construimos termina siendo destruido.

Hongjoong asintió, con una risa amarga.

—Supongo que ninguno de nosotros imaginó que nuestras habilidades se usarían para sobrevivir en lugar de mejorar el mundo.

Vida Entre Las Ruinas -Minsung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora