3. Un domingo cualquiera.

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Patrick se despertó por la mañana. Estaba sólo en su cama, y tenía una erección considerable, como casi siempre que se despertaba. Recordó la noche anterior con Laura, su clienta sumisa, que a esas horas debía seguir encadenada en su celda. Laura había suplicado ser penetrada, y debió quedar bastante satisfecha. Protestó un poco al ser encadenada y abandonada en la celda. Quería quedarse con él, así que su Amo tuvo que darle una bofetada para recordarle que no estaba en posición de exigirle nada.

Muchas clientas rechazaban las bofetadas, y él tenía que respetar los límites.

La primera chica a la que dio una bofetada fue Monique.

Patrick había sido dominante con otras parejas, pero siempre había tenido algo de reparos con las bofetadas. ¿Y si alguna reaccionaba mal? Con ella no pudo resistirse, tuvo el impulso y la intuición de que debía darle una...

Cuando Patrick conoció a Monique ella tenía 17 años y él tenía 10 más. Ella le gustó desde el primer momento, pero estaba saliendo con otro chico. Al poco se acabó la relación y este chico le contó que sólo se habían besado, que no había sentido nada especial, que ella realmente no le gustaba... Aquel era un chico con poco éxito con las chicas, y ahora despreciaba a una chica que le gustaba a Patrick... ¿Por qué? Cada persona tiene sus gustos, es cierto, pero eso le hacía pensar que había algo malo en ella.

Era jovencita, bajita, delgadita, con gafas y un aire siempre distraído, como si estuviera en otro mundo. Era tan tímida que seguro que era virgen, y a decir verdad parecía un poco tonta, y estaba lo de la diferencia de edad... Patrick fantaseaba con dominarla y tenerla como sumisa, pero eso sería demasiado fuerte para una chica sin experiencia... Y aquel chico la rechazaba como si estuviese por debajo de su nivel, siendo un chico que no tenía ningún nivel... Y a Patrick no le gustaba que una chica fuese virgen...

Monique siguió orbitando el grupo de amigos y conocidos de Patrick, el cual nunca le hacía el más mínimo caso. Al año siguiente se fue a trabajar a un pueblo alejado, y meses más tarde volvió con un novio. Entre el grupo hubieron risas al imaginarla con novio, no la veían capaz. Encima resultó ser un hombre mayor. Patrick sólo lo vio una vez, pero le pareció que hacían una pareja grotesca y que no tenían nada en común. Ya no sólo por la diferencia de edad, o disparidad de aspecto físico, ese hombre enorme no sólo tenía edad para ser su padre, sino que era imposible que les interesaran las mismas cosas y no tendrían nada de lo que hablar. Patrick siempre había intuido que Monique sería una sumisa excelente, y le pareció ver algo turbio en su relación, pero reaccionó pensando que ya le daba igual, que si ella se juntaba con un hombre mayor que la controlase era su problema. Ella se fue a vivir con su novio y dejó de verla.

Mientras tanto Patrick encadenaba relaciones más o menos normales, pero breves, con otros encuentros con sumisas concertados a través de internet, aún más breves. Y, tenía que admitirlo, había acabado considerando a Monique también por debajo de su nivel.

Luego escuchó que ella se había separado de aquel hombre, pasó el tiempo y volvió a rondar por su grupo de amigos y conocidos, y le pareció que se fijaba en él, así que se volvió a preguntar si a pesar de todos sus defectos y lo infravalorada que estaba entre sus conocidos, esa chica todavía le gustaba.

Y saliendo una noche todo el grupo se quedaron ambos a solas.

Habían hablado un poco, él ya no la ignoraba como antes, y ella había bebido un poco.

-No deberías llevar esos pantalones. - dijo Monique.

- ¿Tan mal me quedan?

La mansión del látigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora