Patrick y el Sargento estaban esperando en un callejón, junto a una furgoneta. La clienta que tenían que atender había solicitado un encargo especial. Sharon les había mostrado un vídeo de la entrevista con ella para que no hubieran dudas a la hora de reconocerla o de ejecutar el encargo.
Básicamente, la clienta tenía una semana de vacaciones y estaría saliendo ahora de su trabajo. La semana la pasaría completa en Birchcane Manor, le salía sólo un poco más caro pasar siete noches en sus mazmorras que siete noches en Ibiza, y su fantasía favorita era ser secuestrada. Por los detalles que había dado en la entrevista solía imaginar que sus secuestradores abusaban de ella, la sometían a un lavado de cerebro para convertirla en una esclava muy sumisa, y después la vendían a una mafia de la prostitución. Sus fantasías eran duras, pero tendría una palabra de seguridad para detener el juego, que era "Cocacola". Los Amos siempre le anunciarían lo que le iban a hacer antes de hacerlo y si ella decía la palabra no lo harían.
Al salir del trabajo su teléfono recibiría un trayecto en un mapa que la llevaría a donde le esperaban sus secuestradores. Como en todos los casos se pagaba por adelantado, por si acaso la clienta se echaba atrás en el último momento.
-¿Te imaginas que nos equivocamos de chica? - dijo el Sargento.
Eso sí que sería un problema. El vídeo era necesario para evitar ese problema, y guardarían la máxima discreción, pero aparte de eso Patrick había firmado un documento especial de confidencialidad para otro trabajo. No podía hablar de eso con su compañero, ni siquiera comentar que lo había firmado. Ejecutaría ese trabajo el domingo, en una pausa de las que tenía programadas para este trabajo en curso. Tenían todo un guión preparado para esos días, pero no iban a estar a todas horas con la clienta.
Patrick se concentró en el presente. La clienta aparentaba unos veinte años, o no mucho más, era rubia y un poco ancha, con curvas.
Apareció en el callejón, sosteniendo el móvil. Vestía una falda de colegiala, y se mordió el labio inferior al quedarse parada mirando la furgoneta. El Sargento salió, con su máscara puesta, y ella miró a todos lados, quizás dudando de si seguir adelante o echar a correr. Patrick también bajó enmascarado, aunque sabía que le habían enseñado fotos suyas a la clienta. La chica metió el móvil en el bolso, parecía realmente asustada, pero el morbo venció al miedo y se dejó capturar.
Una vez dentro de la furgoneta se resistió un poco, la tumbaron sobre un colchón y le arrancaron la falda. No llevaba ropa interior. El Sargento la puso boca abajo y empezó a azotar su culo con una de sus enormes manos. Patrick le puso unas esposas para inmovilizar sus manos en la espalda, y luego le puso una capucha de tela de saco en la cabeza. Le ordenaron que no gritase.
-A partir de ahora nos perteneces, zorra. - Decía el Sargento, con su voz grave - Vamos a hacer contigo todo lo que queramos. No volverás a ser libre nunca más.
-Vamos a domarte, zorra. - Añadió Patrick - Serás nuestra puta y harás todo lo que te ordenemos sin rechistar, y cuando acabemos contigo te venderemos. Cualquiera podrá follarte, y tú no te podrás negar.
Patrick se puso al volante mientras el Sargento seguía azotándola.
-Voy a ver lo mojadita que estás, zorra - seguía diciendo mientras apretaba el culo de la jovencita -, y te voy a obligar a correrte antes de que lleguemos a la mazmorra.
La chica no dijo nada, así que el Sargento empezó a tocarla entre las piernas.
"Falda de colegiala y sin ropa interior", pensó Patrick, "Eso me recuerda a alguien".
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La mansión del látigo
AcakEn este relato conoceremos un lugar donde las fantasías se pueden hacer realidad, por un tiempo y un dinero. Quería publicar una nueva historia cuando la tuviera acabada, ya que apenas de dispongo de tiempo para escribir y si lo voy publicando al ri...