Capítulo 7: El Peso de la Verdad

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Katsuki Bakugo sabía que había llegado el momento de enfrentar la verdad. Había pasado demasiado tiempo huyendo, escondiéndose tras su ego, su ira, y su orgullo. Todo lo que había hecho, desde su fallida relación con Camie hasta los errores que cometió con Izuku, había sido producto de una negación constante. Pero ahora, finalmente, era consciente de que su vida no podía seguir así. Sabía que tenía que disculparse con Camie, pero antes de eso, había algo mucho más importante que debía hacer: reparar lo que había roto con Izuku.

La temporada de fútbol había terminado, y tenía un par de semanas libres antes de empezar los entrenamientos para la siguiente liga. Era la oportunidad perfecta para volver a su ciudad, reencontrarse con sus padres y lo más relevante, reconectar con Izuku. Decidió preparar una maleta, con la firme decisión de pasar esos días en su ciudad natal, aunque no tenía claro cómo se desarrollarían las cosas.

No avisó a nadie que regresaba, ni siquiera a sus padres. Prefería la sorpresa. Al llegar, notó que la casa de sus padres estaba vacía, algo que le extrañó un poco, pero no le dio demasiada importancia. Tenía una llave de repuesto, así que entró, dejó sus maletas y decidió que, antes de hacer nada, debía pasar por la casa de Inko.

Por primera vez en mucho tiempo, tenía el valor de ver a la madre de Izuku a los ojos, de entrar en esa casa donde todo le recordaba a su viejo amigo. Izuku, ese nombre que había reprimido durante años, ahora llenaba su mente con fuerza. Katsuki se dio cuenta de cuánto lo había extrañado, de cómo ese sentimiento que había intentado enterrar volvía a surgir con una intensidad que lo abrumaba.

Inko lo recibió con una sonrisa cálida, invitándolo a pasar. Aunque había pasado mucho tiempo desde la última vez que visitó esa casa, Katsuki sintió como si nada hubiera cambiado. El ambiente seguía siendo acogedor, familiar, y cargado de recuerdos.

—Qué sorpresa verte por aquí, Katsuki —dijo Inko con cariño, mientras lo guiaba hacia el sofá. Katsuki se sentó, algo incómodo, pero pronto una taza de café y unas galletas caseras aparecieron frente a él, como si el tiempo nunca hubiera pasado.

—Mis padres no estaban en casa, así que pensé en pasar a saludarla —dijo Katsuki, queriendo sonar casual, pero sintiendo cómo cada rincón de esa casa lo asaltaba con memorias de Izuku. Sin darse cuenta, ya estaba preguntando por él.

—¿Cómo están las cosas por aquí? —preguntó Katsuki, queriendo sonar indiferente, aunque la verdadera pregunta ya estaba formándose en su mente.

Inko sonrió amablemente.

—Todo ha estado bastante bien. Aunque la gran noticia es Izuku, claro —dijo ella, con orgullo evidente en su voz. —Está en Inglaterra, haciendo sus pasantías. Va a ser un gran médico, Katsuki. Siempre lo supe.

Katsuki sintió que el aire se le escapaba por un momento. Inglaterra. Izuku estaba tan lejos, cumpliendo sus sueños, mientras él... él había estado hundido en su propio caos emocional.

—No... no sabía que Izuku estaba tan lejos —dijo, tratando de disimular su sorpresa. —Hemos perdido el contacto, estoy muy ocupado con los entrenamientos y las ligas.

Inko lo miró con sorpresa, como si no pudiera creer lo que escuchaba.

—¿De verdad? —preguntó, genuinamente confundida. —Siempre pensé que ustedes dos seguían siendo cercanos. Izuku siempre habla muy bien de ti, siempre ha tenido buenos recuerdos de ustedes juntos.

Esas palabras hicieron que Katsuki se estremeciera internamente. Todo lo que había hecho, todo lo que había permitido, y aun así, Izuku nunca lo había despreciado. El peso de su culpa comenzaba a hacerse más evidente con cada palabra que Inko decía.

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