Capítulo 11: Piezas de un Gran Rompecabezas

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John llegó a su oficina temprano por la mañana. Vio que Eva ya estaba trabajando. Duke se acercó a ella. Ella le palmeó suavemente la cabeza.—Buenos días, Eva. Voy a preparar café. ¿Quieres un poco?—No, gracias. El café y el embarazo no son una buena combinación, pero gracias por preguntar. Ya he tomado té. También he preparado café para ti y el resto que llegarán pronto. ¿Quieres que te lleve un poco a tu oficina, John?—No, gracias. Me serviré yo mismo. ¿Cómo va el trabajo?—Bueno, ya he subido 24 casos, un total de 29 cajas de pruebas.—Vaya, eso es impresionante. Sigue con el buen trabajo.Cuando John y Duke se dirigían a por café, Ellen entró corriendo: —¡Me alegro de haberte encontrado, John!—Buenos días Ellen. ¿No es un poco temprano para ti? ¿Está todo bien?—Buenos días, John. Un amigo me llamó anoche y me pidió que nos viéramos en el garaje. La cosa es, William, enviará a uno de sus hombres aquí para espiarnos... bueno, tal vez no a nosotros sino a ti. Deberíamos tener cuidado con lo que hablamos a partir de ahora.—Gracias. No estamos haciendo nada malo, Ellen. Estamos cargando los casos sin resolver en la base de datos y discutiendo esos casos. ¿Recuerdas? No vamos a investigar el otro caso hasta que averigüe en qué nos estamos metiendo. Si quiere enviar más agentes, que así sea. Ellos subirán los casos. Además, ¿no crees que William podría poner micrófonos en toda la oficina o pinchar nuestros teléfonos?—Tienes razón. Es un imbécil.—Déjame manejar esto. Lo molestaré un poco.Eva miró a John y preguntó: —¿Enojar a quién? ¿Al agente o al jefe Baldwin?—¿A quién crees?Ellen se rió: —Estuviste genial el primer día cuando le explicaste los procedimientos administrativos. Y cuando recitaste de memoria la página web del FBI, ¡fue impresionante! Ojalá le hubiera sacado una foto de la cara!—Es obvio por qué lo detesto, ¿pero tú? ¿Cuál es tu historia con Will? —le preguntó John a Ellen.—Antes de que vinieras de Texas, él solía ser mi compañero. Me encantaba ser agente de campo. Era buena. Nadie quería ser su compañero. El jefe nos puso juntos. Nunca seguía las reglas ni jugaba limpio. Era imprudente. En una vigilancia, intentábamos reunir información sobre un capo de la droga llamado Ivanovic. Le estábamos siguiendo cuando una patrulla de tráfico paró su coche porque tenía una luz trasera rota. Era una infracción menor. Quería intervenir. Le dije que no saliera del coche. Ivanovic no mataría al agente de tráfico. Le pondrían una multa y seguiría con su vida. Iba de camino a supervisar un gran cargamento. William salió del coche, enseñó su placa y tuvo la pistola lista para disparar. El agente de tráfico ni siquiera tuvo tiempo de sacar su arma antes de recibir un disparo mortal en la cabeza desde el interior del coche. El coche de Ivanovic huyó de la escena del crimen. No había cámaras de tráfico en esa zona. Nunca encontramos el coche o el arma. Yo estaba a cargo. Era la palabra de Will contra la mía. Mi palabra contra la del hijo de un importante congresista y el hermano de alguien con un alto cargo en el FBI. Yo acabé aquí, y él consiguió un nuevo compañero.—Lamento oír eso. Demuestra que sigues siendo un buen agente. Resolvamos estos casos y hagámoslo quedar como el imbécil que es.—¡Es la hora de la venganza, John!—¡Oh, sí; ciertamente lo es! Manos a la obra! —John entró en su despacho, seguido por Duke. —En cuanto venga Rosario, dile que necesito verla, por favor.—Claro —, dijo Eva.John se sentó en su escritorio y contempló las fotos de la pared de su despacho. Tomó el teléfono y llamó al jefe Redford.—¡Hola, John!—¡Buenos días, Robert!—¿Tienes algo para mí? No soporto a ese imbécil de Eastwood paseándose por mi despacho. Por favor, dime que tienes algo.—Hay algo en este caso que no cuadra. Creo que se equivocaron. Pero mi teoría es demasiado descabellada para ser creíble.—¡Sigue tus instintos, John! Dime lo que piensas.—Primero, necesitaré un análisis de las fotos de la escena del crimen: hay unas líneas en el suelo que necesito saber qué son. Marcaré dos fotos para que sepas de qué estoy hablando. Están en todas las escenas. Y con todas me refiero a todos los casos. Creo que hay un asesino en serie o un grupo de asesinos en serie. Pero todo es un único gran caso, no tres.—Pero los modus operandi son diferentes...—Ten paciencia conmigo, Robert. Escucha. Si ordenas los casos cronológicamente, puedes obtener un patrón. Deja el modus operandi fuera de esto por el momento. Primero mataron a una mujer nativa americana. Era la mayor del grupo y tenía hijos; era madre. Luego mataron a dos mujeres blancas. Al final, mataron a una mujer afroamericana. Esperaron algún tiempo para buscar a sus siguientes víctimas y repitieron el patrón. Lo hicieron tres veces. Tenemos 12 víctimas. En cada escena, tenemos estas marcas paralelas en el piso. Eso es lo que me pasó anoche. Me pregunté qué significan estas víctimas para los asesinos. Los asesinos seriales siempre quieren enviar un mensaje. Están expresando algo aunque no sepan que lo están haciendo. El asesinato en sí mismo es un mensaje. ¿Me sigues?—Espera, estoy comprobando... ¡Sí, tienes razón! Siempre es el mismo orden. No vi marcas en el suelo, pero confío en ti. Haré que mis técnicos lo comprueben. Digamos que tienes razón, y sólo hay un asesino. ¿Por qué los diferentes modus operandi? ¿Por qué estas mujeres? No tiene ningún sentido. No puedo ver el cuadro completo. Tal vez nos estamos perdiendo algo.—¿Qué acabas de decir?—Tal vez falta algo, algo que no estamos viendo.—Eso no, 'el cuadro completo'... Mmmm...—John, ¿qué estás pensando?—¡Eso es! Son piezas de un rompecabezas. Debe haber algo en la forma en que los cuerpos se disponen en escena para nosotros. Es diferente para cada raza, pero igual para las mujeres que pertenecen a cada raza... Comprueba esas marcas en el suelo. Necesito comprobar algo. Te volveré a llamar.—¡John, no te atrevas a colgarme! No puedes decir las cosas al aire y luego dejarme sin pistas.—No te preocupes. Tengo que ordenar las piezas de estos rompecabezas. Te llamaré antes de la hora de comer. ¡Creo que pronto podrás patearle el trasero al agente Eastwood! Adiós, Robert.—Adiós, John. Revisaré esas marcas. No te olvides de llamarme.—No lo haré. Adiós", John terminó la llamada.Rosario llamó a su puerta abierta: "¿Me necesitas, John?".—Ah, hola. Sí. ¿Puedes darme el teléfono del jefe de la policía metropolitana, por favor? Recuerda no decir ni una palabra de esto a nadie.—Vale. Ahora mismo —. Rosario se marchó, fue a su escritorio y tomó el trozo de papel donde había escrito el número del jefe Washington. Volvió al despacho de John y se lo entregó.—Gracias, Rosario —. Ella tarareó en señal de agradecimiento y volvió a su escritorio. Uno tras otro, todos los agentes fueron llegando al despacho y continuaron con el caso en el que estaban trabajando.John tomó los croquis de cada escena del crimen, los reordenó cronológicamente y los volvió a examinar. Tomó la primera serie de cuatro crímenes. Despejó su escritorio. No quería que nada distrajera su atención de esos cuatro dibujos. Se dio cuenta de que los bocetos de los primeros asesinatos eran más elaborados que el resto. Comprobó quién los había dibujado y se dio cuenta de que los más detallados habían sido realizados por los Rangers y el resto por el Departamento de Policía de Austin antes de que el FBI tomara el control de las escenas. Tendría que comprobar si las cosas que faltaban dibujadas en los primeros bocetos aparecían en los dibujos del resto de los crímenes. Fue un milagro que tuvieran bocetos y fotos. Robert debe haber hablado con los Troopers y el Austin PD para hacer bocetos rapidos y tomar tantas fotos como pudieran antes de llamar al FBI. Ese viejo siempre tiene un as bajo la manga.Colocó el primer grupo de cuatro bocetos en distintas posiciones para ver si conseguía alguna pista con la que trabajar. Finalmente, le pareció ver algo interesante. Imprimió copias adicionales de todos los bocetos, sacó unas tijeras de su escritorio y recortó los cuerpos. Sobre una hoja de papel limpia colocó los recortes de los cuerpos. Soltó una risita de satisfacción. Pegó los recortes. Luego procedió con la segunda y la tercera serie de imágenes. Todas formaban la misma imagen. John no sabía cómo explicárselo a Robert.John escribió los números romanos I, II y III en la parte superior de cada collage. Hace fotos de los collages. Se levantó de la mesa y salió del despacho. Preguntó a sus agentes si alguien tenía hojas de calco o transparencias para retroproyector. Como nadie tenía, preguntó si alguien podía conseguirlas. Ellen se ofreció como voluntaria. Media hora más tarde, vuelvió con el papel y se lo da a John. Éste le da las gracias.John coloca el papel transparente sobre el collage número I y delinea los cuerpos con un rotulador rojo. A continuación, colocó el papel transparente delineado sobre los otros dos collages, de uno en uno. Eran casi idénticos. Buscó en Internet un dibujo similar para enseñárselo a Robert. Lo imprimió y colocó encima la transparencia. Luego puso la transparencia sobre cada collage e hizo una foto. Envió las fotos a Robert. En cuanto recibió las fotos, llamó a John.—John, ¿qué estoy viendo?—Abre la primera foto en la pantalla del ordenador, así podrás mirarla mientras te lo explico.—Vale, John. Una vez más, ¿qué estoy mirando?—Tranquilo, viejo. Te lo explicaré. Luego tendrás que consultarlo con los agentes que hicieron los bocetos en las escenas posteriores a que el FBI se hiciera cargo del caso. Pero estoy seguro de que encontrarás lo que falta en los bocetos si compruebas las fotos. Sé que esto es un poco exagerado. Ten paciencia conmigo. Te dije que era una teoría descabellada, pero al menos ahora tenemos un punto de partida que los Fibbies no tienen.—John, por favor, explícate ya.—No me interrumpas. Si ves nuestros bocetos, encontrarás cuatro elementos: no importa lo que sean porque su única finalidad es enmarcar el cuerpo en una posición concreta. Ese marco está delimitado por los cuatro puntos de los collages y la transparencia. Si utilizamos esos cuatro puntos como marco y colocamos los cuatro cuerpos en la posición exacta en la que se encontraban dentro de ese marco, obtenemos esta imagen. De las dos víctimas blancas, una es exactamente la imagen espejo de la otra. La forma única en que están colocados los brazos y las piernas sólo nos ayuda a obtener una imagen clara. Utilicé la misma transparencia encima de los tres conjuntos de mujeres. Como se puede ver, los cuerpos están dispuestos de forma casi idéntica. Todos se ajustan al mismo contorno. Quizá no estés acostumbrado a esa imagen porque no eres un gran fan de los tatuajes, pero yo sí. Abre la última foto. Dime, ¿qué ves?Robert miró la última foto y se quedó petrificado: —¿Una calavera?—¡Bingo! Eso es. Así que vemos lo mismo, ¿no?—Sí, pero... ¿qué nos dice eso, John?—No lo sé, pero no creo en las coincidencias. ¿Cuáles son las probabilidades? ¿Tres conjuntos de cuatro cadáveres dispuestos de la misma manera que al juntarlos forman una calavera?—Entiendo tu punto, John...—Escúchame, Robert. A la primera víctima de cada conjunto le quitaron la rostro, dejando el cráneo visible. ¿Es eso una coincidencia?—Tenemos un punto de partida... ¿pero un punto de partida para qué?—No lo sé. Necesito pensar. Los británicos solían arrancar la cabellera a los nativos americanos, y los nativos americanos a los colonizadores y patriotas. Por supuesto, eso implicaba sólo el cuero cabelludo, no el rostro. Pero sólo las víctimas nativas americanas reciben ese tratamiento. También fue la única que había dado a luz a un niño. Todo está en los detalles, Robert. No lo se. Déjame pensar en esto. Tú también piensas con tu equipo. No puedo decirte por qué fueron asesinados, y colocados de esa manera, y la disposición de su cuerpo parece un cráneo. Pero puedo decirte una cosa. Este es un gran caso, no tres casos diferentes.—Aunque es una teoría descabellada y no tenemos un móvil claro... un asesino tiene más sentido que tres. En todos mis años de servicio, nunca tuve tres asesinos seriales asesinando gente simultáneamente.—Yo tampoco. Comprueba una cosa más. Yo también lo haré esta noche. Veamos si esto nos dice algo más sobre este caso. Consigue un mapa de Austin, ponle papel film transparente y marca con un punto la dirección de cada víctima. A ver si conseguimos otra pista. Tal vez no. Pero al menos cubrimos todas nuestras bases. — Lo haré. E intentaré explicar todo esto de la calavera a mi equipo. Quizá se les ocurra algo.—Hablamos mañana, Robert.—¡Buen trabajo, amigo!"—¡Tuve el mejor profesor que existe!—Me pregunto quién será. Adiós, John.—Adiós, Robert. Cuídate.John volvió a colocar cada boceto en la pared. Luego puso los tres collages, la transparencia y la impresión de una calavera en una carpeta de papel para llevárselos a casa más tarde.Salió de su despacho. Dijo a su equipo que si alguien le necesitaba o preguntaba por él, él y Duke estarían almorzando en la azotea.

John Depp Agente Especial. Libro I: Orgullo MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora