Yuzu había conducido hasta el primer lugar que le vino a la mente, dejando a Mei sin tener idea de por qué estaban conduciendo a través de un autocine y todo después de que Yuzu le hubiera pagado a un hombre al que saludó como Jerry.
—¿Dónde estamos?, —preguntó Mei, mirando el amplio estacionamiento de tierra vacío en el que se encontraban. Seguido por una enorme pantalla blanca, que parecía ser un proyector, a una buena distancia frente a ellas.
Estaban solas, sin ningún otro coche a la vista.
Sólo ellas.
La pantalla que tenían delante se iluminó y captó la atención de Mei. El autocine. Estaban en el autocine. Ella recuerda que Yuzu le había prometido traerla allí algún día.
Comenzó a reproducirse un comercial y Mei volvió a prestar atención a Yuzu.
—Jerry es de la vieja escuela. Le gusta poner un par de anuncios antes de empezar la película. Tenemos un rato para hablar de lo que pasó, —dijo Yuzu.
Al mirar a Yuzu, vio que sus ojos brillaban con esperanza y, al mismo tiempo, una ligera tristeza hizo que el corazón de Mei se acelerara tanto que se le encogió el pecho. —Yuzu... —Su voz era suave. —Lamento haberme ido de esa manera.
Yuzu negó con la cabeza. —Necesitabas tu espacio.
—Pero no debí dejarte pensando que estaba a punto de ponerle fin a esto. A nosotras.
La comisura del labio de Yuzu se inclinó un poco. —Entonces... ¿no estás...? —Sus ojos no pudieron evitar llenarse de lágrimas cuando Mei negó con la cabeza.
—No, por supuesto que no. —Mei ahuecó los costados del rostro de Yuzu y sintió las manos familiares de la rubia alrededor de sus muñecas—. Yuzu, me has dado tanto en tan poco tiempo. Has sacado a relucir una faceta de mí que nunca supe que podía poseer. Y te amo tanto por eso y por muchas otras razones que nunca podré decirte.
Una lágrima rueda por el rabillo del ojo de Yuzu, una lágrima que Mei se apresura a limpiar.
—Lo siento mucho. Solo entré un poco en pánico, —suspiró Mei mientras se secaba una lágrima. —Escuchar a Audrey decir esas cosas no me dolió tanto como me mató oírla sufrir.
—Ella es tu hija... —dijo Yuzu comprendiendo.
Mei asiente y se ríe. —Quién iba a pensar que algún día tendría que luchar contra mi propia hija para ser feliz. —Suspira tan profundamente que le duele el pecho.
—Lo siento —dijo Yuzu, ahuecando la mano sobre la mejilla de la pelinegra cuando sintió que las manos de Mei se deslizaban de sus mejillas—. Lamento que tengas que estar en esta posición por mi culpa. Pero nunca me arrepentiré de amarte, Mei.
Mei sonrió un poco, sus ojos clavados en los de Yuzu. —Yo tampoco. Y por eso, sabía que algún día tendría que enfrentarme a Audrey.
—Entonces... ¿Estás diciendo que... le vas a contar sobre nosotras? —El corazón de Yuzu se encogió.
Mei suspira. —Por mucho que lo desee, no creo que ella esté preparada para oírlo.
—No creo que ella esté preparada para oírlo, Mei —dijo Yuzu—. Quiero decir, esa noche en la fiesta... estaba perdida. No sé de qué otra manera explicarle que ella y yo nunca podríamos estar juntas. Y está decidida a querer conocer a la persona con la que estoy ahora. Yuzu se ríe entre dientes. —Es irónico, ¿no? Audrey no tiene idea de que ya la conoce.
Mei toma la mano de Yuzu, entrelaza sus dedos con los de la rubia y las estudia. Sus curvas, su familiaridad mutua. Su amor.
Mientras tanto, Yuzu observa el estado de calma de Mei y se pregunta qué podría estar pensando la mujer que tiene frente a ella.
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[CITRUS] - My daughter's girlfriend
FanfictionDurante años, Mei se ha casado con un hombre abusivo que no le ha mostrado más que miseria. Pero, una vez que su hija regresa de la universidad, Mei se enamora de la única persona prohibida que solo parecería complicar las cosas y despertar sentimie...