Capítulo 3

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Freen estaba inmersa en su trabajo, revisando correos y resolviendo asuntos pendientes mientras trataba de mantenerse enfocada. Sin embargo, su mente volvía constantemente a Rebecca, a su reencuentro y a esa extraña sensación de que algo no cuadraba. Heng, quien la había estado observando desde su escritorio, decidió acercarse. Llevaba tiempo notando que algo perturbaba la calma habitual de Freen, y no pudo evitar sentir curiosidad.

-¿Cómo va todo con el nuevo proyecto? -preguntó Heng con su tono siempre relajado, apoyándose en el marco de la puerta.

Freen levantó la vista de la pantalla y suspiró.

-Avanza, pero va a ser intenso. El cliente tiene muchas expectativas, y el equipo aún está ajustándose.

-Seguro que sí. Por eso tenemos nuevos miembros, ¿no? -respondió Heng, dejando caer el comentario con sutileza, pero su mirada era inquisitiva-. Hablando de los nuevos... ¿Qué tal Rebecca? La conoces, ¿verdad?

Freen se tensó, sabiendo que la pregunta llegaría en algún momento. Heng siempre había sido observador, y claramente había notado su reacción al ver a Rebecca el día anterior. Intentó no parecer afectada y decidió optar por una verdad a medias.

-Sí, la conozco -respondió, fingiendo casualidad-. Fuimos buenas amigas en la universidad.

Heng, sin embargo, no se conformó con esa respuesta tan vaga.

-¿Solo buenas amigas? Parecía que había algo más, o al menos que ese reencuentro te sorprendió bastante.

Freen le lanzó una mirada seria, pero no quería ahondar más en el tema. Era cierto que Rebecca había sido más que solo una amiga en su vida, pero ahora no era el momento ni el lugar para revivir esas memorias.

-Eso es todo, Heng -dijo, cortante pero sin perder la compostura-. Solo buenas amigas de la universidad. Ahora, vamos a enfocarnos en el proyecto, ¿de acuerdo?

Heng levantó las manos en señal de rendición, sonriendo con esa picardía que lo caracterizaba.

-Está bien, jefa. Pero si necesitas hablar, ya sabes dónde estoy.

La conversación terminó justo a tiempo, pues el reloj marcaba la hora del descanso. Freen apenas había tenido un momento para relajarse cuando escuchó un suave golpeteo en la puerta de su oficina. Se levantó y abrió, encontrándose con Rebecca del otro lado.

-¿Lista para salir a comer? -preguntó Rebecca, con esa sonrisa que siempre la había desarmado.

Freen asintió, pero justo cuando iba a sugerir un lugar, Rebecca la interrumpió.

-Por cierto, también invité a Irin. Pensé que sería una buena oportunidad para que nos conociéramos mejor, ya que las tres estamos en el mismo equipo.

Freen sintió una punzada de molestia en el estómago. Había esperado pasar tiempo a solas con Rebecca para, quizá, abrir una conversación más personal, pero ahora tendría que compartir su atención. Aun así, forzó una sonrisa y asintió.

-Claro, no hay problema.

Las tres salieron juntas y se dirigieron al auto de Freen. Cuando Rebecca lo vio, sus ojos se abrieron con admiración.

-Vaya, Freen, este auto es increíble -dijo Rebecca, pasando la mano por la superficie brillante del coche.

Freen sonrió, intentando no darle demasiada importancia.

-Gracias, es práctico.

Pero antes de que pudiera añadir algo más, Irin, que también había entrado en el auto, dejó escapar un comentario que hizo que Freen sintiera una nueva oleada de incomodidad.

Ecos del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora