Capitulo cinco

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David se encontraba frente a su futuro abuelo y al ex esposo de su madre. El omega estaba atado a una silla, siendo interrogado por el líder de la casa Bracken. David solo escuchaba, suplicando a la casa Blackwood que no interfiriera, pues temía que empeoraran las cosas.

—(Vaya día para dar un paseo) —pensó, observando a los hombres presentes en la sala— (No debí ir a ese árbol. Esta no es mi época).

—Cómo te llamas —el lord Bracken miró con seriedad a David— ¿Y dónde está mi hijo?.

—Su hijo está donde debe estar, con su verdadero alfa —el omega observó cómo el ex esposo de su madre mostraba una expresión de furia— Él está a salvo.

—A salvo, ¡él no está a salvo! —el alfa mayor se levantó de inmediato y se acercó a David— ¡Él está con esos sucios Blackwood, él no está a salvo!

—Sí lo está, ya que ese alfa que está ahí, no es alguien bueno, él quiso —en ese momento, David sintió un golpe en la mejilla que lo dejó aturdido.

—¡Yo amo a Aeron! ¡Tú me atacaste y te llevaste a mi esposo! —gritó Aland, mientras volvía a golpear a David— ¡Tú me quitaste a mi esposo y a mi hijo!.

Aland pateó a David, haciendo que el omega cayera al suelo con un golpe sordo. Su pecho dolía, pues Aland lo había pateado con mucha fuerza y furia. El alfa, sin detenerse, comenzó a golpear al omega que yacía en el suelo.

—¡Mereces morir, maldito! —Aland le propinó fuertes patadas, con un odio visceral— ¡Maldita rata inmunda!.

—(Ya basta, duele mucho. Ya basta, tío Benjicot… Es verdad, él no es Benjicot) —pensó David, mientras era golpeado por Aland. Su cuerpo ardía con cada impacto, pero su mente seguía en otra parte, tratando de aferrarse a un hilo de esperanza.

El omega dirigió su vista al lord Amos, quien no hacía nada para detener los golpes de Aland. David escupió sangre, su cuerpo se debilitaba con cada golpe. El omega comenzó a cerrar los ojos, mientras seguía siendo golpeado.

—Muere —Aland le dio un último golpe, con brutalidad— Deberíamos tirarlo a los perros.

—No, aún no. Debemos saber más sobre él. Solo llévalo a los calabozos —lord Amos observó con seriedad a David, desmayado en el suelo— Déjalo en el calabozo sin agua y sin comida.

—Sí, mi lord —Aland dirigió su mirada a dos caballeros— Lleven a este omega a los calabozos.

—Sí, mi lord —los dos caballeros se acercaron a David.

David fue levantado de la silla y desatado. Los dos caballeros, con brutal eficiencia, se llevaron a un Davis desmayado y sangrante. Aland, con un gesto de desprecio, tomó una tela para limpiarse las manos, pues habían quedado manchadas con la sangre de David.

Mientras tanto, en la casa Blackwood, Aeron estaba desesperado. No veía a David por ningún lado y sentía que su amigo estaba en problemas. No sabía por qué tenía una conexión tan fuerte con David, pero eso era lo de menos. Davos trataba de calmarlo, pero no podía.  En verdad, el alfa también había sentido que David está en peligro.

De pronto, un rugido resonó en el cielo. Era Ala de Fuego, el dragón que había elegido a David como su jinete. El dragón surcaba los cielos, buscando a su jinete, pues también había sentido que David se encuentra en peligro, así que lo está buscando con desesperación.

—Hasta el dragón sabe que algo malo le sucedió a David —Aeron miró a Davos, con la voz llena de angustia— ¿Qué tal si fue capturado por mi padre?.

—Si es así, ¿cómo pudo haber sido capturado? —el alfa observó cómo el omega se desesperaba aún más— Cariño, debes tranquilizarte. Recuerda que debes cuidarte mucho, por ti y el bebé.

Salvando a mis padres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora