Capítulo 7

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EL ARTE DE MENTIR

Había sangre en sus manos.

Una sangre que no pertenecía a la suya.

Su espalda estaba recargada en el sofá y con sus piernas dobladas hacia su pecho y sentía que su cabeza estaba a punto de explotar, de volverse loca. Si esto era una pesadilla, deseaba con toda la fuerza de su corazón que se acabará, que parará todo este infierno.

Seguía sin poder procesar lo que había pasado hace unos instantes, se repetía una y otra vez en su mente, llenando cada rincón de su corazón y cuerpo de arrepentimiento.

Frente a ella, en el duro y frío suelo se encontraba una persona que en esos momentos no sabía si lo conocía realmente o solo creía conocerlo. Ya había dado su último respiro, sus últimas palabras que siempre estarán en su mente, alma y corazón. Las recordará con dolor, un inmenso dolor, y aquel momento la perseguirá hasta en sus más profundas pesadillas.

Maldita, maldita, maldita. Aquellas palabras no podía soltarlas de su mente.

-No lo estoy, no lo estoy -repetía entre susurros y parecía estar en un tipo de trance, en un estado de estupefacción.

Su mirada viajo de nuevo a las palmas de sus manos cubiertas de sangre. Había sido su culpa. Ella estaba segura de que lo había sido. Si pudiera retroceder en el tiempo, en el momento exacto que este tormento había empezado, ¿lo hubiera evitado? ¿Hubiera evitado todo lo que hizo?

En el fondo no estaba segura de la respuesta, se encontraba indecisa en el "sí o en el "no.

Se incorpora de la cama de golpe y segundos después lleva sus piernas hacia su pecho, luego las abraza con sus manos. Su garganta se cierra y siente que no puede logar respirar e hilos de sudor corren por los lados de su frente y espalda. Su pecho sube y baja con desesperación de poder encontrar la manera de regular su respiración, la cual se vuelve pesada.

Sus manos tiemblan y aparta sus manos de sus piernas para observar las palmas de sus manos, sin embargo, las mira con ojos alarmantes cuando se percata de la sangre que hay en ellas.

Parpadea varias veces, pero la sangre sigue estando ahí.

Cuando cobra la consciencia de lo que soñó, las lágrimas recorren por sus mejillas y se convierte en un llanto incontrolable, fuerte y desgarrador. Su cuerpo comienza a temblar, sintiendo que su pecho se cierra con fuerza.

-No es cierto, no lo fue. Fue sobrevivencia, no podía... hacer nada más-dice entre susurros y lleva sus manos a sus oídos, rogando que aquella voz que le decía que era su culpa y que fue su culpa, se detuviera. -Detente, detente, detente.

En ese momento la puerta se abre de golpe y Ryle entra alarmado y asustado, se va directo hacia la cama donde está Bridget y la agarra de las muñecas. Su corazón bombardea como loco y al igual que ella, siente que le tiemblan las manos.

Ryle teme que no pueda hacer nada para ayudar a su hermana.

-Bridget, ¿qué es lo que pasa? ¿Tuviste una pesadilla? ¿Qué fue lo que paso? -Su tono se escucha muy preocupado.

No se detuvo para mirarlo, solo seguía balbuceando en un tono inaudible y en la misma posición que antes. Ryle la sacude con sus manos en sus hombros, en un intento de sacarla de aquel trance en el que se encontraba, se podía percibir la desesperación y la preocupación con cada gesto y con cada movimiento que hacía.

-¡Bri, reacciona! Por favor. ¡Bridget! -Exclama con desesperación.

Bridget sale de aquel trance y lo mira con temor, melancolía y un profundo arrepentimiento.

La Máscara de la JerarquíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora