Capítulo 3

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ALGO OCULTO
ENTRE LAS SOMBRAS

Bridget sentía que las palmas de sus manos hormigueaban de los nervios, mientras que su corazón bombardeaba como loco y pareciera que ansiaba con salirse de su pecho. La noche anterior apenas pudo reconciliar el sueño y alrededor de las tres de la mañana fue cuando pudo dormir. Esa noche había pensado muchas cosas; ¿Cómo serían sus compañeros?, ¿Cómo serían sus clases, sus salones y sus profesores? Con el recorrido del viernes pudo conocer a algunos de los que estudiaban ahí; como a Delilah, Brielle y los otros que estaban en el salón de boxeo, y a pesar de que tenían el broche de oro, no le pareció que fueran malas personas.

En las afueras de la academia Crawford estaba parada delante de la puerta con el uniforme puesto, el broche de cobre en la parte derecha de su suéter negro. Miró por tercera vez sus zapatos algo desgastados y esbozó una sonrisa forzada; en su cabeza se repetía las palabras...

«Vamos, Bridget. ¡Tú puedes!»

Cuando estaba a punto de dar un paso hacia adelante, sintió como alguien chocaba contra ella por la parte de atrás. Se dio la vuelta con expresión confundida y vio a una chica de cabello castaño claro con flequillo. Observó con detenimiento las facciones de su cara, eran suaves y cálidas; una mirada aparte del arrepentimiento y la vergüenza que sentía, también reflejaban amabilidad. Y, por último, su mirada se fue directo al broche de cuervo y notó que era de plata.

«Clase media»

Le sonrió para que la chica se sintiera un poco más tranquila.

—¡Lo siento mucho! —La escucho disculparse y su tono era llena de arrepentimiento. —Iba tan deprisa que ni siquiera me fije por donde caminaba. Te pido disculpas, nuevamente.

—Estoy bien —su tono era calmado. —No me ha pasado nada; ningún rasguño o alguna herida, así que no te preocupes.

La chica asintió, pero, aun así, seguía sin estar tranquila; aún se veía un poco arrepentida de su descuido.

—Estoy bien... —volvió a repetir para que la chica estuviera segura de que sí lo estaba y también para tranquilizarla, pero cuando estaba a punto de decir su nombre, cayó en la cuenta de que aún no se lo había dicho.

—Me llamo Hannah Taylor, me imagino que eres nueva. ¿Sabes dónde queda tu salón? —Pregunto con interés y agarro las tiras de su mochila mientras daba unos pasos hacia adelante.

Bridget pensó en el número de su salón, pero había un problema: no sabía en que piso quedaba y en un lugar tan grande como Crawford le tomaría un buen rato o incluso horas en dar con él. Así que negó con la cabeza.

—Solo sé que es el 2-C.

Los ojos de Hannah se ampliaron por la sorpresa y las comisuras de sus labios se curvearon hacia arriba en una sonrisa que reflejaba euforia. La tomo del brazo y la encamino hacia adentro, Bridget solo la seguía, algo confundida y desorientada, pero confío que la llevaría a su salón.

Hannah la llevó por las escaleras y en ocasiones su mirada viajaba por la decoración que había en la academia; para empezar, la entrada era inmensa que incluso podían hacer una fiesta ahí sin preocuparse por el espacio suficiente y se preguntó si el baile de máscaras lo harían ahí o tenía un salón especial para eso. Luego observó con fascinación —por segunda vez— las escaleras anchas y de madera que había en la entrada, miro hacia arriba y vio el barandal que había en la segunda planta y que conectaba con las escaleras.

Cuando estaban en la segunda planta se adentraron por un pasillo que estaba lleno de salones, pero en vez de detenerse en uno de ellos, la llevo por otras escaleras, estás eran diferentes a la anterior que habían utilizado: estás estaban hechas igual de madera, pero cambiaban en el diseño; eran de dos tramos con una división de descaso que separaban una de la otra y había un barandal del mismo material que estaba hecho con líneas discretas y detalles ornamentales, dándoles un aspecto clásico y, a la vez, sofisticado. Luego se detuvo por unos segundos en apreciar los cuadros de pinturas en las paredes.

La Máscara de la JerarquíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora