Caminar sin rumbo. Eso era lo único que podía hacer ante aquella oscuridad sin fin.
–¡Perseo!
Exclamaba.
–Te amo.
¿Ares? Me limite a preguntar en mi cabeza. Aunque pronto su rostro se revelo ante mi. Su calida sonrisa se aferraba a mi cuerpo a la par que sus brazos me agarraban.
–Juntos formaremos una familia hermosa.
Esta vez no era él. Su apariencia era auténtica pero su voz calida ocultaba su verdadera identidad. Aunque Ares ni me permitió levantar la cabeza.
–No te preocupes yo te protegeré.
¿Apolo? ¿Qué demonios es esto?
–Eres perfecto.
¿Eris?
–Necesito un bebé.
¿Por que sus voces eran repetidas con la misma intensidad?
–No estas solo.
Perseo. Escuchar su voz me lleno de calma. Justo como la primera vez que lo vi. Su mirada seria transmitía millones de sentimientos sin siquiera decir una palabra.
–¿En serio crees que ellos te protegeran?
–¿En serio? JAJAJAJ.
–¿No te ha quedado claro?
Un fuerte agarre en mi cuello me obligo a levantar la mirada. Aunque no era Ares. La mirada furiosa de aquella figura pertenecía a Afrodita.
–Jamás podrás superarme.
Dijo rompiendo mi cuello. Mi cuerpo callo sobre el agua congelada destruyendo el hielo y arrastrándome a las profundidades. Mis músculos se relajaron y pensé que ese era mi final. Aunque a mis costados se creo una calidez inhumana. Mi cachete era acariciado con suavidad y por primera vez sentí que estaba en el paraíso.
...
Mi ojos risueños observaron al hombre a mi lado. La calidez que transmitía me llenaba de gratos recuerdos junto a mí madre. Y por más que quise gritarle y golpearle no pude. Su mirada tranquila me atraía como un imán qué se aferraba a aquél sentimiento familiar que pensé que nunca volvería a encontrar.
–Aléjate.
Escuche desde la puerta. Al girar la mirada, Perseo apuntaba su espada hacia el brillante hombre.
–Tranquilízate, no le haré daño.
Habló. Su voz gruesa me adormeció.
–Aléjate Helios.
Ordenó el semidios. El contrario obedeció sin cuestionar. Al no sentir su manos calidas, mi cuerpo despertó obligándome a buscar al bebé. Por suerte el mismo descansaba sin ningún rasguño aparente.
–¿Quién eres?
Pregunte aferrandome con suavidad al niño.
–Lamento mi falta de modales, soy Helios, más conocido como el Sol.
Informó con una referencia.
–Lárgate.
Ordenó.
–Ya te dije no le haré daño. Tuvo una pesadilla. Así que decidí ayudarlo.
Se excuso.
–Perseo.
Habló la diosa a sus espaldas.
–Ahora entiendo por que incluso Ares se niega a declararte la guerra. No le tienes miedo a nada.
Habló Eris.
–Guarda la espada.
Ordenó Hestia. El dios obedeció sus órdenes. Aunque su mirada permaneció fija sobre la personificación de la brillante estrella de nuestra galaxia.
–¿Estas bien?
Pregunto el guerrero acercándose. Con un simple asentimiento respondí.
–¿Qué tal si vamos a desayunar?
Pregunto la diosa en busca de aliviar la tensión que crecía con el pasar de los segundos. Rápidamente todos salieron del lugar permitiéndome cambiar mis ropas. Tras preparar al niño, salí de la habitación y cuece aquellos hermosos pasillo hasta el comedor. Allí una conservación tranquila era llevada a cabo por los, hace unos segundos, enemigos.
–Nunca olvidare el asesinato de Medusa. Fue una gran audacia de tu parte.
Fue lo último que logré escuchar. ¿Una gran audacia? Yo no lo considero así. Asesinar a una pobre mujer que estaba pagando por un pecado que cometió un dios como venganza es algo que nunca podré ver como una audacia. Y, incluso si la historia está mal redactada un arrebataste la vida a un ser vivo nunca sera algo positivo.
–Calix, acércate.
Pidió la diosa al verme detenido en la entrada. La mirada de los dioses y semidioses se concentraron en mi.
–Buen provecho a todos.
Habló dando inicio a nuestro desayuno. El silencio reino durante algunos segundos. Pronto Hermes saco un tema para conversar. Apesar de que sus palabras era simples tonterías, llenaron de risas a los presentes.
–Será mejor que me vaya.
Habló Perseo al terminar su comida.
–Te acompaño.
Hable levantándome para seguirlo. La diosa permaneció en el lugar junto con el pequeño Deo que disfrutaba del olor de la avena. Pronto nos acercamos a la entrada y nos detuvimos.
–Gracias.
Inicie la conversación. Nuestras miradas se detuvieron y analizaron con delicadezaen busca de un anhelo mutuo.
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La Obsesión de los Dioses...κύλιξ
Romance¿Que hacer si los dioses te piden como ofrenda?... ¿Que hacer si tu padre te vende a cambio de redimir sus pecados?... ¿Que hacer si se obsesionan contigo? Su padre, considerado un pecador desde su nacimiento, tratara de redimirse. Los dioses estar...