Escape

491 49 1
                                    

Tres meses de tormento han pasado. Mi unico compañero es el frío que se ha vuelto infernal. El suelo duro era mi almohada. Y mi único consuelo era mi príncipe Deo. Es increíble como un hombre puede dejarlo todo por una mujer.

El silencio era eterno. Algo molesto pero acogedor. No tener que escuchar los gritos del dios guerrero siempre es un placer. Mi unica desgracia en este mal de tranquilidad es la presencia de Afrodita. Con confianza se ha vuelto una dictadora. Sus palabras son ley y quien no la obedezca paga con sangre. O por lo menos eso me han contando las sirvientas qué vienen a limpiar el lugar. Aunque por su actitud burlona hacia mí y mi hijo ya podía imaginarme su carácter.

–Calix... calix.

Una voz murmuraba. Al levantar la mirada de mi hijo, que descansaba tranquilo, observe uan silueta en la puerta. Esa silueta flaca solo podía pertenecer a una persona.

–Será mejor que nos apresuremos. Salgamos d esquina ahora que no Ares ni Afrodita están.

Habló agarrando mi brazo con fuerza. Rápidamente salimos del lugar y corrimos hacia la salida de la cocina. Allí varias sirvientas nos vieron, pero simplemente reverenciaron. ¿Ellas nos habían ayudado? En la salida un caballo nos esperaba. Allí un chico encapuchado esperaba pacientemente.

–Ten, tápate con esto.

Ordenó entregándome una capucha. Con rapidez la coloque sobre mi cabeza y espere la siguiente orden.

–Ve con él. Te llevará a un escondite. No encontraremos allí al anochecer.

Ordeno. Con algo de duda subí al corcel con ayuda de la diosa. Pronto el animal salio disparado obligándome a aferrarme al chico frente a mi con mi brazo libre. El camino fue algo ajetreado por el constante movimiento qué provocó gran mareo. Del cual protegi a mi hijo sosteniendolo firmemente.

–Ya llegamos.

Habló el encapuchado bajando del caballo. Con rapidez y cuidado me ayudó a bajar.

–Gracias Perseo.

Murmuré observando el rostro del semidios. Este simplemente asintió y con una señal me pidió que lo siguiera. Al girar para seguirlo observe el hermoso templo que frente a mi se encontraba. Las columnas de mármol eran decoradas por pequeños recipientes flotadores de los cuales un gran y hermoso fuego salía. Creando una gran ilusión de calidez.

–Su majestad, le presento a Calix. El chico del que Eris le hablo.

Informó. Su voz era justo como la recordaba. Una voz gruesa y firme que haría temblar al más bravo del pueblo.

–Así que tu eres Calix.

Dijo con uan voz macabra mientras se volteaba sobre sus pies para observarnos. El miedo se apoderó de mi al no entender que pasaba. ¿Por que Eris me mandaría a un lugar así?

Su rostro era de ensueño. Su mirada alegre resaltaba sus brillantes facciones como un farol.

–Lamento si te asuste solo quería molestarte. – se excuso –Es un placer, soy Hestia.

Se presento. Así que ella es la grna diosa Hestia. Bueno, ahora recuerdo a verla visto en la reunión de Hera. Ella es como mi madre siempre la describió. Su piel fue pintada levemente por el sol y su cabello y ojos son los fieles acompañantes del fuego por su color similar. Palabras apasionantes qué recuerdo con alegría de mi difunta madre. La magnífica diosa de la hoguera y el hogar. Diosa que protege fielmente a las familias a la par que protege su integridad como mujer.

–Soy Calix y el es Deo.

Dije señalando al niño que "miraba" a la mujer con curiosidad. Supongo que simplemente siente su presencia.

–Perseo, eres tan amable en ayudarme con esta encomienda.– dijo colocando su brazo sobre mis hombros mientras miraba al chico –Desde ahora yo me encargaré.

Añadió. El chico simplemente asintió y giro para salir del lugar

–Espera, Perseo, no dije que pudieras irte. Hice panecillos frescos para el postre. Asi que quédate a cenar – ordenó – Miriam, enséñale su habitación a nuestros invitados estrellas.

Añadió. La mujer nos llevó con cuidado al lugar. Que para mi sorpresa estaba demasiado lejos de la entrada. Aunque al entrar en aquel lugar mi ánimo cambió por completo. Era un lugar hermoso cubierto por hermosas plantas. Aunque eso no impedía la entrada del Sol, que golpeaba las misma son fuerza. Un lugar de ensueño como el Olimpo en su máxima amplitud.







La Obsesión de los Dioses...κύλιξ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora