Capitulo 5

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Manhattan, New York.

Yusbely.

Sintiendo que el agua caliente comenzaba a relajar mis músculos tensos, decidí vaciar mis pensamientos. Me quité la ropa, sintiendo el aire fresco acariciar mi piel al quedar al descubierto. Caminé hacia la ducha, dejando que el vapor me envolviera, y me dejé llevar por la sensación reconfortante del agua. Cerré los ojos, disfrutando de la tranquilidad del momento, tratando de dejar atrás la confusión y la tensión de la jornada.

Esto si es disfrutar la vida.

Estuve en ese estado de paz durante un tiempo, el sonido del agua cayendo era como una melodía que me ayudaba a desconectarme del mundo. Cada gota me traía un poco más de calma, y por un momento, incluso me atreví a pensar que tal vez había una forma de manejar todo el caos que había surgido en mi vida últimamente.

Sin embargo, esa serenidad se vio interrumpida cuando escuché un ruido proveniente de abajo. Al principio, pensé que podría ser el viento, o quizás un vecino que hacía algo en su casa. Me dije que no era nada, que mi mente estaba jugando trucos en mí. Pero el sonido se repitió, y esta vez era más claro, más definido. Era como si alguien estuviera caminando en mi hogar.

Mi corazón se detuvo por unos segundos y me quede inmóvil sin saber que hacer.

Un posible asesino había irrumpido en mi casa...

La inquietud comenzó a crecer en mi pecho, y un escalofrío recorrió mi espalda. La tranquilidad que había sentido momentos antes se desvaneció rápidamente, reemplazada por un nudo de ansiedad. Sentí que mi corazón latía con más fuerza, como un tambor resonando en mis oídos. Mis pensamientos comenzaron a acelerarse, llenándose de imágenes aterradoras.

¿Qué estaba sucediendo?

El sonido de pasos se hizo más evidente, y mi mente se llenó de preguntas inquietantes. La noche había caído, y la oscuridad que había abrazado la casa parecía cobrar vida. La soledad de mi hogar, que antes me brindaba consuelo, ahora se transformaba en una prisión silenciosa y amenazante.

Mi instinto de supervivencia se activó. Me enjuagué rápidamente, el agua ya no me parecía tan reconfortante. Cada segundo que pasaba me sentía más ansiosa, la adrenalina fluyendo por mis venas. Decidí que debía salir de la ducha y vestirme, pero el miedo me mantenía paralizada.

—¿Es solo mi imaginación? —susurré para mí misma, intentando calmarme, pero mis palabras se ahogaron en la humedad del aire. Volví a escuchar esos pasos, y esta vez se acercaban más, resonando con un eco sutil pero inconfundible.

Mis manos comenzaron a temblar. La idea de que alguien pudiera estar en mi casa me llenó de terror. Pensé en cerrar la puerta del baño, pero eso no haría que el peligro desapareciera. En lugar de eso, sentí que cada respiración que tomaba se volvía más difícil, como si el aire se volviera denso a mi alrededor.

Los ruidos continuaron, y el pánico se apoderó de mí. La duda sobre si debía salir o quedarme escondida comenzó a consumir mi mente. ¿Era posible que alguien hubiera entrado? ¿Qué querían? La idea de enfrentar a un extraño en mi propia casa era aterradora, y aunque sabía que debía actuar, cada parte de mí luchaba contra el instinto de quedarme inmóvil, de no hacer ruido, de no llamar la atención.

En ese momento de tensión, decidí que debía asomarme un poco, solo para comprobar la situación. Con movimientos lentos y cautelosos, abrí la puerta del baño. La casa estaba en silencio, pero el eco de aquellos pasos aún resonaba en mi mente. Me deslicé suavemente hacia la sala, cada paso sentía como un eco en el silencio, preguntándome si había cometido un error al dejar el refugio seguro del baño.

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