New York.
Yusbely.
Dos días después, estaba aquí. Ayudar a Winter con su mudanza era algo que yo quería hacer, aunque ella insistiera en que no era necesario. Después de todo, mudarse a un nuevo lugar en Nueva York nunca era fácil, y menos cuando estabas sola.Lo se perfectamente, desde que llegue solo se ha convertido en un reto mi rutina diaria que realmente era totalmente diferente que en donde solía vivir antes, me vine aquí para cambiar aires, para mejores oportunidades sin saber que terminaría con un hombre exitoso, un aura peligrosa que me atrae mas de lo que debería que es como un veneno que no pude resistir en probar, no sabia que ese hombre mas frio que el polo norte pudiera tener interés en mi, posiblemente ya me tenia en la mira desde que llegue, aun hay muchas cosas que no se de el, cosas que incluso me aterran descubrir, secretos que desearía saber. Ahora soy su prometida. Su futura esposa, es casi como si el ya hubiera planeado todo desde un inicio y eso me da escalofríos, que desde un inicio fui su objetivo.
Que me hacia tan especial para que un hombre inalcanzable tuviera su interés puesto en mi.
Ya cansada de seguir dándole vueltas a la situación, que no me ayudaba mucho, debía sacarle provecho de alguna forma.
Jake sin duda era tan imponente que nadie lo contradeciría. Excepto yo. Y eso esta claro. Si el tenia ese poder, yo siendo su prometida, su mujer, debía poseer la misma autoridad. En esta época los miércoles no se encontraba abierto la galería, planeaba poder sacar algunas fotos, algo que darle a recordar a Winter.
—Te juro, Yus, no tenías que tomarte tantas molestias. —Winter me miró con una mezcla de gratitud y desconcierto mientras cargábamos la última caja al pequeño pero acogedor apartamento.
—Oh, vamos, Winter. ¿Qué clase de amiga sería si te dejara sola con estas cajas enormes? —Me encogí de hombros, sonriendo.
—Son solo dos cajas... —murmuró, aunque parecía agradecida de no estar lidiando con ellas sola.
Miré alrededor mientras ella comenzaba a abrir una de las cajas. Su lugar era minimalista, como si hubiera querido empezar de cero. Lo único que había traído consigo era su maleta y esas dos cajas que, sinceramente, eran bastante grandes para "lo esencial".
—¿Qué llevas aquí, ladrillos? —bromeé, ayudándola a abrir la otra caja.
Winter soltó una pequeña risa.
—Libros y algo de equipo para entrenar. Ya sabes, cosas que necesito.
—Ah, sí, claro. Cosas que necesitas para trabajar como guardaespaldas. —Rodé los ojos con una sonrisa—. Aún no entiendo cómo decidiste postularte para eso.
—Sé pelear, Yus. Es algo que se me da bien. —Su tono era serio, pero pude ver un atisbo de orgullo en su mirada.
Me apoyé contra la pared, cruzando los brazos.
—No lo dudo, pero... ¿No te da un poco de miedo no saber quién será tu jefe?
Winter me lanzó una mirada divertida.
—Mientras no sea alguien insoportable, estaré bien.
—Espero que no sea alguien como Alexander. —El nombre salió de mis labios antes de que pudiera detenerme, y Winter dejó escapar un suspiro.
—Con que no sea un idiota egocéntrico y manipulador, me doy por bien servida.
Me acerqué al pequeño escritorio que estaba en la esquina y vi algo que llamó mi atención: un ramo de rosas perfectamente arreglado, con un lazo blanco y un mensaje que no alcancé a leer. Una parte de mi se preocupaba por que Winter pudiera gustarle Alexander, estando encerrada sin probar ninguna emoción fuera de los muros, podría darle a Winter la necesidad aunque no lo quisiera de probar lo prohibido, y temía que saliera lastimada en el proceso.
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Twice Obsession
DragosteJake Donovan nació con todo: un apellido influyente, una fortuna interminable y una reputación impecable. Sin embargo, bajo su imagen de exitoso CEO de Donovan Enterprises, existía otra realidad. En las sombras, él era "The Shadow", un líder temido...