6. Muerto, Cansado y Desgraciable

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«—¡Usted ha sido declarado inimputable, regrese a su lugar!

Golpeó con ese martillo de madera clásico varias veces, cerrando el veredicto, aunque esos golpes ensordecedores que hicieron eco y golpearon contra las paredes hasta los oídos de los presentes solamente marcará el inicio del desorden.

Todo el mundo a su alrededor se abrazaba y lloraba, sollozaba y hasta gritaba atrás suyo, maldiciendo a todo aquel cuál pudiera ser culpado, al juez,

"¡Maldito juez comprado, es obvio, su familia es millonaria!" Gritaban algunos por sus espaldas en el público mientras se iban retirando indignados.

Una madre abrazada de su esposo a su otro lado se rompía en llanto en los brazos del hombre y este la consolaba con unas caricias en su pelo y espalda intentando tampoco derrumbarse para mantenerse fuerte en la situación y que su mujer tuviera de quién sostenerse.

Aunque el niño solo se preguntaba una sola cosa; ¿qué significa eso?

¿Por qué estaba ahí? ¿Quiénes eran esas personas? ¿Yo que he hecho? Solamente tengo quince años.»

...

El cielo se había teñido de gris, gracias a la espesa nube de humo que salía del gran abandonado edificio, el fuego era imparable y comenzaba a esparcirse por todo el suelo, llegando a los árboles secos del alrededor, encendiendo aún más fuerte la llama. Y siendo realmente de madrugada, metidos en lo profundo de la zona más abandonada de la ciudad nadie se molestó en ir a salvar el montón de vidas que habitaban el gran lugar.

Todo ardía y se calcinaba reduciéndose a miles de cenizas sin nombre, esparcidas por el aire y plantadas en la tierra, más tarde serían abono de nueva vida y el siclo se volvería a repetir.

Aunque las quemaduras en su cuerpo le despertaron, le hicieron retorcerse cuando el fuego llegó a su cuerpo, punzadas de dolor mientras su casi cadáver era rodeado por un intenso calor agobiante.

Sus blancos ojos brillantes se abrieron luego de casi siglos mientras desesperadamente movía sus brazos en busca de equilibrio; tendría que escapar, su cuerpo realmente era muy resistente, pero jamás inmortal, moriría cocinado y sus restos se unirían a los de cientos más.

Mientras sentía miedo y sudor bajando por su sombría cara aleteo con sus brazos incendiados, eso dolía y bastante, temblando y sollozando.

Un chillido tan fuerte para escuchar al rededor de miles de kilómetros salió de su gran boca perturbadora, un sonido como de un pájaro silvestre pero tomando un tono retorcido y tenebroso, pareciéndose más al un rugido de algo nada parecido.

Entre llamas y calor; como un hermoso y majestuosos fénix recién renacido, con sus enormes alas extendidas en el aire cubiertas por el incendio doloroso que lo hacían parecer como un fuego artificial en camino al cielo y acabar como una explosión colorida, escapó del incendio entre quejidos desesperantes.

Logrando volar de manera dudosa un par de metros hasta estrellarse contra la copa de los árboles y caer rendido.

Auch.

...

"Tienes que hablar con él"

Le recordaba su vocecita interna balbuceante, cierto, tenía pendiente una conversación que él programó para la madrugada.

Él vivía muy alejado de la ciudad por su protección; un lugar que él mismo se tomó el tiempo de buscar y decorar para que su peón viviera feliz y cómodo, sin preocupaciones.

Era demasiado de noche, sus ojos pensaban de sobremanera, pero no tenían necesidad de cerrarse y dormir, podía mantenerse despierto las veinticuatro horas del día si deseaban; aunque eso significa la muerte de su cuerpo y los lloriqueos de su mente.

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⏰ Última actualización: Oct 01 ⏰

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