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Al abrir la puerta, la música infantil se escucha sobre una voz que suplicaba cesara el lamento de su hija.

Sergio no prestó atención y se movió por la casa hasta encontrar a un chico de piel pálido al borde del llanto.
Tenía el pelo lleno de papilla, la ropa arrugada y mojada de lo quería suponer era leche.

Mecía a la bebe de un lado a otro.
Había un montón de juguetes esparcidos por la habitación y biberones llenos.
-¡la baca hace muu!- susurraba.
-si dejas de llorar yo te doy un millón- el intervino antes de que aquel joven se pusiera a llorar verdaderamente.

-eres un asco- le reprochó Max en broma, pero el chico le lanzó una mirada llena de furia.
El llanto del bebé disminuyó pero no paró.

-¿quien tiene hambre?- cuestiono Sergio con voz infantil, aquellos inocentes ojos lo ven como si se estuviera quejando.

El azul oscuro parece reprocharles que la han dejado solo y no con alguien de su agrado.
Aquello le causó gracia, sin duda era la hija de Max... de Max y de él.

Se desabrocho los primeros botones de la camisa y atrajo a la bebé.

Se sintió tan familiar.
El aroma a talco y el suave aroma de un perfume infantil.
Extiende sus manos para tomar el bebé y en su mente pudo escuchar la voz de una mujer que le explicaba cómo hacerlo, para que ambos (madre e hija ) estuvieran cómodas.

El desconocido lo estaba sosteniendo al momento siguiente.
Estaba mareado y su cabeza punza en señal de que pronto comenzará a doler, apretó a la bebe más para protegerla.

Ella seguía tomando su leche sin saber que estaba pasando.
-¿necesitas que regresemos al hospital?- le cuestiona Max, hay una intensa tormenta entre miedo y preocupación en sus ojos azules.
El no quería hacerlo, le ponía nervioso aquel lugar.

Así que niega despacio para no marearse.
-esta bien... estoy bien- se sentó en el sofá y se dedicó a darle de comer a su hija.
La bebé ignora por completo la situación, sus manitas buscan aferrase como pueden a la camisa de su madre y sus ojos parpadean queriendo quitarse las lágrimas.

-Sergio el almuerzo está listo- se escuchó.
La bebe se había quedado dormida entre sus brazos y verla lo tranquilizaba de una forma que lo hacía adormecer.

-vamos, deja que te ayude con la bebe- el chico que la primera vez se apareció en el parque junto a Max estaba frente a él.
El se retrajo más en su lugar, no quería que le quitaran a su hija.
No lo conocía... o más bien no lo reconocía.
-la pondré en este porta bebés para que puedas comer- le explico con delicadeza.
Parecía que le dolía el hecho de que Sergio lo desconociera.

Se levantó de su lugar y con cuidado la puso en aquel porta bebés, la niña se removió un poco pero no se despertó.
-Ella es muy tranquila si su madre está cerca- las palabras estaban llenas de cariño.

Se sentaron en la isla de la cocina, Max estaba hablando afuera con Christian.
Una mujer mayor seguía moviéndose por la cocina haciendo magia, por que olía tan bien.

-su café señor Verstappen- le pasó una taza azul marina con líneas blancas.
Sorbió y se sintió extraño, aquel café era para el.
Con ese toque a canela que el solía decir era navidad.

Su hermana solía decirle que era tonto, pero también era la única que parecía importarle como se sentía.

-¿que pasó con mi familia?- pregunto sin poder contenerse.
La mujer de antes se subió los lentes con su mano derecha mientras la izquierda dejaba frente a él, un plato de panqueques.

Los dos chicos a la orilla dejaron de comer.
-tu familia está aquí Sergio- hablo uno de ellos.
Y aunque aquello sonaba a la defensiva, el castaño sentía que era verdad.

-¿quienes son ustedes?- tomó otro sorbo de su taza y dejó que el sabor lo tranquilizara.
Ellos ya habían sido informados como todos.

Sergio no tenía memoria de los últimos años.
Y aún así no pudieron resistir la tristeza que los atravesaba.

-el chico de antes es Óscar y el pálido de cabello castaño es Patricio, pero le decimos Pato- sus ojos se encontraron con la cuarta persona en la cocina.

-¿Charles?- lo conocía por que había estado en el hospital.
El monegasco sonrió y extendió su manos como presentándose.

-en vivo y en directo- se pasó por el lugar como si fuera su casa y se sirvió su propia taza de cafe.

-¿Pato? Como un animal- el chico sonrió.

-también soy de México- aquello llamo por completo la atención de Sergio.
Comenzaron una plática en su idioma natal sobre cualquier cosa que no fuera el pasado del mayor.
Sergio se siente tranquilo y por primera vez se permite relajarse y sonreír.

Aún sabe hablar español.
Aún puede entenderlo y el chico delante de él parece ser tan amable...

-dejen de hacer eso o pensaré que se están secreteando sin ser prudentes- Max estaba de nuevo dentro tomando asiento a su lado.
-¿no tienes una casa?- Charles actuó como ofendido ante aquella pregunta, pero es más que claro que no lo está ya que se sigue sirviendo el almuerzo y besa su mejilla cuando toma asiento juntado a Sergio.

El ambiente lo hizo sentir fuera de lugar.
Todos ahí parecían una familia aunque ninguno de ellos pareciera compartir línea sanguínea.

En sus veinte años Sergio nunca se había sentido así en los almuerzos de su casa.
Incluso el los evitaba, saliendo antes a la escuela.

Volvió a beber de su café.

Jugaba con la comida, antes de poder dar un bocado.
Reía con ellos, quienes siempre buscan la manera de adentrarme a la conversación.

Su cabeza se va ha blanco... hay otro recuerdo asalto su mente.

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Holaaa!!

¿Cómo los trata la vida?

¿Que les parece el capítulo?
Yo sé que se ve más como relleno pero en eso andamos para mejorar.

Regrese... jajajajajaja.

Cuídense y nos leemos luego 👋

Todo parece maravilloso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora