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Sus ojos se abren por el ruido de un bebé que balbucea.
Sergio está en la misma cama de antes.

No sabe si aquello fue parte de un sueño.
No, aquello fue un recuerdo y aquello solo lo hace llorar.
Fue tan real que casi se lo cree.

No puede seguir con todo eso ¡tiene que despertar por que ya se ha encariñado lo suficiente!
-¿estás mejor?- Max le pregunta desde la puerta.
Sus expresivos ojos azules reflejan preocupación al notar que hay varias lágrimas pintando las pecosas de su esposo.

Su cuerpo se recarga en el marco de madera lleva  un pantalón de pijama a cuadros y una sudadera blanca, en sus brazos está la causante de que despertara.

Su bebé juguetea con una de las manos de Max, es tan extraño verlo así.
Como una persona normal.

-¿me dormí?- se va levantando para poder recargar su peso en el respaldo de la cama.
No tenía noción del tiempo y aquello lo ponía nervioso.

-perdiste la conciencia por un par de horas- Sergio se acaricia los cabellos.
Siente que fue mucho más.
-tu cabeza se estrelló en el plato, nos diste un buen susto pero el médico dijo que podría ser por el cansancio ya que no dormiste bien- se acercó hasta el y tomó asiento.
La bebe estaba tan tranquila jugueteando con los cordones de la sudadera que llevaba puesta.

-llame al antiguo número de mi casa- le confiesa por que siente que tiene que hacerlo.
Max se levanta, irguiéndose en su máxima estatura, ha cambiado su mirada de un momento para otro.
Se ve tenso y furioso a la vez.

-¿que te han dicho?- pregunta mucho más tranquilo, por que no puede enfurecerse o lo asustara.
Tiene que mostraste serene y guardarse su rabia.
Sergio parece no recordar todo el mal que le hicieron y tal vez sea mejor que su mente no lo traiga de vuelta.
El silencio lo está consumiendo.

-que no volviera a marcar- y aunque trata de ocultar su rostro bajando la mirada, Max puede ver la tristeza en sus facciones.
La bebe comienza a incomodarse sintiendo como cada vez más el ambiente se oscurece.

-pásame a Amelia- pide Sergio alzando sus brazos.
Abre sus ojos castaños con asombro.
No ha tomado en cuenta que hasta el momento el no sabía cómo se llamaba su propia hija.
Aquello lo hace llorar, una parte de él se está liberando de la una culpa y cubriendo con amor.
-yo... yo se como se llama- su sonrisa angelical hace que Max también llore.
Hay una emoción genuina en su voz.

El rubio se acerca para besar la frente de su esposo, temiendo que el latino se aleje.
Pero Sergio acepta la muestra de cariño sin discusión o malicia.

En los brazos de su madre, ella vuelve a balbucear.
-estaremos bien- habla  conteniendo las lágrimas.

Sergio se anima a besar a su esposo al recordar las palabras llenas de amor que ha tenido su cabeza antes.
-¿esto salda la deuda que tenía contigo en Brasil?- en su voz hay cierta felicidad.
El más alto lo observa confundido y luego se deja caer en la cama riendo.

-¿que tanto recuerdas?- el anhelo en su voz hace que Sergio se sienta culpable.
El mismo está cayendo en su propia mentira, en la mentira de aquella perfecta familia que no existe.

-ganaste... y... yo tenía miedo- las manos del neerlandés buscan la única que está libre del castaño.
-No sabía si tú querías esto- su tono de voz no es nostálgico, por que el castaño está feliz al recordar aquellas palabras tan bonitas por parte del piloto.
-eres más de lo que merezco Max... mucho más-

Hay un beso que solo se ve interrumpido por las protestas molestas de un bebé.
-no vuelvas a decir eso- lo regaña, sus frentes se tocan buscando como pueden la cercanía.
-somos lo justo... lo que merecíamos-

Todo parece maravilloso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora