𝒊𝒊𝒊. isn't a crime?

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𝕮APITOLO  𝔗RE    :isn't a crime?    ♱

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𝕮APITOLO  𝔗RE :
isn't a crime?    ♱





             ¿ACASO ERA UN CRIMEN? Tener pensamientos impuros con tan sólo una voz masculina que pertenecía a la orden religiosa e iba en contra de tus principios. ¿Acaso era un crimen? No poder sacar de tu mente aquella grave voz grotesca y burlesca que resonaba a
cada rato en tu cabeza sin previo aviso.

No sería la primera vez que Charlotte se acostaba con un sacerdote, sin embargo, aquella vez no era consciente de ello, esta vez, que lo era. Y tanto que lo era, pues la morena se dirigía a paso lento pero al mismo tiempo apresurado al lugar que se convertiría en su lugar de visitas diario.

Como bien había mencionado su mejor amiga,
la suerte estaba echada, y Charlotte tenía todas las de tomar, había puesto sus cartas sobre la mesa y no iba a levantarse hasta ganar aquella
partida. Aunque aquello provocase que
cometiera otro pecado grave, pero la que pecadora nace, pecadora sería por el resto
de su lujosa vida.

Tenía todo lo que cualquier chica podría desear, aún así, aquella sed de querer más la saciaba, deseaba más, anhelaba poder conocer en profundad aquella voz misteriosa de la quedó cautivada aún pasando por una situación vergonzosa y, de cierto modo, cómica.

Llegada al gran portón, deshizo su coleta
dejando caer sus mechones castaños a ambos costados, sacó su pequeño espejo de chanel y
se pintó los labios de rojo carmín, color considerado como el color del amor, el calor, la energía y la afección. Aunque el rojo carmesí también era un color que representaba la sangre, por lo que también se encontraba emparejado al dichoso deseo de la lujuria.

Al parecer, había llegado a la hora indicada,
pues se estaba celebrando una misa en el
interior de la parroquia. Un cura que parecía ser el padre que oficiaba la gran ceremonia, se encontraba acompañado de una serie de monaguillos quienes observaban al público, escuchando las palabras del sacerdote.

Charlotte se sentó en uno de los banquillos al final, justo al lado de la entrada y admiró con atención las palabras del sacerdote. Hacía siglos que no acudía a una misa, y aquellas palabras viajaban por su mente, recordando pequeños momentos de su niñez.

Un nudo se formó en la garganta de la morena, recordando con dulzura a sus abuelos mientras rezaban un rosario. Aquellas palabras de su querida abuela inundaron sus pensamientos.

Sabía que lo que hacía no era del todo ético, y mucho menos correcto. Pero su sed y voluntad eran inquebrantables y necesitaba sacar la voz de aquel dichoso aprendiz de su cabeza de una vez por todas.

Observó a los ayudantes del sacerdote uno por uno. Algunos sobrepasaban en altura al cura, otros se encontraban distraídos mirando al techo.

Una figura en especial captó la atención de sus ojos castaños. Pero aquel joven no se encontraba entre los monaguillos, permanecía sentado en la primera fila de los banquillos, mientras sostenía lo que parecía ser un rosario con notable devoción.

Su cabello era algo largo, de un color castaño claro, era alto y robusto, con facciones
masculinas y una mandíbula marcada. Vestía entero de negro, con una camisa abotonada
hasta el cuello y zapatos de cuero del mismo color.

El hombre sintió una mirada clavada en su
nuca, cuando giró su cabeza levemente intentando averiguar de quién provenía esa atenta mirada. Charlotte se agachó inconscientemente, rogando para sus adentros
si había conseguido verla, pero sus ruegos
fueron en vano, pues el joven clavó su mirada
en ella intensamente, volviéndose de nuevo
hacia el altar.

Pasados unos minutos, el sacerdote invitó al hombre a subir hacia el altar para poder recitar
el salmo diario. Éste se levantó con decisión y caminó hacia el cura. Levantó el micrófono a la altura de sus labios, carraspeó un poco y elevó su mirada al público.

Todas las mujeres presentes en aquella ceremonia abrieron los ojos instantáneamente. Aquel hombre poseía una belleza fuera de este mundo, con un semblante serio y varonil, tenía clavado en su rostro a todo el público femenino.

Aquello no pareció intimidarle demasiado, por lo que prosiguió con su lectura, haciendo caso omiso de las intensas miradas. Charlotte no habría sido la excepción, pues también quedó anonada con aquel joven, ¿cómo podía quedarse ahí de pie, leyendo con tranquilidad, cuando tenía a todas las mujeres, algunas de ellas hermosas al ojo humano, mirándole de manera promiscua?

Cuando comenzó a leer la lectura, un instinto familiar recorrió su interior. Aquella voz le sonaba pero no podía descifrar con exactitud
de dónde provenía. El tono cínico y burlesco en
su voz, poseían algo que retumbaba a todo aquel que la escuchase.

No puede ser. pensó. Sabía de quién se trataba, nunca lo habría imaginado. La morena
se levantó de su asiento, haciendo resonar sus tacones de Yves Saint Laurent por todo el templo y se dirigió hacia la salida cuando volteó su rostro para mirar por última vez al que había sido dueño de sus pensamientos más impuros, encontrándose con unos ojos marrones que
la observaban al mismo tiempo.

Intercambiaron miradas por varios instantes, la tensión se palpaba en el ambiente, cuando en aquel preciso momento, Lottie se preguntó, ¿acaso era un crimen mirar de esa forma tan lasciva a aquel hombre? Juzgando por su discreta vestimenta, sabía que no era un simple creyente, aquel joven sin duda pertenecía a la orden religiosa.

Lo que no sabía la modelo, es que él se quedó observándola fijamente por unos minutos más, admirando cada curva de su preciosa figura femenina alejándose lentamente. Podía
reconocer el distinguido sonido de sus tacones.

Sin duda, eres tú.



[n/a] no sabéis las ganas que tenía de publicar este capítulo. por fin se conocen! bueno técnicamente han intercambiado miradas pero dios he sentido la tensión hasta aquí manas, espero una vez más que lo hayáis disfrutado tanto como yo, un besazo y hasta el próximo capítulo!

UNHOLY       ♱         NICHOLAS CHÁVEZ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora