𝒗𝒊𝒊𝒊. desire to sin

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𝕮APITOLO  𝔒TTO    :desire to sin    ♱

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𝕮APITOLO  𝔒TTO :
desire to sin    ♱





             Y DE PRONTO, el arduo deseo se convirtió en el más impuro de los pecados. El padre alexander comenzaba a darse cuenta de
las atrocidades que había cometido. Su cabeza
no podía más envuelta en el peso de conciencia y remordimiento. Su mente se encontraba revuelta por mil demonios.

— Oh, padre, señor de los cielos, perdona a este humilde sacerdote, porque he pecado. Me gusta una mujer y no sé qué hacer, mi cabeza está hecha un lío. Intercede con tu poder misericordioso y muéstrame el camino correcto. — Nicholas admiraba el templo con fe y fervor.

La culpa lo carcomía por dentro, pero necesitaba más de ella, la deseaba.

Oh cariño, no ores más, yo seré tu predicador.
Y seguiré guiándote, si sigues llevándome a tu habitación.

Al otro lado de la ciudad, una morena de finas curvas y tacones de cuero, se encontraba de compras en la quinta avenida con su mejor amiga.

— Entonces, por fin ha sucedido, por fin te tiraste a tu amado sacerdote. — Ludovica miró divertida a su amiga.

— Y no sólo eso Vics, llevamos viéndonos en secreto un par de semanas. Ese hombre y su mirada lasciva me encienden. — Charlotte sonrió feliz, complaciente de haber cumplido su fantasía al fin.

— Eso está genial, Lottie. Pero, ¿y ahora qué harás? Sabes que eso está en contra de sus principios, y más habiéndose ordenado recientemente.

A pesar de lo mucho que odiaba admitirlo, Ludovica tenía razón. Charlotte sabía que en el fondo lo que estaba haciendo no era del todo ético y correcto. Había corrompido un alma pura y profanado su cuerpo. Pero el deseo y la lujuria que la envolvían era mucho más fuerte que cualquier pensamiento.

— Sabes que podrían llegar a enterarse la iglesia y destituirlo de su cargo, ¿no? — Ludovica miró de reojo a la morena mientras admiraba unos vestidos de Prada.

Charlotte no respondió, tan sólo se limitó a asentir levemente. Arrugó su nariz y tensó su mandíbula, reflexionando sobre las graves consecuencias que tendrían sus actos si alguien más se llegase a enterar.

— Creo que lo mejor es que lo habléis en persona y reflexionéis sobre ello. Tarde o temprano, tendrá que elegir aceptar que siga su camino de sacerdote o dejarlo todo atrás e irse contigo. ¿Estás dispuesta a asumir las consecuencias?

Charlotte no lo tenía muy claro. — Sí, o al menos eso creo. Estoy confundida. Su mirada hace que mi corazón lata con intensidad y mis piernas tiemblen con su roce. Necesito más de él, ya es demasiado tarde para dejarlo.

— ¿Vendrás luego al desfile? — preguntó la morena. Hoy era el esperado desfile de Victoria Secret. Tras un pequeño parón, el desfile más glamuroso de todos los tiempos había regresado, y con una nueva estrella de la mano.

— La pregunta ofende, cara mia. Claro que estaré, apoyándote desde primera fila. — ambas modelos saltaban y chillaban de emoción.




EN LA IGLESIA, Nicholas decidió convocar una reunión con los jefes supremos de la orden religiosa. Tras rezos y rezos, decidió que lo mejor era confesar su pecado y abandonar el puesto de sacerdote. Al fin y al cabo, fueron sus padres quienes lo obligaron a meterse al sacerdocio tras dedicar su vida a la fiesta, las drogas y el alcohol.

— Padre Alexander, el pecado que ha cometido
es muy grave. Sabe que si no hubiera sido consentido, ahora mismo estaría cumpliendo pena de prisión. No obstante, valoramos tu valentía y sinceridad por habérnoslo contado.
Te destituiremos de tu orden, pero sigue siendo bienvenido en nuestra comunidad. Que el señor, todo poderoso, te eleve en su misericordia y te lleve por el buen camino. Puedes ir en paz, hijo.
— uno de los sacerdotes posó su mano sobre el hombro del joven, inspirándole confianza.

— Gracias padre por su comprensión, lo tendré
en cuenta. — sin nada más que decir, Nicholas
se despojó de su casulla y se la entregó a sus superiores, dando de nuevo las gracias y se marchó.

Estaba convencido de que la decisión que había tomado era la correcta. Ninguna mujer en su vida la había cautivado tanto como lo había hecho Charlotte. Siempre tuvo pequeños amoríos que no se alargaban más que unos pocos meses por la falta de compromiso de éste. Pero, sin embargo, esta vez quería ir en serio.

Feliz de haber podido elegir su propio camino, Nicholas se dirigió al apartamento de su chica, dispuesto a contarle la nueva noticia. Tras dar unos leves toques a la puerta, se encontró con
una Charlotte despampanante, vestida de lentejuelas y con un maquillaje y cabello deslumbrantes.

— Diablo, Charlotte. Estás increíble. — Nicholas tomó suavemente la cintura de la morena, atrayéndola más hacia él mientras la besaba
con pasión.

— Me encantaría poder seguir esta conversación, pero justo me pillas con prisa. Tengo un desfile que me espera. — antes de dejar que se fuese, Nicholas tomó rápidamente su mano.

— Espera, antes de irte, debo de confesarte una cosa. — la miró fijamente.

Cuéntame tus confesiones, nena, ¿qué es lo
peor? Bautiza en tus muslos hasta que te duela.
Porque estoy a punto de llevarte de regreso a
la iglesia.

Ella parpadeó confundida. — ¿Qué es lo que tienes que decirme?

— Nena, ya estoy aquí. — una figura masculina hizo su aparición en escena.

¿De quién podría tratarse?




[n/a] AAAH, quien adivine quién es, subo mañana mismo el siguiente capítulo. espero
que lo hayáis disfrutado nenis, un besazo!

UNHOLY       ♱         NICHOLAS CHÁVEZ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora