El eco de las sombras

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Damon se despertó en el suelo, su cuerpo adolorido pero sorprendentemente intacto. A su alrededor, el bosque parecía en calma, como si la feroz batalla contra el espectro y Luca hubiera sido solo una ilusión. Isabel estaba tendida a su lado, su forma humana recuperada, pero su respiración era rápida y entrecortada.

—Isabel —murmuró Damon, arrastrándose hacia ella—. ¿Estás bien?

Ella abrió los ojos, que aún reflejaban el resplandor de su forma de fénix. Aunque estaba exhausta, le dedicó una sonrisa débil.

—Sí, estoy bien. Solo... cansada.

Damon la ayudó a levantarse, sus manos temblando ligeramente. La batalla había sido brutal, y aunque habían ganado, el precio había sido alto. Isabel y Damon estaban heridos y necesitaban descansar.

—Debemos encontrar un lugar seguro —dijo Damon, tratando de mantenerse firme—. No sabemos si habrá más amenazas.

Isabel asintió, apoyándose en él mientras caminaban lentamente hacia un claro cercano. La noche había caído completamente, y la oscuridad del bosque parecía más opresiva que nunca. Los árboles, aún humeantes por el fuego de Isabel, parecían formar una prisión alrededor de ellos.

Mientras avanzaban, Damon no podía dejar de pensar en la conversación que había tenido con Luca y el espectro. El destino, el equilibrio, todo eso era más complejo de lo que había imaginado. Pero había algo más que lo inquietaba: la posibilidad de que Isabel estuviera en peligro no solo por él, sino por fuerzas mucho mayores.

Finalmente, encontraron un pequeño refugio, una cueva oculta entre las rocas. Damon la preparó lo mejor que pudo, utilizando ramas y hojas secas para hacer un lecho más cómodo. Isabel se tumbó, su energía aún baja pero aliviada por el descanso.

—Damon —dijo Isabel, sus ojos fijos en el fuego que Damon había encendido—. ¿Qué vamos a hacer ahora?

Damon se sentó a su lado, su expresión grave.

—No lo sé. Luca dijo algo sobre el equilibrio y el destino. ¿Qué significa eso para nosotros?

Isabel cerró los ojos, tratando de encontrar las palabras adecuadas.

—El fénix es una criatura que existe para mantener el equilibrio en el mundo mágico. Nuestro fuego puede purificar, pero también puede destruir. Quizás... quizás estamos en el centro de algo mucho más grande de lo que pensamos.

Damon tomó su mano, sus dedos entrelazados con los de ella.

—Lo que sea que esté pasando, lo enfrentaremos juntos. No me importa lo que diga el destino. Lo único que importa es lo que tú y yo decidamos.

Isabel le sonrió, una expresión llena de gratitud y amor. Aunque el futuro era incierto, sentía una profunda conexión con Damon. La forma en que él se mantenía firme a su lado, incluso en medio de la adversidad, le daba una esperanza que no había tenido antes.

De repente, un sonido en la entrada de la cueva hizo que ambos se pusieran alerta. Damon se levantó rápidamente, su mano en la empuñadura de su espada, mientras Isabel se preparaba para transformar su poder.

—¿Quién está ahí? —gritó Damon, su voz resonando en el espacio cerrado.

La figura que apareció en la entrada era inesperada. Era una mujer anciana, su cuerpo encorvado por la edad pero sus ojos brillaban con una inteligencia aguda. Llevaba una capa de viaje y sostenía un bastón adornado con símbolos mágicos.

—No teman —dijo la anciana con una voz calmada—. No estoy aquí para hacerles daño.

Damon bajó su espada, aunque aún estaba alerta.

—¿Quién eres? —preguntó, su voz tensa.

—Mi nombre es Luz —respondió la anciana—. He venido a advertirles sobre lo que se avecina. He sentido la perturbación en el equilibrio y sabía que encontraría a los responsables aquí.

Isabel se levantó, sus ojos llenos de curiosidad.

—¿Qué sabes sobre el equilibrio? —preguntó ella.

Luz se acercó lentamente, su mirada llena de comprensión.

—Mucho más de lo que desean saber. El espectro que enfrentaron es solo una manifestación de un desajuste mayor. Algo está alterando el balance entre el mundo mágico y el mundo mortal. Y ustedes, Damon e Isabel, están en el centro de esta tormenta.

Damon frunció el ceño, su mente corriendo a mil por hora.

—¿Cómo podemos detenerlo? ¿Qué debemos hacer?

Luz se sentó frente a ellos, su expresión grave.

—Para restaurar el equilibrio, deben enfrentar los desafíos que les esperan. Pero también deben comprender lo que significa su vínculo. No es solo una conexión personal, sino una parte crucial del equilibrio que debe ser protegido.

Isabel miró a Damon, su mano apretada en la suya.

—¿Estamos destinados a ser parte de esta lucha? —preguntó ella.

Luz asintió lentamente.

—Sí. Su amor y su destino están entrelazados de una manera que puede salvar o destruir el mundo. Deben estar preparados para lo que viene.

Damon miró a Isabel, su corazón lleno de determinación. Aunque el camino por delante era incierto, sabía que enfrentaría cualquier cosa con ella a su lado.

—Entonces lo haremos —dijo Damon—. Lo enfrentaremos juntos, pase lo que pase.

Luz sonrió, una expresión de esperanza en sus ojos.

—Buena suerte, entonces. El equilibrio depende de ustedes.

Con esas palabras, la anciana se desvaneció en la oscuridad, dejando a Damon e Isabel solos una vez más. Aunque las palabras de Luz eran inquietantes, también les daban una claridad inesperada. Su misión estaba apenas comenzando, y lo que los esperaba sería más peligroso de lo que habían imaginado.

Pero mientras estaban juntos, sabían que podían enfrentar cualquier cosa.




¿Damon y Isabel tendrán un futuro juntos?

Amor inmortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora