Llamas en la oscuridad (continuación)

2 0 0
                                    


Damon jadeaba mientras se apoyaba en su espada, sus pulmones buscando aire en medio del caos. El bosque, que alguna vez fue tranquilo, ahora estaba envuelto en el eco de la batalla. Las llamas de Isabel, en su forma de fénix, iluminaban la noche con un brillo feroz. Pero incluso en medio de todo el fuego y la destrucción, Damon no pudo evitar sentirse fascinado por ella. El poder que emanaba, la belleza de su vuelo, y la pasión con la que luchaba por él.

Pero Luca no había terminado.

A lo lejos, Damon vio cómo el cazador rival se levantaba entre las sombras, su rostro desfigurado por la rabia. Aunque estaba herido, Luca no iba a detenerse. No mientras su objetivo, el fénix, todavía viviera.

—¡Esto no ha terminado, Damon! —rugió Luca, con la espada levantada hacia el cielo—. ¡Vas a pagar por traicionar a tu propio linaje!

Damon se preparó para el siguiente ataque, su cuerpo dolorido, pero su resolución más fuerte que nunca. No le importaba lo que Luca dijera. Su corazón ya había hecho su elección, y esa elección era Isabel.

Antes de que Luca pudiera atacar de nuevo, el cielo se abrió en un estruendo. Una tormenta de energía mágica envolvió el claro, forzando a todos los presentes a retroceder. Incluso Isabel, en su forma de fénix, tuvo que retroceder en el aire, sus alas batiendo con fuerza para mantenerse en vuelo.

—¿Qué demonios...? —murmuró Damon, con la mirada al cielo.

De entre las nubes oscuras, una figura emergió. Era un ser envuelto en sombras, un espectro antiguo que irradiaba poder. Luca parecía sorprendido, pero su sonrisa maliciosa volvió a aparecer.

—Así que ha llegado, finalmente —dijo Luca con un tono triunfal—. El guardián del destino.

Damon sintió una sensación de frío recorrerle la espalda. Había oído hablar de ese ser, una fuerza oscura que aparecía solo en momentos críticos, cuando el destino de los cazadores y sus presas estaba en juego.

El espectro habló con una voz profunda y resonante, dirigiéndose tanto a Damon como a Isabel.

—Han roto el equilibrio —dijo la entidad, flotando por encima de ellos—. El cazador y la criatura no pueden coexistir. El destino dictará su fin.

Damon se adelantó, aunque sus piernas temblaban por la fatiga.

—No creo en tu destino —escupió, desafiando al espectro—. Isabel no es solo una criatura. Ella es más que eso. ¡Y no permitiré que nadie la toque!

Isabel, aún en su forma de fénix, emitió un grito agudo, y sus llamas se intensificaron. A pesar del poder del espectro, Damon sintió una oleada de fuerza renovada. Isabel estaba con él, y juntos, iban a enfrentarlo.

Pero el espectro no se inmutó.

—Todo lo que comienza, debe terminar —declaró la figura oscura, extendiendo una mano hacia Isabel—. El fénix debe renacer, pero solo de la muerte.

Damon no lo permitiría. Su corazón martillaba en su pecho mientras corría hacia Isabel, dispuesto a interponerse entre ella y el espectro.

—¡No! —gritó, levantando su espada en un último intento por protegerla.

El espectro lanzó una ráfaga de energía oscura que lo golpeó con una fuerza devastadora. Damon salió volando, estrellándose contra un árbol cercano. La oscuridad envolvió su visión, y por un momento, pensó que todo había terminado.

Pero Isabel no iba a rendirse tan fácilmente.

En un destello cegador, su forma humana reapareció en medio del fuego, y en sus ojos brillaba una furia como nunca antes. Caminó hacia Damon, quien yacía herido en el suelo, y lo cubrió con su cuerpo, protegiéndolo de la energía oscura.

—No me importa lo que el destino diga —susurró Isabel, con lágrimas de fuego corriendo por sus mejillas—. Te amo, Damon. Y lucharemos juntos, hasta el final.

Damon, aturdido pero consciente de sus palabras, intentó hablar, pero Isabel lo silenció con un suave beso en los labios. El mundo a su alrededor pareció desvanecerse, y solo quedaron ellos dos, envueltos en ese momento de vulnerabilidad y amor. Un amor que trascendía la lógica y el deber.

Isabel se levantó, su cuerpo ardiendo una vez más, pero esta vez, su poder parecía diferente. Más fuerte, más puro.

—Si este es el final, que así sea —dijo Isabel, alzando sus brazos al cielo, invocando toda la fuerza de su fuego—. Pero no caeremos sin luchar.

El espectro se preparó para atacar de nuevo, pero Isabel fue más rápida. Lanzó una ola de fuego que iluminó el cielo, obligando al espectro a retroceder. Luca, aún tambaleante, intentó atacar por detrás, pero Damon, encontrando fuerzas en su interior, se levantó de un salto y lo detuvo.

—¡Esto es por todo! —exclamó Damon mientras cruzaba espadas con Luca una vez más.

Ambos lucharon con fiereza, pero esta vez Damon tenía una ventaja. Su voluntad, fortalecida por su amor por Isabel, lo hacía invencible. Con un último movimiento, desarmó a Luca y lo arrojó al suelo.

Mientras tanto, Isabel continuaba enfrentándose al espectro, sus llamas resonando con una furia incandescente. La energía oscura del ser intentaba consumirla, pero Isabel no se rendía. Su amor por Damon, su deseo de vivir libre junto a él, la impulsaba a seguir luchando.

Finalmente, con un grito ensordecedor, Isabel liberó todo su poder en un estallido de luz y fuego que consumió al espectro por completo. El bosque quedó en silencio, solo el eco del poder de Isabel reverberaba en el aire.

Amor inmortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora