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Han transcurrido dos semanas y todo está yendo de maravilla

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Han transcurrido dos semanas y todo está yendo de maravilla. Dominic y yo hemos estado viéndonos con frecuencia, compartiendo historias de nuestras vidas, y él me ha estado brindando varios consejos. Lo he llegado a conocer más a fondo y debo reconocer que me agrada. Sin embargo, las chicas han estado algo extrañas, especialmente Grace. Rebekah sigue igual que siempre, mientras que Paeton se divierte con un chico cada vez que tiene la oportunidad.

El timbre suena, y me encamino hacia mi próxima clase, la de Dominic. Al entrar, me instalo en mi habitual asiento del fondo. Él entra unos minutos después, y una sonrisa se escapa de mis labios sin que me dé cuenta; al darme cuenta, me ruborizo y hago una mueca.

-Estás loca, Megan -me digo en voz baja mientras suspiro.

La clase avanza con normalidad. Cuando termina y todos salen, me tomo un momento para organizar mis cosas. Me levanto y, al dirigirme a la salida, su voz me detiene.

-¿Qué tal tu día? -me doy la vuelta, curiosa.

-Igual que siempre, estresante -respondo, viéndolo sonreír-. ¿Y tú?

-Bien -dice de manera sencilla.

Suspiro y me acerco un poco más a él.

-¿Cuándo te irás? -pregunto, intrigada.

-Aún no lo sé -me responde, suspirando y tomando mi cintura para atraerme a el-. ¿Y el trabajo que le entregaste a Artur?

-Todo bien, al final tuvo que darme la calificación máxima -le sonrío de lado, mientras envuelvo mis brazos alrededor de su cuello.

-Me alegra saberlo -suspira-. ¿Tienes planes para hoy?

-Mm, sí, mis amigas me arrastraron a aceptar ir a una fiesta -hago una mueca.

-Parece que no te entusiasma la idea -observa, tratando de contener la risa.

-Odio las fiestas -hago un puchero-. De todos modos, debo irme. Nos vemos -sonrío y salgo corriendo del salón.

-Te salvaste esta vez, Megan...

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Al llegar al departamento, entro en silencio, esperando que no me noten. Sin embargo, mis esperanzas se desvanecen al encontrarme con las chicas frente a mí.

-¿Creías que podrías escapar? -dice Rebekah con una sonrisa burlona.

-Pues no, querida, de esta no puedes escapar -concluye Paeton, arrastrándome hacia mi habitación.

Una vez allí, me suelta el cabello y las chicas intentan quitarme la ropa.

-¡Eh, detente! -exclamo, golpeando sus manos-. Puedo desnudarme sola -las miro con desdén.

Me quito la ropa y entro al baño para darme una larga ducha que me relaje. Después de un rato, salgo envuelta en una toalla y veo a las chicas registrando mi armario.

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