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—¿Qué coño hacen aquí? —pregunto, lanzando una mirada desafiante a los dos doctores que se han presentado inesperadamente

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—¿Qué coño hacen aquí? —pregunto, lanzando una mirada desafiante a los dos doctores que se han presentado inesperadamente.

—Buenos días para ti también, querida Megan —responde Andrew con una sonrisa audaz, mientras me lanza una mirada que no puedo evitar fulminar.

—Buenos días, doctora Megan —sonríe, casi burlón, Dominic, reconociendo la tensión en el aire—. Hay una urgencia que requiere de tu atención.

Desvío la mirada hacia Bratt, que observa la escena con una mezcla de curiosidad y confusión.

—Como pueden ver —me acerco a Bratt y le doy un beso suave— tengo una cita con mi novio. —Le sonrío a él, notando la molestia que comienza a hervir bajo la superficie de su rostro.

—¿Quiénes son ellos? —pregunta Bratt, con su voz cargada de desconfianza.

—Son doctores del hospital, y mis superiores —le explico, tratando de mantener la calma en mi tono.

—Un placer conocerlos, soy Bratt, el novio de Megan —dice, extendiendo su mano con confianza.

Sin embargo, Bratt retira su mano al ver que los dos doctores no se molestan en aceptarla. Respiro hondo, conteniendo la ira que bulle en mi interior.

—Un placer, soy Andrew —se presenta el de los ojos dispares, su tono cargado de insinuación—. Pronto te quitaré a tu novia y le daré el placer que tú no has podido si quiera hacerle sentir —afirma, dejando una sonrisa provocadora en sus labios.

Siento cómo la rabia se acumula en Bratt, su rostro se tiñe de rojo mientras su respiración se vuelve entrecortada.

—Y yo soy Dominic —lo mira fijamente—. Cuida a tu novia, o alguien podría quedársela —sonríe de lado, como si disfrutara del momento.

Mis puños se cierran y elevo una silenciosa súplica por paciencia, deseando contener la necesidad de soltarles una buena reprimenda.

—Primero, aunque terminara con Bratt, jamás se me pasaría por la cabeza estar contigo —lo miro a los ojos, haciendo que aquel destello de descaro se apague—. Y segundo, no soy un objeto que puedan robar. Ambos son unos idiotas, y su machismo resulta cada vez más evidente.

Tomo la mano de Bratt firmemente y empiezo a alejarme, pero sus voces resuenan, interrumpiendo mis pasos.

—La paciente que atendiste tiene complicaciones —anuncia Andrew, haciendo que me detenga en seco—. Intentó suicidarse, está sedada. Debemos hacer algo. Solo quería avisarte.

Cierro los ojos un instante y respiro hondo, intentando mantener la serenidad. Miro a Bratt y le murmuro un "lo siento", antes de enfrentar nuevamente a los dos problemas ante mí, que lucen satisfechos.

—Iré a verla —suspiré, resignada—. Gracias por avisarme.

Bratt se acerca, la rabia es visible en su mirada.

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