Miro al imbecil, prepotente, idiota y, a pesar de todo, atractivo profesor que tengo frente a mí, absorbiendo cada palabra que sale de su boca. Un suspiro pesado se escapa de mis labios mientras bajo la vista y comienzo a tomar apuntes. Ha transcurrido una semana desde aquel día, y me he dedicado a estudiar hasta el agotamiento. ¿Por qué lo hago? Para callar a ese imbecil, por supuesto.
Cuando el timbre suena, marcando el final de su clase, recojo mis cosas rápidamente, sintiendo la prisa recorrerme, y salgo del salón.-Señorita Megan -me interrumpe, bloqueando mi paso. Lo miro con reproche.
Espero su siguiente palabra, y él, con tranquilidad, me entrega una carpeta que observo con curiosidad.
-Esto puede servirle -comenta, mirándome-. Contiene varios resúmenes que me ayudaron en mi año como estudiante.
-¿Por qué me lo daría a mí? -pregunto intrigada.
-Usted es una alumna con mucho talento -me responde, sonriendo-. Espero que le sean útiles. No le quitare más tiempo vaya para su próxima clase.
Lo miro durante un momento, sonriendo de forma amplia. Sin pensarlo, le doy un beso en la mejilla y salgo corriendo hacia mi siguiente clase con el señor Artur, quien me odia con fervor. Y para no causar su malestar sin motivo, le doy razones para que me odie mas.
Al llegar, me siento en la parte trasera del salón y saco mis cosas. Lo observo entrar, escaneando el aula hasta que sus ojos finalmente se posan en mí, haciendo que una risa malvada se dibuje en sus labios.
-Señorita Dickson -pronuncia con lentitud-. Pensaba que no tendría el honor de volver a verla en mi clase.
Cada palabra está impregnada de sarcasmo. Le devuelvo la sonrisa.
-No se va a deshacer de mí, señor Artur -mi sonrisa se ensancha aún más mientras él se da la vuelta y camina hacia su escritorio.
El profesor inició su clase sin rodeos, y los minutos se deslizaron hasta que el timbre resonó, marcando el final del tormento.
Suspiré mientras recogía mis cosas,me levanto para salir y estaba a punto de hacerlo;pero el profesor Artur bloqueó mi camino con su presencia imponente.
-¿Necesita algo? -pregunté, levantando una ceja con desdén.
-¿A quién le copió este trabajo? -dijo, agitando el papel que le había entregado con aires de autoridad.
-Pensé que solo era machista -sonreí de lado-. Ahora veo que también es un idiota que no se da cuenta de que este trabajo lo hice yo sola -mis puños se apretaron con rabia-. Puedo soportar su desprecio y sus comentarios hirientes frente a todos, pero que sugiera que copié de alguien ya es el colmo.
Arrebato el trabajo de sus manos y me doy la vuelta, decidida a marcharme.
Al salir del aula, choco de frente con alguien. Levanto la vista y me pierdo en esos ojos café, que se han vuelto mi perdición. Me aparto rápidamente y sigo mi camino hacia la biblioteca. Subo las escaleras hasta el segundo piso y me dejo caer en un sofá, como si me pesara el mundo.
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Más de uno
Genç KurguA pesar de la oposición de sus padres a sus sueños, Megan tomó la firme decisión de no permitir que nada se interpusiera en su camino. Encontró el amor, un destello de esperanza que, lamentablemente, se desvaneció tan rápido como llegó. Con el paso...