4

13 2 2
                                    

¿En realidad la muerte es tan mala como creemos? La verdad, no tenía respuesta para esa pregunta, pero de algo sí estaba segura: la muerte de un ser querido rompe vidas de forma irremediable

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¿En realidad la muerte es tan mala como creemos? La verdad, no tenía respuesta para esa pregunta, pero de algo sí estaba segura: la muerte de un ser querido rompe vidas de forma irremediable.

Desde que mi madre falleció, mi vida dio un giro de ciento ochenta grados y no precisamente para bien. Recuerdo la última vez que platicamos como si lo estuviese viviendo en este momento.


Cinco años atrás.


Los sonidos que emitía la máquina del ritmo cardíaco me ponían nerviosa. Cada vez que sonaba, me sentía un poco más alejada de ella; el simple hecho de no poder ver más a mi madre me destrozaba por dentro.

—Mi vida —menciona casi en susurro.

—Dime, mamá —no puedo evitar suspirar para controlar mis lágrimas.

—Prométeme que serás fuerte y sabrás enfrentar todos los obstáculos que se te presenten por el camino —susurra con su último aliento mientras cierra los ojos poco a poco.

—¡Mamá! —la llamo, poniéndome rápidamente de pie al ver su estado—. Mamá —repito entre un mar de lágrimas. Su ritmo cardíaco se había detenido y el mío se dispara al darme cuenta de que mi madre había fallecido.

Desde ese día cambié por completo; no me hice más fuerte como ella quería, sino más vulnerable y débil. No tenía nada a qué aferrarme para seguir adelante. Creo que por esa razón siempre quise aprender magia; pensaba que la magia la traería de vuelta, cuando en realidad ni ella puede. Después de miles de hechizos fallidos, probamos la invocación de demonios para ver si resultaba. Justamente el día en el que Ana falleció, nos encontrábamos invocando al “Demonio de la séptima puerta”, un demonio que nos concedería cualquier petición sin restricciones.

No podía negar que todo lo ocurrido en el ritual de iniciación me daba motivos para no querer seguir adelante. Pero tenía la certeza de que si no reclamaba mi poder, alguien vendría y me lo arrebataría.

—Hola, mi niña. ¿Cómo dormiste? —pregunta mi tía con una enorme taza de café en su mano derecha y con los ojos cansados decaídos del cansancio.

—No muy bien, el cuervo no se detuvo ni un segundo en toda la noche —me acerco al clóset donde se encontraba durmiendo plácidamente. Levanto con cuidado la ropa que estaba debajo de él y la lanzo al suelo con él encima, logrando así que se despertara agitado. No pude evitar sonreír al ver el susto que había pasado; tenía que encontrar una forma de vengarme por hacerme pasar una pésima noche.

—Me alegra que estés más animada —menciona, tomando un sorbo de su jarra.

Intentaba que no notara mi preocupación porque, como la conocía perfectamente, sabía que preguntaría. Estaba intentando parecer menos preocupada, ya que no quería decirle lo que había ocurrido; pero tenía un problema: al ser Luna una bruja de la noche, no podía mentirle una vez que la miraba a los ojos.

Herencia de muerte y sangre carmesí †El arco de la noche†Donde viven las historias. Descúbrelo ahora