El Columpio

Juventud 3

Existe un veneno infalible para la soledad,
se trata de la mezcla de dinero y ebriedad.
Tal experimento creará la falsa amistad,
y dicha dama, no conoce de piedad.

Soid, con juventud, depresión y una herencia desmedida, parecía un congelado colmilludo, activo en la penumbra, nulo de día.

De baile en baile, devorando entrañas de damas desquiciadas, desquiciado por compañía. Un Calígula hambriento de adulación y sediento de depravación.

En consecuencia organizó un baile de gala.
Los requisitos: llevar disfraz o maquillarse la cara.
Rápido empezaron a llegar los invitados,
La casa se llenó de monstruos y arlequines malvados.

Indiferente, saludó al hombre paloma.
Sonriente, abrazó a la señorita dona.
Impaciente, permitió acceso al papiloma.
Impactado, recibió a la sensual leona.

La casa se hizo una intrigante quimera.
Allá, la sala con piel de zoológico.
Al fondo, la cocina en tonos primavera.
Adelante, el jardín con arbustos mitológicos.

Arriba, los cuartos con mares biológicos.
También el jacuzzi, con una sal cualquiera.
Atrás, la alberca con un torbellino eufórico.
Allí, el estudio, repleto de magias negras.

Más gente, más calacas, más tragos.
La ebriedad no tardó en abrazarlo.
La inmadurez comenzó a hacer estragos.
La lujuria comenzó a follarlo.

Entre tanto baile y entre tantos labios,
Soid besó a la diablita del diablo.
Mordió la lengua de la sirena del lago.
Degustó la espada de la diosa del pecado.

Se hizo hoguera con la bruja suprema,
ardían rodeados por danzantes en cueros.
El gozo de la impura era canto de cuervo.

La gente reía, bebía, fornicaba sin pena.

Ni Eros habría alcanzado tal privilegio.
Quien diría que al perder sangre, Soid recuperaría vida.
Que una caída fue el beso que presumía,
que no hubo sexo ni diosas vikingas,
que todos sus amistades se hicieron huida.

Entre tanta sangre y abandono,
se hizo oscuro y perdió los dientes.
Con ojos negros levanto la frente.
Prendió un cigarro y se hizo alérgico a la gente.