Juventud 10

5 3 1
                                    

¿De qué sirve una elegante mansión para un huérfano corriente?
¿El oro para un alma opaca?
¿Una cama de lujo para un sonámbulo?
¿Un mustang salvaje para un ermitaño?

¿Unas monedas hacen del hombre un monstruo o un monstruo se hace hombre si no hay monedas?

¿La riqueza es una maldición que desencamina una vida o una vida sin riqueza nunca tuvo camino?

Soid tenía las monedas que todo el mundo sueña, pero deseaba cambiarlas para que el mundo soñara con él.
Quería dejar de sentirse un estorbo, quería quitarse la soledad de los ojos, sentir que alguien lo amaba.

Con la religión había sentido la caricia de dios, mas la caricia se volvió una mano desollando su ser.

Ahora sentía que ni piel tenía, sentía los aires depresivos congelando su desnuda carne. Sentía el trinche del diablo picando su alma, sentía como la oscuridad se tragaba la poca chispa que lo mantenía vivo; sin embargo, su asqueroso oro hacía de antorcha, y comprando cosas sin sentido, por ratos, el sentido regresaba a su vida.

Entonces, entre botellas, ropa y aparatos exclusivos, la iluminación llegó al joven.

Si con un poco de dinero sus dias eran menos negros, podría hacer lo mismo con los olvidados del pueblo.

Y quien sabe, quizá su asqueroso dinero serviría de bálsamo para la gente borrada del sistema, y de paso, para su alma infectada de tristeza.

De esta manera, inició la búsqueda de su protegido.

El Columpio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora