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Complicaciones en el Camino

Los siguientes días después de aquella conversación entre Lamine y Olivia transcurrieron con una mezcla de emociones contenidas y silencios cómplices. Ambos sabían que algo había cambiado, aunque ninguno de los dos lo había dicho en voz alta. El simple hecho de haberse acercado, de haber roto esa barrera inicial, había dejado una marca en ellos. Ahora, cada vez que sus caminos se cruzaban en la Ciudad Deportiva, la tensión era palpable, pero también había una nueva familiaridad en sus miradas, como si ambos compartieran un secreto que el resto del mundo desconocía.

Sin embargo, no todo iba a ser sencillo. El destino, o más bien las circunstancias, parecía empeñado en recordarles que su relación, por mucho que apenas estuviera comenzando, no sería vista con buenos ojos.

Aquella tarde, después de un duro entrenamiento, Lamine se dirigía hacia los vestuarios cuando Ferran Torres, con su característico humor, se le acercó con una sonrisa traviesa.

—Bueno, chico prodigio, ¿cómo van las cosas con la 'hija del jefe'? —preguntó Ferran mientras rodeaba el cuello de Lamine con un brazo, haciéndole sentir una mezcla de incomodidad y camaradería.

Lamine intentó mantener la compostura, aunque no podía evitar sentirse nervioso. Sabía que desde aquella primera conversación con Olivia, algunos de sus compañeros se habían dado cuenta de la nueva dinámica entre ellos. Ferran, en particular, había sido el más perspicaz, siempre buscando una oportunidad para bromear o sacarle información.

—No es lo que piensas —respondió Lamine, tratando de desviar la conversación—. Solo hablamos de fútbol. Ya sabes, cosas de táctica, entrenamientos, esas cosas.

Ferran soltó una carcajada.

—Claro, claro, solo de fútbol —repitió con sarcasmo—. Escucha, no te preocupes, no te juzgo. Solo que... tienes que ser más cuidadoso. Ya sabes cómo son las cosas aquí.

Lamine frunció el ceño, tratando de entender el verdadero mensaje detrás de las palabras de Ferran.

—¿A qué te refieres? —preguntó finalmente.

Ferran lo miró con una expresión más seria, casi paternal.

—Mira, Lamine, no quiero asustarte ni nada, pero todo el mundo sabe que el entrenador Xavi es muy protector con Olivia. Y no me malinterpretes, ella es una chica genial, pero... tú eres el jugador estrella, y las miradas están sobre ti todo el tiempo. Si las cosas con ella se vuelven demasiado obvias, no solo te pondrás en el centro de atención por razones equivocadas, sino que podrías crear tensiones con él. Y, créeme, lo último que quieres es tener problemas con el jefe.

Las palabras de Ferran calaron hondo en Lamine. Sabía que había algo de verdad en lo que decía. Xavi no solo era su entrenador, sino también el padre de la chica que empezaba a ocupar sus pensamientos. Y aunque hasta ahora no había pasado nada realmente comprometedor entre él y Olivia, la idea de que cualquier tipo de cercanía con ella pudiera afectar su relación con Xavi era algo que lo inquietaba profundamente.

—No estoy buscando problemas —dijo Lamine, casi como si intentara convencerse a sí mismo—. Solo hablamos. Eso es todo.

Ferran lo miró durante unos segundos, como si estuviera evaluando su sinceridad, y luego sonrió de nuevo, aunque esta vez con un toque de comprensión.

—Lo sé, chico. Solo ten cuidado. Es todo lo que digo. No querrás que la prensa o los rumores empiecen a volar por cosas que, quizás, ni siquiera son ciertas.

Lamine asintió en silencio. Sabía que Ferran tenía razón. En un club como el Barça, todo lo que hacían los jugadores estaba bajo el escrutinio público. Y si la gente empezaba a notar que había algo entre él y Olivia, eso podría desatar una tormenta de rumores, titulares y especulaciones que él no estaba seguro de poder controlar.

El Rumor en Marcha

A pesar de la advertencia de Ferran, Lamine no podía evitar seguir buscando a Olivia con la mirada en cada entrenamiento. La veía allí, concentrada, siempre con su libreta en mano, tomando notas con una dedicación admirable. Y aunque sabía que lo correcto era mantener las distancias, cada vez le resultaba más difícil ignorar lo que sentía.

Pero el problema no tardó en llegar.

Un par de días después, durante una rueda de prensa rutinaria, uno de los periodistas lanzó una pregunta que hizo que el corazón de Lamine se acelerara.

—Lamine, hemos notado que has tenido algunas interacciones con Olivia Hernández, la hija del entrenador. ¿Nos puedes decir si hay algo más que una simple amistad entre ustedes?

La sala, que hasta ese momento había estado en calma, se llenó de murmullos. Los periodistas, siempre hambrientos de historias más allá del fútbol, parecían haber encontrado un filón con aquella pregunta. Lamine sintió cómo el calor subía por su cuello y sus manos se tensaban sobre el micrófono.

—Olivia es una chica increíblemente talentosa y apasionada por el fútbol —respondió, intentando sonar lo más profesional posible—. Pero no hay nada más que una amistad. Respeto mucho a su familia y, sobre todo, a nuestro entrenador. Estamos aquí para hablar de fútbol.

Aunque sus palabras fueron cuidadosas, el daño ya estaba hecho. En los días siguientes, los medios comenzaron a especular sobre la relación entre Lamine y Olivia. Los titulares hablaban de "la posible relación entre el joven prodigio del Barça y la hija del entrenador". Aunque ninguno de los dos había hecho nada más allá de una simple amistad, la prensa parecía empeñada en crear una historia donde no la había.

Lamine empezó a notar las miradas inquisitivas de sus compañeros de equipo. Algunos, como Ferran, lo miraban con una mezcla de simpatía y preocupación, mientras que otros parecían divertidos por el revuelo que la historia había causado. Pero lo peor de todo era la reacción de Xavi.

Durante los entrenamientos, Xavi se comportaba de manera profesional, como siempre lo había hecho. Pero había algo en su actitud, en la forma en que miraba a Lamine, que había cambiado. Ya no era solo el entrenador que lo veía como una promesa en ascenso. Ahora había una barrera invisible entre ellos, una barrera que Lamine temía que nunca podría derribar.

La Confrontación

Una tarde, después de uno de los entrenamientos más duros que el equipo había tenido en semanas, Xavi pidió a Lamine que se quedara unos minutos más. Lamine sabía que esta conversación era inevitable, pero no por eso la afrontaba con menos nerviosismo.

—Lamine —comenzó Xavi, su voz calmada pero firme—. Sé que la prensa está hablando demasiado sobre cosas que no tienen que ver con el fútbol. Y no me importa lo que digan de mí, pero cuando mencionan a mi hija... la situación cambia.

Lamine sintió un nudo en el estómago. Era exactamente lo que había temido.

—Mister, yo jamás haría nada para faltarle el respeto a usted o a su familia —dijo Lamine, con la voz tensa—. Olivia y yo solo hemos hablado algunas veces. De fútbol. De nada más.

Xavi lo miró durante un largo rato, evaluando sus palabras. Finalmente, asintió, pero su expresión no cambió.

—Confío en ti, Lamine —dijo—. Pero te voy a pedir que seas cuidadoso. No solo por mí, sino por Olivia. Ella tiene su propio camino que seguir, y no quiero que se vea arrastrada por los focos que ahora están sobre ti. Si algo sucede, será complicado para todos.

El mensaje estaba claro. Aunque Xavi no estaba acusándolo de nada, también le estaba dejando claro que cualquier tipo de relación con Olivia complicaría demasiado las cosas. Lamine salió del despacho del entrenador con una mezcla de alivio y pesadumbre. Sabía que Xavi tenía razón, pero también sabía que lo que sentía por Olivia no era algo que pudiera simplemente ignorar.

El Momento de Decidir

Aquella noche, Lamine se quedó en su habitación, reflexionando sobre todo lo que había sucedido en los últimos días. La conversación con Xavi, las miradas de sus compañeros, los rumores en la prensa... todo lo hacía sentir como si estuviera atrapado entre dos mundos.

Por un lado, estaba su carrera, su sueño de convertirse en uno de los mejores jugadores del mundo, y la necesidad de mantener una imagen impecable. Por otro, estaba Olivia, la chica que había logrado despertar en él algo más que una simple atracción, algo más profundo, más real.

Lamine sabía que debía tomar una decisión.

Más allá del campo| Lamine YamalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora