over and over again.

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"From the kitchen to the bathroom sink and
Your steps keep me awake

Don't cut me down, throw me out, leave me here to waste

I once was a man with dignity and grace
Now I'm slippin' through the cracks of your cold embrace."


Let me down slowly, by Alec Benjamin.


...



La promesa que Lando se hizo esa tarde pudo haber sido olvidada rápidamente, pudo haber despertado a la mañana siguiente para seguir refugiado bajo sus sabanas y llorarle a un amor no correspondido, pudo serlo pero no lo fue. Porque a la mañana siguiente sus amigos le despertaban para desayunar, porque no volvió a su casa esa noche, en cambio, se la pasó riendo toda la madrugada a las tonterías de Patricio mientras se acurrucaban los tres en el gran sofá del mexicano.

Porque lo que pudo haber sido tan solo un domingo fuera de la rutina, se convirtió en saltar fuera de su cama cada mañana, en reconfortantes baños de agua fría, en una hora diaria en el gimnasio, en desayunar con sus padres y almorzar con sus amigos, en trabajar horas extras por gusto o ir de compras que siempre terminan en la librería, se convirtió en disciplina, en paz, en luz, en la soga a la que se aferra para no caer de nuevo en el pozo obscuro de la depresión...

"¿Qué opinas, princesa? Creo que podemos tener una bonita vida aquí." Sus ojos recaen sobre la pequeña gata de pelaje completamente negro, esta se pasea por la entrada del apartamento curiosa.

Lando levanta la mirada, analiza el nuevo apartamento, amplio, simple pero decorado a su gusto. Un lugar solo para él, tan aterrador y tan malditamente emocionante, los nervios le hacen sonreír con cierto desconcierto, es...todo lo que ha deseado en un buen tiempo.

No pasa mucho para que se de cuenta de que su pequeña compañera ya no está a su lado, la gata yace en una de las esquinas del sofá tomando una siesta, completamente placida con su nuevo hogar.

El joven toma asiento al lado del felino, acariciando suavemente su pelaje con la yema de sus dedos. "Tú y yo, princesa, solo somos tú y yo..."

Lando bufa irritado, tan enojado consigo mismo cuando las lágrimas se escapan de sus ojos, no debería doler ya, se supone que lo ha superado, ya no debería hacerle daño la idea del hombre que amó pero por el que nunca fue amado. Pero las circunstancias hacen que pensar en Carlos sea tan fácil.

Comenzar una vida solo, a pesar de ser todo lo que ha deseado por meses, es también la mayor pesadilla de un Lando de dieciocho años que acaba de mudarse con su mejor amigo y mayor confidente y lo último que desea es separarse de él, una versión suya que no se imaginaba otro futuro más que ser ancianos junto a Carlos y prepararle su estúpido café cada mañana, esa versión le destroza por dentro al estar tan lejos de su principal meta.

Limpia las lagrimas bruscamente con sus puños, furioso, se levanta y corre a la habitación, se desprende de su ropa y se escabulle en la ducha, el agua lavando sus lágrimas, el agua que se lleva sus penas a través del desagüe y le limpia mientras le hace sentir que se ahoga bajo sus caricias. Es temprano en la mañana, la mudanza ha terminado y no hay planes para el día, tras recaer de tan tonta manera, se decide a vestirse con ropa cómoda y salir al parque cercano a su edificio.

Con su libro favorito en mano y música suave reproduciéndose a través de sus audífonos, se sienta en el césped, apoyando su espalda en un gran tronco de madera obscura. Sus ojos fijos en las letras que llenan las páginas, su mente ausente de su entorno, su corazón conmocionado y a la vez tan reconfortado por las palabras allí plasmadas, algunas le identifican y otras abren su mente a una realidad alterna a la que vive. Su físico y subconsciente son ajenos a lo que sucede a su alrededor, a los perros que ladran hasta el cansancio, a la gente que conversa entre ella, al ruido de los autos o al hombre que toma asiento a su lado y le observa atentamente por un par de segundos antes de tocar suavemente su hombro, él no se sorprende cuando Lando salta en su lugar y deja caer el libro sobre su regazo, mirándole atónito como si su realidad se hubiera visto alterada gravemente por la presencia ajena, porque ese hombre no debería estar allí, mirándole apenado como si no hubiera sido el motivo de tanto llanto durante tanto tiempo.

Al joven británico le toma un par de minutos recuperarse, sus manos temblorosas quitan sus audífonos de sus oídos e inevitablemente se ve abrumado por el ruido del mundo, pero ahora se encuentra en pánico por un motivo diferente, motivo que le mira con esas orbes marrones curiosas que le hacen ver tan guapo y adorable, oh...como le ha extrañado.

"Carlos..."

"Tiempo sin vernos, pequeño."

Carlos...Carlos con ese acento español que le causó hormigueo en su abdomen desde el primer día y esa estúpida sonrisa llena de duda e incomodidad, Carlos que nunca falló en acelerar a su pobre corazón con una mirada, el mismo Carlos al que ahora mira y no le hace sentir mucho más que nostalgia y confusión, no hay deseos de derramarse en lágrimas o de rogar por su amor, Lando solo necesita respuestas y un maldito respiro de una vez por todas.

"Sí...Bastante tiempo sin vernos, Carlitos, ¿te importa si te invito a un café?" La sonrisa que se forma en el rostro de Lando es, por primera vez en mucho tiempo, sincera. La expresión en su rostro tan genuina como la de alguien emocionado de reencontrarse con un viejo amigo y reír de las tontas anécdotas de la época. Ni el más mínimo temor a salir lastimado de nuevo se cruza por su mente, ha aprendido que escapar de sus problemas, tan solo atrae más.




...








Esa madurez emocional de Lando es algo que deseo encontrar pronto y si ustedes también están en busca de ella, les deseo la mejor de las suertes, bellezas <3

Recuerden que un mal día no significa una mala vida.

¿Mejores Amigos? - Carlando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora