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(Ya se la saben Celulares y 5 estrellas al terminar el capitulo)
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El verano se deslizaba suavemente hacia su final, y la casa de Carlos y Sofía intentaba recuperar un semblante de normalidad. König, a pesar de las tensiones familiares, se dedicaba a disfrutar de su tiempo con ___, explorando los rincones de la ciudad y redescubriendo su relación. Pero en la sombra de esa tranquilidad, los secretos seguían acechando.

Un día, mientras paseaban por el parque, König y ___ se encontraron con Price, el viejo amigo de Carlos. Price, un tipo robusto y de mirada intensa, había regresado de una misión y parecía contento de ver a sus amigos.

—¡König! ¡___! —saludó Price con un gesto entusiasta—. ¿Qué tal han estado?

___ sonrió, sintiendo que la presencia de Price traía una energía diferente. König también se sintió aliviado de ver a alguien que conocía de su tiempo en el ejército. Sin embargo, había algo en la mirada de Price que lo intrigaba.

—Todo bien, solo disfrutando del verano —respondió König, intentando desviar su mente de las preocupaciones sobre su madre.

Mientras caminaban, Price comenzó a compartir anécdotas de sus días en el ejército, recordando viejos tiempos y momentos de camaradería. König sonreía, pero había una carga detrás de la alegría, una sensación de nostalgia que lo hacía pensar en lo que había dejado atrás.

Sin embargo, Price, al mirar a Carlos y ___, sintió una punzada de melancolía. Antes de que ___ naciera, había habido un tiempo en que su amistad con Carlos había tomado un giro diferente. Había algo más que una conexión fraternal; había un leve atisbo de sentimientos que nunca se había manifestado. Con el tiempo y la llegada de ___, Price había dejado esos sentimientos en el pasado, pero a veces, al ver la felicidad de Carlos y su familia, esos recuerdos volvían a la superficie.

Esa noche, mientras se reunían para cenar, la conversación fluyó entre risas y anécdotas. Carlos estaba especialmente animado, disfrutando de la compañía de sus amigos. König observaba, sintiendo que la risa de Carlos era un recordatorio de la vida que todos intentaban preservar, a pesar de las complicaciones.

Después de la cena, mientras ___ ayudaba a Sofía en la cocina, König se sentó con Price en el patio trasero. La luz de la luna iluminaba sus rostros y la brisa traía consigo un aire de relajación.

—¿Cómo te sientes después de haber vuelto? —preguntó Price, mirando a König con seriedad.

König se quedó pensativo. —Es complicado. Estoy feliz de estar de vuelta, pero hay mucho que procesar. La situación en casa no es fácil, y me preocupa mi madre.

Price asintió, recordando la complejidad de las relaciones. —Entiendo. A veces, la vida nos lanza situaciones que no podemos controlar. Pero también hay momentos buenos.

König suspiró, sintiendo que necesitaba compartir más. —¿Alguna vez te has sentido atrapado en el pasado, Price? Como si lo que una vez fue ya no pudiera ser.

Price lo miró con atención. —A veces, sí. Pero es importante aceptar lo que somos ahora. Las cosas cambian, y a veces eso significa dejar ir lo que creías que era tu destino.

Esa noche, König reflexionó sobre las palabras de Price. La vida había cambiado para todos, y aunque había cosas que lo preocupaban, había un espacio para seguir adelante.

Al día siguiente, mientras se preparaban para salir, ___ notó que König parecía más pensativo de lo habitual.

—¿Te sientes bien? —preguntó, acariciando su brazo.

—Sí, solo estaba pensando en algunas cosas que Price mencionó anoche. A veces me preocupa que no puedo cambiar lo que está pasando en casa.

___ le sonrió con ternura. —Lo que más importa es que estés aquí, ahora. No estás solo en esto.

König se sintió reconfortado por sus palabras. La conexión que compartían era un ancla en medio del caos.

Con el tiempo, las conversaciones sobre su madre y el complicado estado de la familia se hicieron más frecuentes, y aunque seguían siendo difíciles, König se dio cuenta de que podía confiar en ___. Cada charla, cada momento de apoyo, les acercaba más.

Una tarde, decidieron visitar un café local donde solían ir juntos antes de que König se uniera al ejército. Al entrar, el aroma a café recién hecho y repostería fresca les dio la bienvenida, trayendo consigo un aire de nostalgia.

Mientras estaban sentados, König no pudo evitar compartir sus reflexiones sobre su relación con su madre. —A veces siento que tengo que ser el adulto, pero no estoy seguro de cómo manejarlo. La relación que ella tiene con mi padre me duele, y no sé si debería intervenir más.

___ lo miró con preocupación. —König, es natural sentirte así, pero recuerda que no puedes cargar con sus problemas. Lo mejor que puedes hacer es ofrecer tu apoyo y estar ahí para ella.

König asintió, sintiendo que su mente estaba en constante batalla. A veces, parecía que la vida giraba en torno a las decisiones que no podía tomar por otros. Pero en ese momento, con ___ a su lado, sentía que tenía el apoyo que necesitaba para enfrentarlo todo.

Más tarde, mientras caminaban de regreso a casa, se encontraron nuevamente con Price, quien estaba en su camino de vuelta del gimnasio.

—¡Hey! —exclamó Price, acercándose a ellos. —¿Todo bien?

König sonrió. —Sí, solo hablando sobre la vida y los enredos familiares.

Price lo miró con una expresión comprensiva. —Es complicado, lo sé. Pero a veces, hay que dejar que las cosas fluyan. No siempre tenemos que tener todas las respuestas.

Esa frase resonó con König. De alguna manera, sabía que su viaje estaba lejos de haber terminado, pero cada pequeño paso que daba lo acercaba más a la paz.

A medida que pasaban los días, König encontró consuelo en la idea de que, aunque la vida era incierta, tenía a ___ y a sus amigos a su lado. Juntos enfrentarían lo que fuera que viniera, y esa conexión era más fuerte que cualquier secreto o dificultad. Con cada nueva conversación y cada nueva experiencia, la esperanza de un futuro más claro y feliz comenzaba a brillar, incluso en medio de las sombras.

{Hermanastros}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora