Capitulo 4: Encuentro

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— Ya, ya... Toma otro paquete — Dijo Celeste, arrojandole una bolsa entera de carne a Wavenstorm, su dragón de escamas azules, el cual, con un solo bocado la devoró...

— Están tardando demasiado... ¿Que podría haber pasado? — Se preguntó, mientras acariciaba a su dragón en el mentón... Era enorme, eso sí, pero apenas superaba el tamaño de un elefante, y este reposaba sentado mientras, igualmente, analizaba los alrededores como Celeste...

Enseguida, un dragón aún mas pequeño, del tamaño de un león, aterrizó frente a Celeste

— ¡Varus! Ya me habías preocupado, ¿Donde estabas? — Preguntó Celeste, mientras se acercaba a un lado del jinete

Un chico aún más joven que Louisse, de unos catorce años, era quien montaba aquel dragón. El dragón era bastante pequeño, de escamas suaves en color verdoso, mientras que el joven parecía tener unos ojos verde turquesa, los cuales se escondían debajo de aquel casco con forma de dragón, el cual nunca decidía quitarse. Su ropa superior eran harapos largos, una capucha de mago, y en la parte inferior, unos shorts parecidos a los de Celeste, acompañados por unas botas de cuero.

— Lo siento... Hyenaris no quería obedecer, y terminó comiéndose a una oveja en el camino... — Confesó apenado y triste, el joven jinete de dragónes "Varus"

— Ahhh... Escucha, entiendo que eres un niño pero, debes aprender a controlarlo, o sino, verás tu muerte en sus fauces — Reprendió Celeste a su compañero, el cual solo bajaba la cabeza con tristeza

Celeste le chasqueó los dedos para que levantara la mirada, y una vez este lo hizo, le señaló para acercarse a ella

— Escucha... ¿Que hiciste cuando cuando Hyenaris te desobedeció? — Peguntó Celeste para ayudar al joven

— Pues... Le pedí que se detuviera...  Por favor...— Respondió Varus con timidez

Celeste solamente se llevó la palma a la frente, y preguntó — ¿Y que deberías haber hecho? — con un tono de obviedad

— ¿Golpearlo y gritarle qué me obedeciera? — Peguntó de vuelta Varus

Celeste suspiró y contestó — No, Varus. Los dragones no son, ni tus jefes para rogarles por favor, ni tus mascotas para golpearlas y gritarles. Son dragones... Son compañeros. Y ni tu dragón, ni tus compañeros se mantendrán tranquilos, si eres un sumiso cobarde — Regañó Celeste a el joven jinete, quien se miraba abrumado y tenía los ojos cristalinos

— Un jinete de dragón debe ser tan digno de respeto, que incluso una criatura tan majestuosa como un dragón le respete... — Explicó celeste a su compañero

— ¿Y como me gano su respeto? — preguntó Varus

— Siendo alguien respetable.

Si es que soy respetada en nuestro escuadrón, es por mi habilidad y precisión con el arco y mi seguridad al momento de disparar... Nunca apunto mi arco en vano, solamente si decido clavarte una buena flecha en el pecho, apuntaré este arco... Tengo un código, uno que mi dragón seguramente comprende, al saber que si bien, soy alguien tranquilo, tengo la capacidad de destruir si así lo decido — Presumió Celeste con un orgullo digno de los Elfos, aunque sin llevar una sola mentira en sus palabras — Y tu eres un prodigio con la magia ígnea. Un joven mago con la capacidad de quemar un fuerte entero en segundos... Justo como lo haría un dragón...

Hyenaris no puede disparar fuego. Enseñale qué juntos, con su velocidad, su fuerza y tu magia, pueden ser los reyes del cielo — Sugirió con seguridad a su compañero. Ella, al haber sido reclutada a una corta edad, nunca fué tratada con suavidad por el simple hecho de ser una mujer o una niña. Al contrario, era entrenada como todos lo hacían, sin distinción. Entonces, no pensaba en tentarse un poco con el joven jinete, pero tampoco se negaba a enseñarle un poco de todo lo que sabía.

Goundan: Fuego CruzadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora