Capitulo 5: La Curandera

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Kronus abrió los ojos poco a poco, divisando de forma intermitente una ventana y una chimenea... Al retomar su conciencia al completo, analizó con cuidado los alrededores, sin saber donde se encontraba. Parecía estar dentro de una cabaña. En el tocador al fondo de la habitación, qué tenía un pequeño espejo, había un peine de madera y varias hierbas. Mientras que, sobre la mesa de noche, había un frasco con lo que parecía ser una pomada de color rosado, con unos extraños trozos azules flotando en su interior, y a un lado de este mismo, varias gasas...

Con curiosidad, y temiendo lo peor, se toqueteó el pecho, donde había recordado recibir un par de cortadas profundas, y logró sentir que estaba cubierto de vendas. Pero no sentía dolor alguno...

Tragó saliva, se quitó las sábanas qué lo cubrían por encima, pertenecientes a la cama en la que descansaba, y intentó pararse, pero enseguida un dolor paralizante golpeó su cadera y cayó al suelo de golpe...

Tomó su bastón, o mejor dicho, cetro, que se encontraba a un lado de la cama junto a su mochila y se levantó como pudo, apoyándose de el cetro...

Se acercó cojeando a el espejo, solo para darse cuenta que tanto como su cara, su abdomen y su pecho estaban vendados...

Con un suspiro tembloroso, comenzó a quitarse las vendas mientras cerraba a los ojos, y cuando terminó de quitarse todas las vendas los abrió:

Un enorme corte diagonal atravesaba desde su frente hasta su nariz, atravesando por su ojo derecho, el cual estaba bañado en sangre. Y tanto como en su pecho y abdomen, profundas y rasgadas laceraciones, algunas las cuales se notaban infectadas...

— Mierda... — Exclamó con preocupación... Ahora, no podría cumplir con éxito su misión, y entonces volvió a acostarse en aquella cama para relajarse mentalmente.

Observó al techo, y comenzó a pensar en voz alta — ¿Un dragón...? Apareció de la nada y me atacó... Pero... No... Eran dos dragones, uno de ellos estaba siendo montado...

Recuerdo que mientras perdía mi consciencia, vi a una mujer bajar de uno de los dragones y gritar balbuceos en elfico.... —

Enseguida, se levantó de golpe, y llego a la conclusión de que sus sospechas eran ciertas: Jinetes de dragones estaban acercándose al Oeste.

Era imposible que no tuviera razón, puesto a que Feyralinn, si bien, no es Whataryn, es reconocido como el territorio de los salvajes, quienes conviven con las hadas. Podrían haber mostrusidades y criaturas fantásticas, pero... ¿Dragones? No. Jinetes de dragones... Kronus, si bien, nunca fue un hombre de estudio, si que solía leer bastante acerca de las culturas elficas... Era imposible que un jinete de dragones estuviera en Feyralinn sin una misión ordenada por sus superiores... Pero, nada le aseguraba que, en efecto, los elfos estuvieran viajando hacia Queenlanding en sus dragones, todo podría ser un mal entendido... Así que decidió investigar más de cerca... Envió un mensaje a través de un artefacto magico, un par de piedras brillantes, y justo cuando estaba a apunto de levantarse nuevamente, la puerta frente a la cama se abrió.

Una mujer joven, de unos veintitres años, de cabellos blancos, largos, con unos brillantes ojos color ámbar, y un lazo amarillo qué resaltaba sus ojos en el cabello, vestida con un vestido de harapos marrones, y unos zapatos negros entró a la habitación.

— ¡Oh, ya despertaste! — Exclamó con una ligera sonrisa de alivio, al ver que el hombre había sobrevivido a sus heridas, pero enseguida su rostro se tornó en molestia —¿¡Por qué te quitaste las vendas!? — Regañó severamente al mago, mientras recogía las vendas del suelo

— Lo siento... Solamente quería ver que tan mal... Me veía... — Disculpandose, Kronus a su vez sintió paz... Podría haber perdido un ojo, pero afortunadamente seguía ahí, funcionando como debía...

Goundan: Fuego CruzadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora