Capítulo III

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Las luces del bar parpadeaban en tonos de rojo y azul, creando sombras que se extendían por la pista de baile abarrotada. Jin Ling había estado bebiendo desde hacía horas, perdido en un torbellino de pensamientos que no le daban tregua. Las palabras de SiZhui seguían resonando en su mente, envolviéndolo en una nube de culpa y confusión.

Había venido al bar con algunos conocidos, pero ya no recordaba dónde estaban. El licor lo había sumergido en una sensación de entumecimiento que le ofrecía un alivio temporal. En ese momento, nada importaba. No la boda que se acercaba, ni las expectativas de su familia, ni siquiera SiZhui. Solo quería olvidarse de todo, aunque fuera por unas horas.

Un omega desconocido se le acercó, con una sonrisa juguetona y mirada astuta. Jin Ling, embriagado y cansado de luchar contra sus propios pensamientos, no se apartó. Las risas, los susurros, las manos que se acercaban sin resistencia. En algún momento, el beso sucedió. Fue rápido, sin emoción, un gesto vacío que Jin Ling no detuvo.

Lo que no sabía era que alguien, escondido entre las sombras del bar, había capturado ese momento con su teléfono, inmortalizando su traición. Las imágenes, reveladoras y crudas, ya estaban en camino hacia el destinatario que más daño recibiría de ellas.


SiZhui estaba en la biblioteca de su casa cuando su teléfono vibró. Al principio, pensó que sería algún recordatorio o mensaje sin importancia, pero cuando desbloqueó la pantalla y vio las fotos, sintió cómo el suelo se desmoronaba bajo sus pies.

Las imágenes de Jin Ling besándose con otro omega lo golpearon como una bofetada. No sabía quién había tomado las fotos ni por qué alguien se las había enviado, pero el daño ya estaba hecho. SiZhui se quedó mirando la pantalla durante varios segundos, incapaz de procesar lo que veía.

Su pecho se comprimió con tristeza y resignación. No era una sorpresa. En el fondo, siempre supo que Jin Ling no quería esa boda. Tal vez esto era solo la confirmación de que estaba luchando una batalla perdida desde el principio.

Cerró los ojos por un momento, tratando de calmar la tormenta de emociones que se arremolinaba dentro de él. ¿Cómo había llegado a este punto? Si bien la idea de cancelar la boda le había rondado la mente antes, ahora ya no quedaban dudas. Jin Ling había cruzado una línea. Y aunque SiZhui amaba a Jin Ling con todo su ser, no podía seguir adelante con la boda bajo esas circunstancias.

Decidido, se levantó de la silla y se dirigió al despacho de sus padres. No sabía cómo explicarles lo que había sucedido sin revelar los verdaderos motivos, pero no tenía opción. SiZhui golpeó suavemente la puerta y su padre le permitió pasar con una inclinación de cabeza.

—Padre, madre —empezó SiZhui, con una serenidad que no sentía realmente—. He estado pensando mucho sobre la boda, y creo que no es lo correcto. No puedo seguir adelante con esto.

Sus padres intercambiaron una mirada preocupada. Wei WuXian fue el primero en hablar.

—¿A qué te refieres, rabanito? Todo está prácticamente listo. ¿Qué ha sucedido para que cambies de opinión?

SiZhui respiró hondo. No podía decirles la verdad. No podía revelar lo que Jin Ling había hecho. Parte de él quería protegerlo, incluso ahora.

—Solo... siento que no es lo correcto. No puedo darles una explicación clara —mintió, su voz vacilaba ligeramente—. Pero les aseguro que lo he pensado mucho. No quiero hacer algo que no siento que sea lo mejor para mí ni para Jin Ling.

Su padre frunció el ceño, claramente desconcertado.

—¿Has hablado de esto con Jin Ling? —preguntó—. Él debería saberlo antes de tomar una decisión tan importante.

SiZhui negó con la cabeza.

—No quiero decírselo aún. No hasta que esté completamente seguro. Les pido que no le digan nada  a Jin Ling o a sus padres por ahora. Necesito tiempo para procesarlo todo.

Sus padres parecieron sorprendidos por su firmeza, pero después de unos momentos de deliberación, su Wei Ying asintió suavemente.

—Está bien, A-Yuan. No te presionaremos. Pero entiendes que esto complicará mucho las cosas, ¿verdad?

—Lo sé —respondió SiZhui, sintiendo cómo una ola de cansancio lo envolvía—. Solo... necesito que confíen en mí. No quiero hacer algo de lo que me arrepienta después.

Su padre suspiró, pero aceptó su decisión.

—Tomate tu tiempo, hijo. Pero recuerda que, una vez que decidas, no habrá vuelta atrás.

SiZhui asintió, sabiendo que esas palabras eran más ciertas que nunca. Apenas salió del despacho de sus padres, se detuvo en el pasillo, sintiendo cómo el peso de todo caía sobre él. Se apoyó contra la pared, con la mente agotada y el corazón roto.

Había tomado la decisión correcta, pero eso no lo hacía menos doloroso.

Mientras tanto, Jin Ling no tenía idea de lo que estaba sucediendo. Despertó a la mañana siguiente con un dolor de cabeza intenso y una vaga sensación de malestar. No recordaba mucho de lo que había hecho la noche anterior, pero algo en su interior le decía que había cometido un error. Las imágenes borrosas del beso le llegaban en fragmentos, pero no estaba seguro de si era un recuerdo real o algo que su mente había fabricado en medio de la embriaguez.

Cuando revisó su teléfono, no encontró nada fuera de lo común. Sin mensajes de SiZhui, ni de su madre, ni de sus amigos. Todo parecía... normal.

Y sin embargo, algo no estaba bien.

Esa mañana, SiZhui se levantó con el corazón encogido. El peso de las fotos que había recibido permanecían en su cabeza, pero había decidido no mencionarlas a nadie. Lo que Jin Ling había hecho lo lastimaba, sí, pero más allá de eso, sentía que la relación entre ambos ya estaba rota mucho antes de esas imágenes. Aunque parte de él todavía lo amaba, ya no podía ver una solución a todo lo que había sucedido. No bajo esas circunstancias.

Wei WuXian y Lan WangJi estaban sentados en la mesa del desayuno cuando SiZhui se unió a ellos, su silencio era aturdidor. Wei WuXian, como siempre, intentaba aligerar el ambiente con bromas, aunque su hijo apenas sonreía ante ellas. Lan WangJi lo miraba con esa calma inquebrantable, pero había una leve arruga en su frente, algo que indicaba su preocupación.

—¿Todo bien, A-Yuan? —preguntó Wei WuXian al fin, rompiendo el silencio mientras le pasaba un plato de fruta.

SiZhui dudó antes de asentir.

—Síp. Todo está bien.

Wei WuXian alzó una ceja, no creyéndole del todo. Sabía que había algo más, algo que SiZhui no le estaba contando. Y aunque no quería presionarlo, tampoco podía quedarse de brazos cruzados.

—SiZhui —intervino Lan WangJi, con su voz suave pero firme—, si hay algo que te preocupe, puedes contarnos.

Todo lo que perdimos - LingZhuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora