Capítulo IV

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Esa noche, SiZhui se quedó mirando las fotos que había recibido en su teléfono una y otra vez. No sabía por qué no las había borrado todavía. Tal vez parte de él necesitaba una prueba tangible de lo que había sucedido, una razón para convencer a sus padres y a sí mismo de que la boda no era lo correcto.

Observaba el nombre de Jin Ling en la pantalla de su celular. Era el momento. Había evitado esta conversación durante mucho tiempo, pero ya no podía postergarla más. Tomó aire profundamente, cerró los ojos por un momento, y luego, con una determinación renovada, marcó el número.

El teléfono sonó varias veces antes de que Jin Ling contestara, su voz entrecortada y llena de confusión.

—SiZhui... ¿qué ocurre?

SiZhui tragó saliva, buscando las palabras adecuadas.

—Necesito hablar contigo, Jin Ling —empezó, su voz calmada—. Sobre la boda... y sobre nosotros.

Jin Ling guardó silencio, y SiZhui podía sentir el peso de la conversación antes incluso de que comenzara.

—Está bien —respondió Jin Ling finalmente, con un tono cansado—. ¿Cuándo podemos vernos?

SiZhui pensó por un momento antes de responder.

—Mañana. Nos vemos en el café cerca del río, al mediodía.

Cuando colgó, SiZhui se quedó mirando el teléfono por un largo tiempo, su corazón latiendo con fuerza. Sabía que la conversación del día siguiente sería una de las más difíciles de su vida. Pero también sabía que era lo correcto.

El café junto al río estaba tranquilo, como siempre. Las pocas mesas ocupadas apenas murmuraban entre sí, y el sonido suave del agua corriendo por el cauce le daba al lugar una atmósfera casi pacífica, perfecta para una conversación que SiZhui había estado aplazando. Era una tarde nublada, y la brisa ligera que se colaba por la ventana entreabierta hacía que el aire se sintiera frío, casi como una premonición de lo que estaba por suceder.

SiZhui llegó temprano, como de costumbre, aunque esta vez su habitual calma interior estaba completamente ausente. La noche anterior había sido una de las más largas de su vida. Las imágenes que había recibido en su teléfono seguían nítidas en su mente: Jin Ling, su prometido, besando a un omega en un bar, bajo las luces deslumbrantes y el sonido de la música alta. No había espacio para la duda; las fotos lo mostraban todo con claridad, como un golpe directo al pecho.

Había visto a Jin Ling perderse en la bebida antes, pero esta vez había algo distinto. Algo que no podía ignorar. Y aunque dolía, SiZhui había tomado una decisión. Hoy pondría fin a todo esto.

Cuando Jin Ling finalmente llegó al café, SiZhui lo miró por un momento, su corazón latiendo pesadamente. Jin Ling entró con esa actitud despreocupada y segura de sí mismo, aunque su rostro mostraba señales de cansancio. Se notaba que no había dormido bien.

—Hola —dijo Jin Ling mientras tomaba asiento frente a él. Su tono era casual, pero había una sombra de incomodidad en sus ojos. Algo en él sabía que la conversación de hoy no sería fácil, aunque no estaba preparado para lo que SiZhui tenía que decir.

—Hola —respondió SiZhui con una calma que no sentía en absoluto. Observó a Jin Ling durante unos segundos, buscando las palabras adecuadas, las más suaves posibles para no lastimarlo, aunque sabía que cualquier cosa que dijera sería dolorosa.

Hubo un silencio incómodo entre los dos, hasta que SiZhui finalmente decidió romperlo. Con manos temblorosas, sacó su teléfono del bolsillo y lo colocó sobre la mesa, deslizándolo lentamente hacia Jin Ling.

—Quiero que veas algo —dijo, su voz baja pero firme.

Jin Ling frunció el ceño, sin entender de inmediato. Agarró el teléfono y miró la pantalla. Su expresión pasó rápidamente de confusión a sorpresa, y luego a una mezcla de incredulidad y culpa cuando vio las fotos de él en el bar, besándose con un omega desconocido. Se quedó inmóvil por un segundo, como si su cerebro intentara procesar lo que estaba viendo.

—¿Cómo... cómo conseguiste esto? —preguntó finalmente, su voz baja y llena de tensión. Se veía acorralado, vulnerable por primera vez en mucho tiempo.

SiZhui lo miró directamente a los ojos, con una expresión que mezclaba tristeza y determinación.

—Alguien me las envió anoche —respondió, sin apartar la mirada—. Pero no importa cómo las conseguí, Jin Ling. Lo importante es lo que significan.

Jin Ling abrió la boca para decir algo, pero las palabras parecían haberse quedado atrapadas en su garganta. Su mente intentaba desesperadamente encontrar una excusa, una explicación, cualquier cosa que pudiera justificar lo que había hecho. Pero no había nada que decir.

—No estoy enojado —continuó SiZhui, su voz suave, pero cargada de una tristeza profunda—. No tienes que explicarlo, creo que, en el fondo, siempre supe que esto pasaría.

Jin Ling levantó la cabeza de golpe, su rostro mostrando una mezcla de incredulidad y culpa.

—SiZhui, no... no es lo que piensas. Yo... —intentó justificar sus acciones, pero las palabras se sentían vacías. Incluso para él. Se frotó las sienes, sintiendo el peso de la situación caer sobre sus hombros. No podía enfrentarse a SiZhui con mentiras. No después de todo lo que había sucedido.

SiZhui negó con la cabeza lentamente.

—No tienes que darme explicaciones, Jin Ling. Lo entiendo. —Su voz era apenas un susurro, pero había una firmeza en ella que lo dejó sin palabras—. Sé que nunca quisiste esto. Nunca quisiste casarte conmigo, y eso está bien. Este compromiso fue impuesto sobre nosotros desde pequeños. Nunca fue nuestra decisión, pero yo... —hizo una pausa, tratando de controlar el temblor en su voz—. Yo te he amado desde siempre. Y por mucho tiempo, pensé que si te daba suficiente espacio, si esperaba lo suficiente, tal vez cambiarías de opinión. Tal vez podrías llegar a quererme también.

El silencio entre ellos se hizo espeso, y Jin Ling sintió como si le faltara el aire. Las palabras de SiZhui lo golpeaban con más fuerza de lo que cualquier discusión podría haber hecho.

—SiZhui... —empezó a decir, pero SiZhui lo interrumpió con un gesto suave de la mano.

—No, Jin Ling. Está bien. Ya no necesito que lo digas. Yo lo entiendo. Por eso, he decidido que es mejor para los dos cancelar la boda.

Jin Ling sintió como si el suelo se desmoronara bajo sus pies. El nudo en su garganta se hizo más grande, y su corazón comenzó a latir con fuerza en su pecho.

—¿Qué? —preguntó, su voz rota, casi inaudible.

Jin Ling estaba en shock. Durante tanto tiempo había sentido que este compromiso lo sofocaba, que era una cadena que lo ataba a algo que no quería, pero ahora que SiZhui estaba dispuesto a liberarlo, no sabía cómo reaccionar. Parte de él quería agradecerle, pero otra parte, una mucho más profunda, se sentía destrozada.

—SiZhui, yo... —empezó de nuevo, pero las palabras no parecían salir. ¿Cómo podía disculparse cuando sabía que tenía razón?

SiZhui sonrió tristemente, su expresión llena de una comprensión que solo hacía que Jin Ling se sintiera más culpable.

—No tienes que decir nada. Ya lo sé todo. —Se levantó lentamente, agarrando su abrigo—. Lo que sentí por ti fue real, pero no puedo seguir adelante con esto si tú no quieres lo mismo. Y no quiero que te sientas obligado a algo que no deseas.

Jin Ling miró a SiZhui, queriendo detenerlo, queriendo decirle que, de alguna manera, podían arreglarlo. Pero cuando abrió la boca, nada salió. Y cuando SiZhui se dio la vuelta para marcharse, él solo pudo observarlo en silencio, su cuerpo congelado en su lugar.

SiZhui caminó hacia la puerta, sintiendo el peso de la despedida en cada paso. Una parte de él esperaba que Jin Ling lo detuviera, que le dijera algo, cualquier cosa. Pero cuando salió del café y sintió el aire frío en su rostro, supo que Jin Ling nunca lo haría.

Se terminó.

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⏰ Última actualización: Oct 04, 2024 ⏰

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