†El deseo encarnado en Scott†

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Cuando estuve listo bajé al comedor y al llegar solo faltaba mi padre, el señor Williams y... Scott, obviamente.
Me siento al lado de Bell y ésta me sonríe al instante.

— Debemos repetir lo de esta tarde, estuvo increíble! ¿Que harás mañana? Podemos ir, yo no tengo nada que hacer, todas las tareas las terminé. Tengo mi fin de semana libre.

No me molestaría compartir más tiempo con ella, debería despejar mi mente y dejar de pensar en lo sucedido con Scott. Esos pensamientos se han reproducido muchas veces desde que se fue de mi habitación. Su mano tocando mi parte sensible, su cercanía, sus besos en mi cuello, esos labios que no llegué a besar. Tuve miedo, pero a la vez curiosidad de lo que pudo haber pasado si lo hubiera besado...

—¿Te has divertido mucho, mi cielo?— pregunta mi madre, tomando un poco de su copa de vino.

— Es agradable estar aquí; puedo compartir con Bell, desde el balcón de la habitación puedo disfrutar de un bello paisaje. Y si no estuviéramos aquí mi padre no podría terminar su trabajo. Así que sí, me gusta estar aquí y me ha divertido mucho.

— Eso me alegra, Alex. Es bueno que socializes, hables y te diviertas con alguien. ¿Te gustaría volver a venir?

Iba tomando un poco de mi vino y me atraganté, tosiendo por unos segundos, tomo un poco más del vino y se me pasa. Veo a mi madre que con una sonrisa me mira, mientras niega con la cabeza, divertida.

No, no me gustaría volver a venir y tener que ver a Scott y que mis sentimientos me fallen y caica al abismo del deseo encarnado en él. Pero también me gustaría porque aquí está mi amiga Bell, la quiero y sé que se siente sola en esta gran casa.
Y por otra parte, no quiero vivir en el mismo techo que Scott, es peligroso, muy peligroso. Puedo pecar y cruzar lo desconocido. Aunque me da un poco de curiosidad hacerlo.

—eh...— volteo a ver a Bell, que me sonríe, esperando mi respuesta— Tal vez, no lo sé, puede ser. ¿Te has divertido tú aquí?— para olvidar el tema, cambio la conversación.

— Sí, ha sido maravilloso. Y me encanta que estemos los tres juntos aquí— sonríe y se sonroja de emoción.

Yo sonrío a su comentario, llegan los demás a la mesa, y se sientan.

Mi padre besa a mi madre antes de sentirse a su lado. El señor Williams se sienta al principio, y Scott al frente de mí! El destino me odia, sinceramente. Éste ladea una sonrisa y voltea a ver a su padre, que se está preparando para hablar.

— El trabajo que estamos haciendo está quedando perfecto, sin fallas ni errores, solo faltan pequeños detalles que se harán mañana por la mañana. Porque en la tarde iremos a despejar la mente, para que puedan los chicos divertirse, al igual que nosotros, sus padres. El lugar a donde iremos, Scott, lo ha buscado, confio en él, y será increíble estar ahí. Así que preparen sus cosas para mañana en la tarde. Christian no te preocupes, irás con los chicos al instituto el lunes— asiento con la cabeza, y él sonríe— Bueno, sin más que decir, disfruten de la cena.

Todos empiezan a comer, mientras hablan del trabajo, empresas, mujeres, idiotas los cuales odian, etcétera. Muchas cosas más. No presto atención, por lo cual me disculpo para irme.

— Ha estado deliciosa la cena, Señor Williams.

—Llámame Lionel, Christian.

— ¿Puedo señor Lionel? Es que no me siento cómodo diciendo solo su nombre, es por respeto. Usted entiende— digo con nerviosismo.

— Claro que sí, Christian — suelta una carcajada.

— Bueno, gracias por todo, me tengo que ir, buenas noches.

Scott ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora