—Yo... puedo...cami-nar — balbuceo a cada paso que doy, ya ni me acuerdo cuántas copas de licor he ingerido desde que llegué— Yo... sí — sonrío como loco cuando logro sostenerme del bote de basura— Voy a..¡Buaaaa!Vomito todo lo que puedo, vomito y vomito. Siento unas palmadas en mi espalda y me detengo, limpio mi boca que el dorso de mi mano, y me volteo a ver a la persona detrás de mi.
Me avergüenzo en el momento en que lo hago y agacho la cabeza, empezando a reír nerviosamente.
— No me vas así — susurro y toso un poco — ¿Que haces aquí?
— Vine por tí, hay que hacer un trabajo.
Lo miro y ladeo la cabeza, confundido.
—¿Tra-trabajo? ¿Que trabajo?
— Ven conmigo— toma mi mano y me lleva al carro, me ayuda a entrar en el asiento del copiloto y él da la vuelta para entrar y empieza a conducir.
—¿A- a dónde vamos, Scott? — nervioso, le pregunto.
— Buscaremos tu paz y libertad.
Es lo único que dice y llega el silencio absoluto por todo el camino.
Árboles y árboles, oscuridad, y a lo lejos se logra ver una cabaña un poco iluminada. Estaciona el auto frente a ella y bajamos.
—¿Que es este lugar? — abre la puerta y ésta rechina, al igual que la madera a nuestros pies con cada paso. La casa está oscura, los pasillos se hacen largos hasta llegar a una puerta de madera negra, y como única luz en los pasillos está una bombilla en la parte de arriba de ésta puerta — ¿Que hacemos aquí, Scott? — empiezo a temblar y me temo de lo peor.
Sudor recorre mi cuerpo, una lágrima de miedo se derrama por mi mejilla al no saber que está pasando ni que va a pasar. Mis sentidos se agudizan por el silencio y oscuridad lúgubre de la cabaña. Me alejo un poco de Scott, temeroso. Con pánico.
— Prométeme que me seguirás queriendo después de lo que verás — se da la vuelta. Me mira directamente a los ojos.
Su cabello negro y revuelto, pareciendo atractivo, sus ojos con un brillo único, su piercing en el labio, esos labios rosados, que me he vuelto loco por volver a probar. Todo de él me enloquece.
— Scott...yo...¿Que está pasando? — lágrimas incontrolables empiezan a caer de mis ojos, y terminan en el suelo. Sus ojos examinándome como siempre, ese par de ojos negros que da a parecer que no tienen pupilas. Brillantes. — ¿Scott?
No responde, su rostro se contrae en nostalgia y una lágrima se derrama. Mientras llora, ríe como cínico, como un... psicópata.
Me lleno de horror y empiezo a respirar con dificultad, el miedo me consume cuando deja de reír y con lágrimas aún recorriendo su rostro, me habla.
— Solo entremos, querido Chris.
Abre la puerta, entro con pánico detrás de él, se detiene y enciende la luz y lo que veo me deja en shock, en un trauma, con más miedo y pánico del que tenía. Mis lágrimas siguen callendo, tiemblo en mi lugar y nego con la cabeza repetidas veces, negando, llorando y sufriendo.
Volteo a ver a Scott y él solo me sonríe mientras se limpia una de las lágrimas, trata de quitar las mías pero me alejo, chocando con la pared.
Él cierra la puerta y se coloca en frente de mí.
— Buscaremos tu libertad— se acerca a mi oído — Te ayudaré para que seas feliz. Te he vigilado desde hace dos años, te he analizado más de lo debido, te he observado, tocado en las noches en que duermes, y lo disfrutas, gimiedo— se aleja y coloca una mano en la pared, a un lado de mi cabeza— Tus padres te han retenido y cohibido todo este tiempo, alejándote de lo que deseas. Yo, este hombre que está loco por ti y te quiere por completo te apoyará a acabar con tu sufrimiento.
ESTÁS LEYENDO
Scott ©
Gizem / GerilimChristian jamás llegó a pensar que su vida daría un cambio tan repentino al conocer a Scott; un chico aparentemente común, algo misterioso, guapo, listo, atento, ¿ya había dicho guapo? Porque lo es demasiado. Scott es ese chico sonriente, convincent...