Pedazos rotos por varias partes, pequeñas gotas de un líquido rojo en el pasillo del segundo piso y montones de botellas de alcohol tiradas en aquella habitación.
Su cuerpo lo sentía adormecido por los golpes que había recibido anteriormente, desplomado en el piso de su cuarto, los leves moretones de su rostro empezaban a tornarse de un rojo profundo al igual que estos se empezaban a inflamar, mientras que su mano sujetaba fuertemente su brazo lastimado por el impacto que tuvo contra uno de sus muebles, aunque su vista estuviera nublada podía sentir que aún seguía la presencia de quien se supone es su padre.
Cada día parecía ser el mismo escenario, su padre llegando de cualquier lugar en el que estuvo bebiendo hasta empezar a golpearlo sin pudor para después dejarlo más adolorido que el día anterior.
— ¿Por qué no...solo te dejo a ti? ... ¿Por qué me tuvo... que arrastrar contigo?... — Los bajos susurros del mayor sonaban pesados, apenas podían ser escuchados por el aturdido adolescente, los efectos de alcohol hacían que sus palabras se arrastraran cada vez que hablaba.
Lo miraba con odio.
Lo despreciaba.
Estaba cansado.
Cansado de recibir siempre las mismas palabras, cansado de tener que aguantar cada uno de los golpes que sufría en su día a día por culpa de su padre y de esperar a su madre sentado en la entrada de su casa con la pequeña esperanza de que entrara por aquella puerta para abrazarlo y pedirle disculpas por dejarlo en ese infierno.
Pero nunca paso... ella nunca llego... ella lo dejo sufrir algo que él no quería.
De nuevo sintió aquellas manos alrededor de su cuello, sofocándolo hasta que sus pulmones batallaran por sentir el aire, su piel se empezaba a tornar de un rojo vivo, sus manos rasguñaban las contrarias con el intento de escapar, pero no le afectaban a su padre, no podía esperar más que su propia muerte.
Su cuerpo empujado una vez más sintiendo el ardor en su espalda por haber chocado contra el espejo de su habitación, los pedazos de cristal caían a sus lados, algunos encajándose en su persona otros colocándose en su cabello y algunos siendo impactados contra el suelo.
¿Él quiso esto?, ¿El pidió que su vida acabara así?... por supuesto que no y no quería que terminara de esa forma.
Arrastrando lentamente su mano a su alrededor hasta que sintió uno de los trozos del espejo, apretándolo con fuerza logrando de que este le cortara un poco dejando leves hilos de sangre salir de su mano, sin importarle tanto el dolor de su brazo o las pequeñas cortadas en su rostro se abalanzo al cuerpo de su progenitor que estaba de espaldas.
Su mano que sostenía el vidrio roto intentaba alcanzar el cuello de su padre, pero era difícil ya que el contrario intentaba quitárselo de encima sin tener mucho éxito en el intento, tomaba las manos del más joven para evitar que lo lastimara hasta que empezó a golpear el cuerpo que colgaba de su espalda contra la pared, logrando que este lo soltara, sin embargo, ganando una gran herida en su mejilla, dejando que su sangre empezara a manchar su rostro.
Yuta al ver que pudo hacerle daño aprovecho para salir de aquel lugar que alguna vez pudo considera hogar, en aquel espacio donde sus risas quedaran enterradas y sus esperanzas destruidas, donde alguna vez pudo ser feliz y sentir que tenía una familia, podía sentirlo, podía sentir como el aire que se le había sido arrebatado regresaba a sus pulmones.
Algo que solamente había durado diez segundos para sentir el gran peso de su padre encima de él.
Todo había pasado tan rápido que no sintió el ardor que provenía de su cuello y menos como la sangre empezaba aparecer como si de ríos de agua roja cayeran hasta ensuciar su ropa, veía como su padre sostenía el mismo vidrio con que lo lastimo, sus manos estaban inmovilizadas por la fuerza de la diestra de su progenitor.
Ambos estaban cara a cara, sus mentes estaban invadidas por el dolor, el enojo y la decepción, ambos fueron heridos, a ambos les duele tanto como al otro, aquella hermosa relación que tenían como padre e hijo parece a ver sido destruido hasta dejar pequeñas cenizas.
Uno sufría por el corazón roto y el otro por el abandono de la persona que más quería.
Su padre se empezó a acercar, el aliento combinado con el alcohol comenzaba a abrumar la cabeza de yuta, su cabeza daba vueltas y la debilidad se estaba apoderando de él.
—Sin importar a donde corras — Susurro su progenitor — Sin importar que te vayas... tú sabes que fue tu culpa.
De repente el filo de aquel vidrio chocaba con su mandíbula siendo apretado con fuerza, causando una pequeña herida, para el más joven se sentía invadido, si hacia algún movimiento, no importaba, al final terminaría rasgando su cuello más de lo que ya se encontraba.
—tú y yo sabemos que si tu no hubieras nacido... ella seguiría aquí.
Yuta no podía pensar con claridad, su mente estaba enfocada en aquel objeto filudo que en algún momento sucedería lo que menos esperaba... su muerte a manos de su padre.
Sin importar si una nueva cortada se formara en su cuello sin tomarle importancia al dolor que sentiría, golpeo a su padre con sus piernas logrando alejarlo de su cuerpo, esta vez no se detuvo, bajo las escaleras hasta llegar a la puerta de entrada en donde pasaba la mayoría del tiempo, sin mirar atrás y sin querer hacerlo.
Sus piernas dolían, su cuello le ardía, su respiración no era estable y su mente era un desastre.
No sabía a donde ir, pero tampoco le interesaba, era libre. Los constantes golpes y gritos de reclamo habían cesado, pero en su mente permanecieron por años.
Sus pasos disminuyeron, sintiendo cada vez más pesado su cuerpo, perdiendo su energía en lo largo del camino que recorría hasta que su cuerpo se desplomo contra el suelo de la solitaria carretera. Sin hogar, sin familia solo él y su soledad eterna.
Podía ver las pequeñas piedras en el asfalto y los leves rastros de su sangre, su respiración se hacía lenta, mientras que el dolor aumentaba, por más que él no lo hubiera deseado lo único que imaginaba era que aquel era su final, sintiendo el rasposo suelo junto al solitario camino obscuro.
Sin esperar demasiado dejo que sus parpados cayeran y dejando que el cansancio se apoderara de su cuerpo agotado.
Si no fuera por las leves luces de un Chevelle SS de un profundo color negro parando enfrente del inconsciente cuerpo de yuta ese hubiera sido su final, el motor rugía suavemente, un sonido grave que parecía resonar en la quietud del entorno. La puerta del vehículo se abrió con un chirrido metálico, y un hombre de no más de 37 años descendió del coche. Su figura alta y delgada se delineaba contra la tenue luz de los faros.
Vestía ropa oscura que absorbía la poca luz disponible, haciéndolo casi indistinguible de las sombras. Un abrigo largo caía sobre sus hombros, ondulado ligeramente con la brisa nocturna. Su cabello blanco, un contraste sorpréndete con su atuendo el cual estaba levemente desordenado y sus ojos, ocultos en las sombras de su rostro, parecían escanear el entorno con una calma inquietante.
El hombre se acercó al cuerpo de yuta con pasos firmes pero silenciosos. Se arrodillo junto a él y por un momento, pareció que el tiempo se detenía. Una expresión de reconocimiento cruzo su rostro, como si estuviera confirmando algo que ya sabía. Paso una de sus manos apartando algunos mechones del adolescente hasta llegar a aquella herida en su cuello, sonrió levemente al imaginar el porqué de su estado actual.
— ... ¿Pero que tenemos aquí? ...
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My Pretty Boy | Yutae
FanfictionLa relación de Taeyong se desmoronaba sin que él comprendiera el motivo detrás del distanciamiento de su novio, quien lo ignoraba cada vez más. La duda lo invadía: "¿Todavía me quiere? " En ese momento de incertidumbre, la llegada inesperada de un...