Me-mento-mori (Gravity Falls)

Capitulo 55

Capítulo 55

"¡Vamos, vamos!"

"¡Rápido, a la camioneta!"

Salimos corriendo de la cabaña y nos subimos a la camioneta de Thompson, con el corazón acelerado. Teníamos que ir a Portland lo antes posible.

"¿Alguien sabe conducir?"

"Yo conduciré", dijo Wendy, tomando el volante con firme determinación.

Nos amontonamos, jadeantes y aterrorizados. La situación se estaba saliendo de control. Estaba muy mal, era mucho peor de lo que jamás imaginé.

¿Por qué no lo pensé bien? ¿Por qué no lo vi?

Nunca se trató de que Mary imitara a los demás. Ese no era el objetivo en absoluto. Ella... ella no tenía una identidad real desde el principio. Nunca hubo un "ella" para empezar.

"¿Adivina quién?"

El hombre, un padre de mediana edad, regresaba a su casa del trabajo, perdido en sus pensamientos sobre su familia, cuando de repente dos manos frías le cubrieron los ojos.

-... -Se quedó paralizado, sorprendido por el contacto inesperado. Su corazón dio un vuelco mientras intentaba apartarse instintivamente, pero el agarre era desconcertantemente firme.

-Disculpe...? -murmuró con voz temblorosa.

"Adivinar."

La voz era ligera y aguda, claramente la de una mujer joven, tal vez una estudiante.

-No... no lo sé. En serio.

Buscó en su memoria. ¿Quizá la amiga de su hija? ¿Un pariente lejano? No le vino nadie a la mente. Poco a poco, las manos se apartaron de su rostro.

"Giro de vuelta."

Hizo lo que le dijeron. Allí estaba una adolescente vestida de manera informal, con una insignia escolar en la mochila y una sonrisa inocente en el rostro. Pero no la reconoció: nunca la había visto en su vida.

-¿Eh? -parpadeó, confundido-. No... Disculpa, pero ¿te conozco?

"¿No sabes quién soy?"

En el momento en que se inclinó y entrecerró los ojos para ver mejor, una cuchilla afilada le cortó la garganta. Ni siquiera tuvo tiempo de procesar el dolor antes de que ella lo apuñalara de nuevo, esta vez en el estómago.

"¡Ajá...! ¡Uf...!"

Mientras se tambaleaba, agarrándose la garganta, tratando de mantenerse con vida, la niña se limpió la sangre salpicada en la cara, con una sonrisa intacta.

"Qué vergüenza. A mí tampoco."

Luego, con una precisión aterradora, volvió a clavarle el cuchillo. Y otra vez. Y otra vez, hasta que el hombre no fue más que un montón de carne destrozada.

-¿Es esta la oficina de policía de Portland? Hay un ataque terrorista... ¡No, no es una broma! Tienes que escuchar... ¡Maldita sea! -Valentino cerró de golpe su teléfono, lleno de frustración.

Los policías no nos creyeron, pensaron que éramos unos bromistas. Tambry estaba pegada a su teléfono, con los ojos fijos en la pantalla. Tampoco hubo suerte. Éramos adolescentes y nadie nos tomaba en serio.

"...Chicos, miren esto."

Tambry nos acercó su teléfono. Había encontrado algo en la página de la comunidad de la escuela secundaria de Portland. Era exactamente lo que temíamos.