Cuando llegamos al hospital, el peso de mi cuerpo parece multiplicarse. Apenas puedo mantenerme en pie mientras Charlie me sostiene con firmeza, su brazo alrededor de mi espalda, dándome el apoyo que necesito para no desmoronarme en el suelo. La luz blanca y aséptica del hospital brilla con demasiada intensidad, y el zumbido constante de los fluorescentes sobre nuestras cabezas solo empeora la punzada persistente en mi cabeza. Cada paso que damos me parece interminable, como si estuviéramos atrapados en un túnel demasiado largo. Mi visión está borrosa por el cansancio y la fiebre, pero a través del malestar, puedo percibir los labios de Charlie apretados en una línea delgada, su mandíbula tensa, y la mirada que lanza hacia la enfermera que nos guía con pasos rápidos por los pasillos.
—Tranquila, Evelyn, ya casi estamos —murmura, aunque su voz, normalmente tan segura, ahora suena quebrada por la ansiedad.
Al llegar a la sala de emergencias, la enfermera nos guía hacia una pequeña sala de examen. El espacio es frío, las paredes cubiertas con posters sobre procedimientos médicos y recomendaciones para prevenir infecciones. El aire acondicionado parece estar al máximo, lo que solo me hace temblar más. Charlie me ayuda a subir a una camilla que parece aún más fría que la sala misma. Me siento con la espalda rígida, sintiendo cómo mi cuerpo apenas responde, cada músculo entumecido por el cansancio y la fiebre.
La enfermera, una mujer con rostro amable pero profesional, comienza a trabajar de inmediato. Saca un termómetro digital mientras examina mi estado con la precisión de quien ha visto cientos de casos como este. A pesar de su eficacia, hay una mirada de comprensión en sus ojos cuando nota la forma en que Charlie sigue caminando de un lado a otro de la sala, incapaz de quedarse quieto, evidentemente preocupado.
—Vamos a tomarle la temperatura y ver cómo está —dice la enfermera, colocando el termómetro en mi boca y mirando de reojo a Charlie, quien no puede disimular su nerviosismo—. No se preocupe tanto, señor Swan, vamos a hacer todo lo necesario para que su hija esté mejor pronto.
Pero Charlie, siempre el protector, no se relaja. Su rostro sigue tenso, y sus manos parecen no saber qué hacer, alternando entre pasar una mano por su cabello o frotarse las palmas con ansiedad. —Es que... ella tiene asma —responde finalmente, su voz entrecortada por el miedo—. No sé si eso puede empeorar con esta fiebre. Quiero decir, ¿no sería peligroso?
La enfermera retira el termómetro y observa la lectura con calma antes de levantar la vista y mirarlo directamente, sonriendo levemente. Es una sonrisa que intenta calmar, pero no llega a borrar la preocupación en los ojos de Charlie. —La fiebre no parece estar relacionada con su asma —explica con paciencia, mientras toma unas notas rápidas en una libreta—. Esto es más probable que sea un resfriado. Los síntomas que presenta son bastante típicos de un cuadro viral, no de una crisis asmática.
Intento procesar lo que está sucediendo a mi alrededor, pero me siento desconectada de todo. Mi garganta arde. El calor en mi cuerpo no parece ceder, como si estuviera atrapada en un horno invisible, y el dolor en mi cabeza pulsa con cada latido de mi corazón, haciéndome sentir como si mi cráneo fuera a partirse en cualquier momento. La enfermera se acerca a mí, ajustando su estetoscopio alrededor de su cuello antes de colocar los fríos discos metálicos sobre mi pecho.
—¿Cuándo empezaste a sentirte mal, Evelyn? —pregunta con suavidad, mientras escucha atentamente el sonido de mi respiración.
Mi voz sale entrecortada, apenas un susurro debido al dolor en mi garganta. —Esta mañana... —respondo con dificultad—. Me desperté sintiéndome... horrible. Todo mi cuerpo duele. Tengo frío, pero mi piel está... caliente.
La enfermera asiente lentamente, escribiendo algo más en su libreta. Es meticulosa en cada movimiento, pero no puedo dejar de notar cómo lanza miradas rápidas hacia Charlie, como si intentara tranquilizarlo de alguna manera indirecta. —Lo importante es que has venido rápido. Eso nos ayuda a controlar la fiebre antes de que suba más —dice, su tono todavía profesional pero con un matiz de calidez que intenta reconfortar.
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Tentación in-mortal
FanfictionEvelyn Swan ha vivido toda su vida en Forks, dedicándose a cuidar de su padre, Charlie, mientras su hermana Bella estuvo lejos. A diferencia de Bella, Evelyn es fuerte, extrovertida y no teme enfrentarse a lo desconocido. Todo cambia cuando los Cull...