Jacob Black

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Me quedé congelada. El tenedor en mi mano se detuvo a medio camino de mi boca, y por un segundo, casi me ahogo con el bocado que acababa de tomar. La comida que momentos antes me había parecido deliciosa ahora me hacía sentir como si se hubiera atascado en mi garganta. Tosí ligeramente, intentando recuperarme de la sorpresa que me había causado su pregunta.

—¿Qué...? —logré balbucear, aún sin poder procesar completamente lo que acababa de preguntar—. ¿De Carlisle?

Rosalie no apartaba la mirada de mí. Sus ojos eran intensos, como si quisiera desentrañar cada pensamiento que tuviera sobre su padre. A diferencia de Alice, que siempre era más efervescente y abierta, Rosalie parecía mantener un aire de misterio, y su pregunta había cortado la atmósfera relajada como una cuchilla afilada.

Sentí el calor subir a mis mejillas, y no pude evitar desviar la mirada. ¿Qué se suponía que debía decir? Mi mente estaba a mil por hora, intentando encontrar una respuesta que no sonara comprometida, una respuesta que no revelara lo que en realidad me había estado carcomiendo desde que salí del hospital.

—Bueno... —comencé, sintiendo que mi voz temblaba ligeramente—. Carlisle es... un excelente médico. Es muy amable, claro, y... me ha ayudado mucho. —Cada palabra sonaba mas torpe que la anterior, como si intentara navegar por un campo minado sin saber dónde pisar.

Rosalie mantuvo la mirada fija en mí, como si esperara algo más, algo más profundo que un simple cumplido. Alice, a su lado, la observaba incredula, pero con un brillo curioso en sus ojos. Sabía que no era coincidencia que Rosalie hubiera sacado el tema de Carlisle. De alguna manera, parecía que ambas sabían más de lo que yo misma comprendía.

—¿Y? —presionó Rosalie, inclinándose un poco hacia adelante—. ¿Solo eso? ¿No has notado nada más?

Mi corazón empezó a latir más rápido, y sentí un leve mareo por la presión de sus preguntas. ¿Qué demonios querían decir con "notar algo más"? ¿Sabían algo? Mis pensamientos regresaron a ese momento en el hospital, a la forma en que Carlisle me había mirado, a esa frase que me había dejado confundida y aturdida: "Me importas más de lo que te imaginas." El calor en mis mejillas se intensificó. ¿Había sido solo una interpretación mía? ¿O realmente había algo más en esas palabras?

—Es... —Intenté forzar una sonrisa mientras me movía incómodamente en mi asiento—. Es solo que realmente no se que quieres escuchar... Carlisle es muy... atento, supongo. Quiero decir, se preocupa mucho por sus pacientes.

—Por sus pacientes —repitió Rosalie, su voz gélida como el hielo. Estaba claro que no estaba convencida de mi respuesta. De alguna manera, parecía estar buscando algo específico, algo que yo aún no podía identificar. O bueno, quiza si.

Alice intervino entonces, con una risa suave que rompió ligeramente la tensión.

—Rosalie, no la pongas tan nerviosa —dijo, dándole un suave empujón con el codo—. Evelyn acaba de salir del hospital. No queremos que piense que estamos aquí para molestarla, ¿verdad?

Rosalie suspiró, relajando un poco su postura, pero no apartó la mirada de mí. Finalmente, se recostó en su silla, como si decidiera que había obtenido suficiente por el momento. Yo, por mi parte, no podía quitarme de la cabeza la sensación de que, de alguna manera, mis sentimientos hacia Carlisle no eran tan secretos como había pensado.

Alice, con esa sonrisa brillante que parecía iluminar cualquier habitación, decidió cambiar el tono denso que había quedado flotando en el aire después de la pregunta de Rosalie. Con su habitual entusiasmo y energía contagiosa, se inclinó un poco hacia mí, como si acabara de tener una idea maravillosa.

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