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Carre llegó a la Bresh acompañado por Spreen, Oscu, Lit y Tuli, listos para otra noche de risas y buena música. El lugar estaba lleno de energía, luces de colores iluminaban la pista y el ambiente vibraba al ritmo de la música. Apenas habían pasado unos minutos cuando Robleis hizo su entrada. A su lado, una chica de estatura medio alta, con el pelo negro y ondulado que caía suavemente sobre sus hombros, llamó la atención de todos.
—Les presento a mi hermana, Vero —dijo Robleis con una sonrisa despreocupada.
Carre no pudo evitar fijar su mirada en ella. Sintió como si el tiempo se ralentizara por un momento, mientras su corazón se aceleraba sin razón aparente. Era algo en su presencia, en la forma en que Vero sonreía tímidamente al ser presentada, lo que dejó a Carre completamente flechado
Mientras la música comenzaba a subir de volumen y las luces empezaban a parpadear al ritmo de los primeros beats de la noche, Lit, siempre atento, notó la forma en que Carre miraba a Vero. Era evidente que algo en la hermana de Robleis había capturado su atención. Lit, con una sonrisa pícara, se acercó a Carre y le dio un codazo suave en las costillas.
—¿Qué pasa, Carre? —dijo con tono burlón—¿Te quedaste colgado o qué? Anda, acércate.
Carre, algo nervioso, sacudió la cabeza, tratando de disimular su interés. Pero Lit no se rindió tan fácilmente. Se inclinó más cerca y susurró para que los demás no escucharan.
—Mira, no tienes nada que perder. Solo ve y habla con ella. Aparte, no has dejado de mirarla desde que llegó —añadió con una risa, empujándolo un poco más hacia adelante.
Carre tragó saliva, sintiendo el peso de la mirada de Lit sobre él. Miró de nuevo a Vero, que en ese momento charlaba con Robleis y Oscu, riendo despreocupadamente. Se veía tranquila, relajada, pero había algo en su energía que lo atraía de manera irremediable.
—Está bien, está bien —dijo Carre, alzando las manos en señal de rendición, aunque su corazón latía con fuerza— Voy a intentarlo.
Lit le dio un ligero empujón, haciéndolo avanzar unos pasos hacia Vero. Carre respiró hondo, armándose de valor mientras se acercaba lentamente a ella. Ahora, todo dependía de lo que dijera.
Justo cuando estaba a unos pasos de Vero, ella se dio cuenta de su presencia y giró hacia él con una sonrisa amigable. Parecía haber notado su nerviosismo, pero en lugar de esperar a que él iniciara la conversación, fue ella quien dio el primer paso.
—¡Hola! —dijo Vero, con una voz suave pero segura— Tú debes ser Carre, ¿verdad? He escuchado mucho sobre ti, Robleis habla muy bien de sus amigos.
Carre se sorprendió, sus hombros tensos se relajaron un poco al ver la facilidad con la que ella rompía el hielo. La sensación de incomodidad comenzó a desvanecerse, y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro.
