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"Dancing Whith Our Hands Tied"
Narrador omnisciente
Quackity había estado viajando por España durante algunas semanas, y Rubius, aprovechando la cercanía, lo invitó a su casa en Andorra. La idea era hacer algunos streams juntos, pasar tiempo como amigos, y disfrutar de unas mini vacaciones entre risas y videojuegos. Quackity aceptó sin pensarlo dos veces; siempre le había gustado pasar tiempo con Rubius, y además, le intrigaba volver a ver a su enigmática hermana, Nicole.
Al llegar a la casa, fue recibido calurosamente por Rubius y su novia, Irina, una chica de sonrisa encantadora y espíritu relajado. La casa irradiaba calidez y acogida, un refugio en medio de las montañas. Pero había algo que siempre rompía esa atmósfera acogedora cuando se trataba de Nicole. Mientras Rubius y Quackity charlaban emocionados en la sala, Nicole se mantenía a distancia, como siempre lo hacía, ocupada en sus cosas, caminando por la casa con una aparente indiferencia.
Quackity la observó desde el rincón del sofá mientras charlaba con Rubius. A pesar de que ya la conocía, siempre le intrigaba su actitud fría y reservada. Nicole no era hostil, pero había algo en su aura que la hacía inaccesible. Quizás era la forma en que sus ojos azules nunca se quedaban mucho tiempo en contacto visual o cómo sus respuestas eran siempre cortas y educadas, sin dar espacio para una conversación prolongada.
Después de unas horas de convivencia, Nicole apenas había intercambiado unas pocas palabras con él. Se mantenía en su propio mundo, lo que, para cualquier otra persona, podría haber significado un muro impenetrable. Pero Quackity no era cualquiera. Esa barrera era casi una invitación silenciosa a intentar cruzarla. Sabía que detrás de esa actitud distante había mucho más por descubrir, y no iba a rendirse tan fácilmente.
Al caer la noche, mientras Rubius preparaba una sesión de stream, Quackity decidió intentar un nuevo acercamiento. Encontró a Nicole en la cocina, preparando un té, y se apoyó despreocupadamente en la puerta.
—Nunca has sido de muchas palabras, ¿no? —dijo con una sonrisa juguetona.
Nicole lo miró brevemente antes de volver su atención al agua hirviendo.
—No es necesario hablar tanto —respondió ella en tono tranquilo, pero cortante.
Quackity sonrió, como si esa pequeña respuesta fuera todo el estímulo que necesitaba.
—A veces, sí lo es —respondió con calma—Pero está bien, me gusta un buen desafío.
Nicole levantó una ceja, curiosa pero sin mostrar demasiada emoción.
