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Narrador omnisciente
Rebeka y Rivers siempre fueron grandes amigas. Rebeka, hermana del mejor amigo de Rivers, Osvaldo, compartía una conexión especial con él. Sin embargo, a pesar de su sólida amistad, había momentos en los que sentían una atracción inexplicable cada vez que estaban juntas. ¿Qué era aquello que desafiaba la lógica y se manifestaba entre ellas?
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El cumpleaños del Mariana había llegado y consigo una gran fiesta, en donde varios amigos de el y familia estaban invitados.
La fiesta de cumpleaños del Mariana estaba en pleno apogeo. Las luces parpadeaban al ritmo de la música mientras sus amigos, todos streamers como él, llenaban el lugar de risas y conversaciones. Juan, Ari, Barca, Roberto, Komanche, SoyPan, Ama, Filis y otros conocidos se movían entre la multitud, algunos bailando, otros charlando animadamente.
Rivers se encontraba junto a la barra, escaneando la sala con la mirada en busca de Rebeka. Desde que llegaron, no había dejado de pensar en ella, en esa conexión inexplicable que siempre surgía cuando estaban juntas. Rivers se preguntaba si Rebeka sentía lo mismo, si esas miradas furtivas y sonrisas cómplices tenían el mismo efecto en su amiga que en ella.
De repente, la vio. Rebeka había aparecido en la entrada del salón, saludando a Roberto con una sonrisa amplia. Rivers sintió un pinchazo en el estómago, un cosquilleo nervioso que no podía ignorar. Observó cómo Rebeka y Roberto charlaban, cómo él la hacía reír, y por un instante, se sintió invisible.
Decidió no acercarse de inmediato. En lugar de eso, Rivers se quedó mirando, intentando descifrar lo que realmente sentía cada vez que veía a Rebeka sonreír de esa manera. Quizás, pensó, esta noche podría ser diferente. Quizás, entre los destellos de las luces y la música que los envolvía, podría encontrar una manera de entender esos sentimientos que tanto la confundían.
