4. celestial

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Bill se encontraba en el medio del paisaje, rodeado de hombres que lo admiraban, deseosos de conocer todo sobre él y grabar en sus mentes cada palabra que dijera. Era un ser celestial, un dios piadoso que repartía su conocimiento con tranquilidad.

Aquí, el faraón frente a él no paraba de mirarlo con obsesión y posesividad, pero no cruzaba la línea; se conformaba con besar su mano y escuchar lo que su dios le impartía. Él era un dios, tan grande que estaban construyendo un edificio con su forma para pasar el descanso eterno con él. Se dedicaron vidas enteras a su obra y palabra.

Podía ver el Nilo a lo lejos y la belleza que le esperaba el día que pudiera cruzar a esa dimensión. Él era un dios, y no podía esperar estar al lado de sus creyentes.

Ahora, ya está del otro lado; sus creyentes desaparecieron hace muchos siglos y él está escondiéndose de un mortal que lleva un látigo en la mano. Tenía miedo, miedo a lo que ese humano podría hacer. Sabía que estaba pagando por todo lo que había hecho durante siglos, solo porque saludó a un turista.

Escuchaba los pasos de Ford y el arrastrar de el cuero con el que planeaba golpearlo, eso solo hacia que temblara más debajo del escritorio donde estaba escondido, solo escucho un fuerte golpe que hizo que se sobre saltará antes de ser sacado a la fuerza del lugar.

Ford lo había encontrado...

Ni siquiera le dio tiempo de explicarle o de forsejear, lo tomo de las muñecas atandolas con la corbata que traía puesta antes de recargarlo contra el escritorio espalda arriba y comenzar a golpearlo hasta rasgar la ropa de tantos golpes.

Volvió a tomar la corbata haciendo que Will callera a el piso dejándolo llorando antes de irse. Solo se escharon soyosos en la habitación.

-Limpia este desastre cuando termines de llorar

Ordeno frío antes de irse quedándose solo Will quien no dejaba de pensar en como había llegado a esto, el era un dios.

¿Verdad?

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