Capítulo cuatro; "Sospechosa identidad".

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Victoria.

Le di un último retoque a mis pestañas con el arqueador, y saqué el exceso de labial que manchaba la los bordes de mi boca para tratar de apresurar lo máximo posible mis pasos.

De fondo me seguían cayendo un sinfín de mensajes provenientes de mi mejor amiga, y yo solo me encargué de verificar a cuantos minutos estaba el Uber para salir a la puerta sin necesidad de estar esperándolo en la puerta bajo la mira de cualquier chorro.

Apagué todas las luces, chequeé que todas las perillas de gas estén cerradas, y finalmente me acomodé la riñonera en el torso para poder subirme al auto que ya me estaba esperando en la puerta.

Durante la tarde me había propuesto ir a esa juntada íntima que el morocho había organizado con sus amigos, y por mucha caradurez por la que haya aceptado, me bajé de todo plan cuando la temperatura empezó a bajar y mis ganas de sociabilizar con gente que apenas conocía comenzaron a esfumarse.

El frío deja de ser psicológico cuando una pasa los 20 años.

Si bien uno de mis mayores miedos siempre es viajar en Uber sola a altas horas de la noche, estaba haciendo mi importantísimo esfuerzo para serle de buena compañía a Ariana, quien me había llamado en un hilo de voz para contarme que había tenido una pelea con su novio a pocas horas de llegar a la juntada.

"estoy yendo amiga, quedate tranquila" escribí a la par que le enviaba la ubicación en tiempo real. Pedido reiterado que había escrito para quedarse tranquila.

Aún así, me mantuve en su chat notando lo rápido que estaban cayendo sus respuestas y lo poco que le estaba durando la estabilidad emocional. Sabía que si en menos de una hora no estaba con ella, se tiraba del primer auto en movimiento que cruce la calle.

conttte<3

amiga en serio cuando te cuente te vas a
caer de orto

también me agarre con el pelotudo de mateo

un día que no tiene a la pipi con el y se
las re manda

pero tan grave amiga?

si

estoy re caliente

llego y hablamos

Bloqueé mi celular con algo de nervios, y sobrepensando en que carajos podía ser tan grave para generar una discusión, llegué a destino con la cabeza que me explotaba de pensamientos.

Todos los escenarios trágicos pasaron por mi mente en esos minutos de viaje.

Volviendo a tomar mi celular para avisarle a mi amiga que me encontraba en la puerta, fueron pocos los minutos que esperé. Los pasos del otro lado del cerrojo no tardaron demasiado en escucharse, y yo me confié de más creyendo que era ella quien me iba a recibir en el marco.

No supe donde carajos meterme cuando no esperé a que la puerta se termine de abrir para mandarme con confianza, y una silueta varonil me frenó cuando me choqué con su cuerpo.

No tuve ni siquiera que alzar la vista para reconocerlo cuando sentí sus manos sobre mis caderas para frenarme, y no me animé tampoco a mirarlo al sentir como me invadió la vergüenza.

cobarde; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora